La sicav social que apostó por el apocalipsis financiero pierde un 52% desde 2015
Smart Social Sicav encargó a un inversor aficionado la gestión de 50 millones de euros
Smart Social Sicav surgió hace una década como un proyecto ilusionante. Un grupo de aficionados a la inversión creó un concurso, a través de las redes sociales, para descubrir talento inversor oculto. Se trataba de encontrar a gestores amateur que pudieran acreditar su buen hacer administrando una cartera virtual de activos. ¿Por qué los grandes gestores iban a estar solo en hedge funds y bancos de inversión? Spoiler: el experimento no salió bien.
Tras el certamen, se quiso dar un paso más. No bastaba con encontrar esas joyas ocultas. El colectivo decidió crear una sicav, en la que toda la comunidad pusiera dinero, y cuyas riendas las llevara el ganador del concurso. El vehículo echó a andar a comienzos de 2015, pero los resultados han sido más que decepcionantes. Desde su creación acumula unas pérdidas del 52%, mientras que en el mismo periodo los fondos de Bolsa mundial se han revalorizado un 95%.
El proyecto que dio origen a la sociedad de inversión de capital variable (sicav) se denominó Incubadora de Gestores. En el mismo, 40 traders compitieron desde 2011 hasta 2014 con sus estrategias de gestión. Un auditor aficionado, José Sánchez Molero, se encargaba de certificar sus inversiones.
Al cabo de dos años, la Incubadora de Gestores eligió al vencedor: Antoni Fernández. Durante 2011 su cartera había logrado una revalorización del 10,58% (mientras que el Ibex 35 cayó un 13,11%). El año siguiente su cartera subió un 23,69% (frente al 5,36% del Eurostoxx 50).
En los años siguientes, 400 socios aportaron 3,4 millones de euros para crear Smart Social Sicav, un vehículo de inversión que sí que era fiel al propósito original de esta figura, ser un sociedad de inversión colectiva, y no el vehículo particular de una familia adinerada. Sánchez Molero, alma mater de proyecto, puso los primeros 100.000 euros
Los primeros años fueron viento en popa y el proyecto llegó a acumular un patrimonio de más de 50 millones de euros. En 2016, 2017... Fernández logró conseguir una rentabilidad superior al Ibex 35 o al selectivo Eurostoxx 50, pero luego las cosas empezaron a torcerse.
Desde casi el principio, el gestor adoptó un visión muy pesimista sobre lo que se esperaba de los mercados bursátiles. Para aprovecharla, tomó posiciones en corto sobre índices como el tecnológico Nasdaq o el Dax alemán. Si la Bolsa caía, la sicav ganaba dinero. Si subía, la sicav perdía. Esa es hoy en día la composición de la cartera: todo al rojo.
Aunque ha tenido algún año bueno (en 2022, cuando toda la renta variable se desplomó, la sicav repuntó un 29%), lo que han predominado son los números rojos. En sus nueve años como cotizada -las sicav están listadas en el sistema multilateral de negociación de BME-, el vehículo ha registrado una depreciación media anual del 8,6%, mientras que los fondos de Bolsa global se han revalorizado un 97% acumulado en el mismo periodo.
Poco a poco, el dinero que entró fue saliendo y hoy el vehículo capitaliza 5,8 millones de euros, frente a los casi 50 millones de sus mejores tiempos. De hecho, un grupo de accionistas ha tratado de organizarse a través de canales de Telegram para echar a Antoni Fernández y retomar el control de la sicav.
Antoni Fernández, entrevistado por Cinco Días en 2019, auguraba en mayo que “el Nasdaq caerá un 40%” pero ese año el selectivo tecnológico subió un 35%. Cinco años después, la tesis sigue siendo similar. En el informe de febrero de 2024 indica que “hay una burbuja tecnológica similar a la de 2000″ y su previsión es que el Nasdaq pierda un 70% de su valor. Dos años antes, la tesis era prácticamente la misma y también la composición de la cartera. Tan solo en periodos muy puntuales ha invertido en largo en compañías como Twitter (cuando aún cotizaba) y en algunos bancos y compañías industriales.
“Una de las ventajas, y también defectos, de la sicav, frente a los fondos convencionales, es que permite este tipo de operativa, de concentrar todo el patrimonio en una estrategia específica o en un puñado de valores”, explica un veterano gestor de fondos. “En los fondos normales, los de normativa Ucits, ningún valor puede pesar más del 10%”. Además, la suma de los activos cuyo peso sea mayor al 5% no pueden suponer más del 40% de la cartera del fondo, otra medida para que evitar una excesiva concentración.
Mientras Antoni Fernández sigue esperando al apocalipsis en su casa cercana a Vic (en la comarca catalana de Osona), Smart Social Sicav sigue desangrándose. Los accionistas originales se han ido largando y ya pocos recuerdan el concurso de gestores que aupó a un outsider a los mandos de un potente vehículo de inversión.
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