La deuda a largo plazo, tocada y hundida: el bono español a 50 años pierde más de un 50%
Las expectativas de tipos altos durante más tiempo reducen las probabilidades de recuperación de un activo destinado a inversores profesionales que buscan garantizarse unos cupones constantes. Actualmente paga un 3,9%
La era de tipos cero hizo las delicias de los emisores públicos y privados. Con el precio del dinero anclado en mínimos históricos y los bancos centrales comprando ingentes cantidades de deuda, empresas y Gobiernos aprovecharon para lanzarse a la venta de bonos a largo plazo. A los tradicionales vencimientos a 10 años, se sumaron los títulos a 20, 30, 50 y hasta 100 años. Mientras los emisores aprovechan la oportunidad para alargar la vida media de la cartera de deuda y obtener financiación a precios irrisorios, los inversores que querían lograr algo de rentabilidad veían en los plazos largos la única alternativa.
La agresiva subida de tipos en la que se embarcaron los bancos centrales para doblegar la inflación se tradujo en un repunte acelerado de los rendimientos. Por contra, los precios de los bonos, que se mueven de forma inversa, han experimentado una caída notable, y más abultada en los plazos largos. Así, aunque desde los mínimos registrados a finales de septiembre, los títulos españoles con vencimiento en 2071 recuperan un 22%, siguen acumulando abultadas pérdidas. Desde su puesta en circulación en febrero de 2021 los números rojos rondan el 52%. A la inversa, en apenas tres años la rentabilidad ha pasado del 1,458% al 3,8% actual. Ahora, no es la peor lectura del mercado; la deuda a 100 años que vendió Austria en 2020 marca descensos superiores al 70%. La deuda española a 50 años, en todo caso, no estaba destinada a particulares.
Cristina Gavín, responsable de renta fija de Ibercaja Gestión, señala que el cambio de paradigma en la política monetaria ha supuesto un vuelco a la inversión en renta fija. A día de hoy es posible encontrar opciones atractivas sin asumir el riesgo de duración y aquellos inversores que apostaron por la deuda a muy largo plazo ven como día a día sus esperanzas por sobreponerse a las pérdidas se diluyen. No obstante, la experta señala que a diferencia de productos como las letras en las que los particulares han redoblado su inversión, los que optaron por invertir en deuda a 50 y 100 años son inversores particulares. Es decir, conocen los riesgos y no necesitan deshacer sus posiciones para obtener liquidez.
Se trata en su mayoría de aseguradoras y grandes fondos de pensiones que lo que persiguen es garantizarse un cupón anual a largo plazo. En el caso de la deuda que vendió España en los albores de la política monetaria ultraexpansiva este es del 1,45%. “A vista de hoy es un cupón escaso, pero a medio y largo plazo garantiza unos flujos constantes”, remarca la experta. Un buen ejemplo de lo reducido que puede resultar esta recompensa se refleja en la última subasta de letras de esta semana. Aunque el mercado empezó a recoger desde hace unos meses la rebaja de tipos efectuada la semana pasada, la deuda a tres meses paga un 3,4%, su nivel más bajo en un año, mientras las letras a nueve rentan un 3,5%, una inversión atractiva para los particulares.
Las opciones de que los bonos a muy largo plazo logren la remontada se diluyen conforme avanzan los acontecimientos. A la resistencia de los bancos centrales a embarcarse en una acelerada rebaja de los tipos se ha sumado ahora el ruido político. En las últimas jornadas los rendimientos de las referencias a 10 años han experimentado un ligero ascenso, con los países del sur de Europa y Francia en la diana. No obstante, desde Ibercaja se muestran optimistas con la inversión en renta fija y creen que es momento para ir reduciendo la liquidez y apostar por duraciones medias. Gavín cree que, aunque a día de hoy la inversión de la curva de tipos sigue vigente (los plazos cortos pagan más que los largos) existen esperanzas para que las rentabilidades se vayan relajando. Desde Ibercaja Gestión, en sintonía con el consenso del mercado, prevén otras dos rebajas del precio del dinero en la zona euro. “Es momento de alargar duración para garantizarse unos cupones atractivos”, remarca.
Con unas tasas en el 4,25% y las expectativas de tipos largos durante más tiempo, las probabilidades de que los emisores retomen las emisiones a largo plazo son remotas. Después de los esfuerzos efectuados por alargar la vida media de la deuda las necesidades de refinanciación se han reducido. No obstante, en el arranque de año algunos emisores aprovecharon la elevada liquidez para acometer operaciones a largo plazo. A la emisión a 30 años que ejecutó España, la primera colocación de este tipo desde febrero de 2022, se sumaron las ventas al mismo plazo que efectuaron Alemania, Reino Unido y Bélgica, así como los 8.000 millones que captó Francia en una emisión sindicada a 25 años. “Lo que hacen los emisores es aprovechar el apetito que detectan entre los inversores para dotar de liquidez de a su curva ya que existen compradores estructurales de deuda a largo plazo”, apunta Gavín.
Ante las expectativas de rebaja de tipos, la demanda de las operaciones sindicadas de comienzos de año experimentó un repunte. Solo en la subasta a 30 años que efectuó el Tesoro Público las órdenes de compra superaron los 83.700 millones, importe que se suma a los 138.000 millones registrados en la tradicional emisión sindicada a 10 años de comienzo de ejercicio. Con la idea de que las tasas no volverán a subir y que el camino que queda por delante es la rebaja, los inversores profesionales redoblaron interés por estas emisiones para garantizarse unos cupones atractivos que serán difíciles de ver en el futuro.
La deuda en negativo desaparece del mapa
En la era del dinero barato, la deuda con rentabilidades negativas se convirtió en un hándicap para la inversión en renta fija. La excepción de recibir dinero por pedir prestado se convirtió en la norma. A medida que los bancos centrales han ido elevando los tipos, los bonos con rentabilidades negativas se han ido reduciendo. Según datos de Bloomberg, en la actualidad no existe deuda con rendimientos por debajo de cero, a gran distancia de los 18.38 billones de dólares registrados en diciembre de 2020, un mes en el que incluso España llegó a vender 921 millones en deuda a diez años con un interés marginal del -0,016%, una proeza que hasta entonces estaba reservada para los países core como Alemania.
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