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Lealtad, 1
Columna
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Materias primas para (intentar) dormir tranquilo en el mundo de hoy

Las tensiones geopolíticas y comerciales refuerzan la inversión en metales o energía como fórmula para escapar de la correlación entre deuda y Bolsa

El barco noruego Neptune, cargado de gas natural licuado, atracado en la terminal 'Deutsche Ostsee' en Lubmin, Alemania.
El barco noruego Neptune, cargado de gas natural licuado, atracado en la terminal 'Deutsche Ostsee' en Lubmin, Alemania.Annegret Hilse (REUTERS)
Nuño Rodrigo Palacios

Uno de los consejos que emanaba de buena parte de los informes de análisis de 2023 a esta parte fue la ruptura de la correlación tradicional entre categorías de activos, un hecho que forzosamente condiciona también el reparto de la cartera entre renta variable, fija, mercado monetario o bonos. La subida de la inflación a causa de las derivadas de la guerra de Ucrania y el consecuente repunte de los tipos de interés provocó un 2022 nefasto para las inversiones en renta fija, con caídas de la cartera que rondaron el 8% (en el caso de las de largo plazo). Un descenso que no se compensó con el mejor comportamiento de las Bolsas, que también sufrieron pérdidas ese año precisamente por el mismo motivo que caía la renta fija. La correlación entre las dos principales categorías de activos pasó a ser positiva, y de la mano perdieron valor.

Es difícil subestimar el impacto de este cambio de paradigma. En el área de inversiones de las páginas de internet de los bancos la oferta de fondos suele estar bastante estandarizada: productos de varias categorías, desde las más arriesgada a la más conservadora, pero siempre a partir de diferentes ponderaciones entre renta fija y variable. El fondo que podría considerarse neutral o equilibrado es el clásico 60/40: 60% de la cartera en renta fija y 40% en renta variable. Un tipo de producto que sufrió la pérdida paralela en sus dos patas. Pero la solución, si el objetivo era apostar por una cartera donde la diversificación mitiga los riesgos, tampoco podía pasar por aumentar ese 60% o ese 40%.

Cegado está también el camino de las inversiones alternativas. Los hedge funds prometían rendimientos independientes de la evolución de los mercados y han terminado por no cumplir ninguna de las dos premisas: están correlacionados con otros activos, pero con menos rentabilidades por debajo. Peor prensa tienen los activos ilíquidos, al hilo de un puñado de recientes y sonados escándalos financieros.

Aunque el riesgo de escalada en Oriente Medio es el más patente y agudo, no es el único frente abierto para las materias primas

Las opciones para equilibrar la cartera pasan, de forma casi obligada, por dedicar una parte de a la inversión en materias primas y, en menor medida, en deuda emergente o corporativa. La cobertura con materias primas es la más recomendada, y echando la vista atrás, no ha sido una mala opción para quien la haya escuchado. Y no lo parece en el futuro más cercano; de hecho en las últimas semanas se han registrado récords históricos en activos tan diversos como el cacao, el cobre o el oro, cada uno con su casuística particular de oferta y demanda. Las que no están en récord son las materias primas más líquidas, es decir el petróleo y otros hidrocarburos. Y, dado que la energía suele acaparar las mayores posiciones en estos productos y que sus últimos meses no han sido tan efervescentes, no son pocos los fondos de materias primas que están en pérdidas. Eso no invalida la tesis principal; al contrario, la cobertura de las materias primas no ha sido necesaria en la medida en que la renta variable está ofreciendo buenas rentabilidades, mientras la renta fija no termina de despegar.

“La persistencia de los altos precios de las materias primas a pesar del escaso crecimiento del PIB mundial indica que varias fuerzas están en juego a la vez: las tensiones geopolíticas, las inversiones relacionadas con la transición hacia energías limpias y el aumento de la inversión industrial y en infraestructuras en China (que compensa en parte la debilidad de su sector inmobiliario)”, resume el Banco Mundial en su informe de perspectivas de materias primas, que recalca que si su pronóstico (prevé una leve corrección en 2024 y 2025) falla, es porque los precios van a subir más.

La guerra de Ucrania y las sanciones a Rusia afectaron a los mercados de petróleo, gas, trigo, níquel y uranio, entre otros. La onda expansiva llegó a prácticamente todos los sectores económicos. Ahora, recuerda el Banco, un eventual cierre del estrecho de Ormuz paralizaría el 20% del tránsito mundial de gas licuado (LNG) y encarecería significativamente los fertilizantes. El cobre, crítico para la transición energética, está en máximos históricos.

Mirabaud, en un informe de esta semana, apunta la posibilidad de que el mundo viva otro superciclo en el precio de las materias primas. Estos superciclos son movimientos profundos y de larga duración en el precio, y que históricamente han respondido a aumentos sostenidos de la demanda ligados a etapas de industrialización (el último superciclo terminó en 2012). La clave, según este banco de inversión, está en China. El país consume al menos la mitad del cemento, el níquel, el acero, el cobre y el carbón mundial. Muchos focos están puestos en las medidas anunciadas esta semana para revitalizar el mercado inmobiliario chino, si bien las cantidades suenan un tanto modestas como para cambiar la dinámica.

Bank of America, por su parte, trata otro ángulo de las tensiones geopolíticas, las barreras comerciales y la búsqueda por parte de los países desarrollados de asegurar las cadenas de suministro. “Nuestro argumento alcista para las materias primas mineras se mantiene intacto si China y Occidente siguen centrados en la transición energética, pero existen riesgos crecientes. Una escalada de la guerra comercial podría perjudicar al crecimiento económico y, por ende, a la demanda de metales. Y lo que es más importante, los precios regionales de los metales podrían divergir debido al aumento de los aranceles”.

El panorama no es ni mucho menos sencillo. Es más, las incógnitas sobre las materias primas no son distintas de las que se ciernen sobre renta fija o variable. Y precisamente por eso la cartera diversificada, en la que las materias primas sirven de cobertura ante eventuales cierres de rutas marítimas, guerras o batallas comerciales. Porque, en caso de que estos eventos no se terminen de concretar, una cartera equilibrada podrá disfrutar de los tirones de la Bolsa o del aburrido rendimiento de la renta fija, ahora que los tipos no están en el punto de congelación.

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Sobre la firma

Nuño Rodrigo Palacios
(Barcelona, 1975) es subdirector de Cinco Días. Licenciado en Economía por la UAM, inició su carrera en CincoDías en 1998, especializándose en información financiera. Ha sido responsable de Mercados, de la edición Fin de semana y de la sección Cinco Sentidos. Redactor jefe a partir de 2007, de 2011 a 2021 se ocupó de la edición digital.
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