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Impuestos, depósitos, beneficios... Los vasos comunicantes de la banca

La tasa a las ganancias “caídas del cielo” es el peaje que pagan las entidades que engordan el margen a costa de no trasladar al pasivo las alzas de tipos

Nuño Rodrigo Palacios
Fachada del Banco de España.
Fachada del Banco de España.

El mercado todo lo absorbe. Una alerta sobre beneficios, una fusión o una pérdida extraordinaria... la cotización de las acciones suele reaccionar. No siempre de forma certera; muchas veces la respuesta es desproporcionada y, otras, demasiado tímida. Pero, sobre el papel, todo cotiza en tiempo real; luego ya se encarga el propio mercado o bien de corregirse a sí mismo (las más de las veces) o de hacer cumplir sus propias profecías, en las que no se sabe si va primero el huevo o la gallina

En el caso de la banca regional estadounidense el hundimiento de la cotización aceleró la salida de depósitos, que a su vez hundió más la cotización y convirtió a las entidades en apestadas; con los clientes a la fuga y con el mercado cerrado ningún banco puede operar. Las fichas de dominó cayeron también por orden en el caso de Credit Suisse, siempre con el mismo resultado final de una solución privada armada con soporte e incentivo públicos. Con Deutsche Bank, por el contrario, el hundimiento en Bolsa fue una señal errónea.

Todo cabe en una hoja de cálculo de valoraciones. Las subidas de tipos de interés impulsaron la banca en Bolsa. Empezaron su carrera alcista hace aproximadamente un año, a medida que se vislumbraron las subidas de tipos. El sector vive mejor con dinero más caro, y vive particularmente mejor cuando el precio del dinero ha empezado a subir. Sobre todo en mercados como el español, donde la mayoría del medio billón de hipotecas contratadas por los ciudadanos de a pie tiene tipo variable y se revisa automáticamente, mientras que el pago del pasivo depende y queda al albedrío que dicte la política comercial del banco en cada momento.

Lo normal es que los tipos de interés que se pagan por los depósitos se aproximen a los tipos de referencia, pero la velocidad a la que lo hagan depende de varios factores; principalmente la lista de prioridades del banco (normalmente, ganar dinero) y del entorno de competencia. Sin el ansia de ganar cuota ni de perder clientes, y sin apuros de liquidez, la banca (sobre todo la grande) paga los depósitos a voluntad, generando alzas del margen de intereses que han superado el 40% en el primer trimestre.

España es un caso particular pero no único. Hay otros mercados donde las hipotecas se han concedido masivamente a tipo variable, como los países bálticos, donde el porcentaje es incluso superior al de España: Lituania y Letonia. Son los dos países de la Unión Europea en los que, además de la propia España, que han puesto en marcha un impuesto a los beneficios de la banca. En su caso las entidades pagaderas son, fundamentalmente, la banca escandinava con filiales en la zona.

Al igual que el mercado pone en precio el alza de tipos, lo mismo hace con la factura del nuevo impuesto

Los propios bancos siempre rechazarán que sus beneficios hayan sido “caídos del cielo”, por más que el mecanismo que convierte en margen las subidas de tipos de interés no deje dudas a la interpretación. El sector argumenta, por el contrario, que ha tenido que convivir con tipos al 0% durante mucho tiempo, con una rentabilidad en ocasiones por debajo del coste del capital. Con todo, salvo en pandemia, ha seguido ganando dinero y repartiendo dividendos, con movimientos de las cotizaciones, todo sea dicho, poco lustrosos.

Al igual que el mercado puso en precio el impacto de elementos que hasta ahora no se consideraban posibles, como un tipo de depósito negativo (o el confinamiento de la mayor parte del planeta), lo mismo hizo con la recuperación de los márgenes en la banca. Así, desde que empezaron a sonar los tambores de subidas de tipos los principales bancos del Ibex marcaron fuertes ganancias en Bolsa, anticipando este ensanchamiento de márgenes. A efectos de valoraciones en Bolsa, el impuesto temporal a la banca no es distinto. Solamente es una línea adicional (aunque con el signo negativo) en la hoja de cálculo de datos fundamentales y estimaciones a futuro.

“Los bancos pueden traspasar o no a sus clientes las subidas de tipos, está en su mano”, comenta un experto financiero, “pero no hay barra libre. Si las principales entidades no trasladan las subidas de tipos y a la vez registran una mejora muy fuerte del beneficio, obviamente va a despertar el interés de los políticos y se arriesgan a pagar el precio en forma de impuesto. Al final, de un modo u otro acaban pagando”, remacha. Cabe recordar, asimismo, que la posibilidad de obviar las subidas de tipos está sobre la mesa porque la reducción del número de entidades ha aplacado, y mucho, la competencia entre ellas, como recordó el Banco de España.

Recuerda este mismo experto, no obstante, que el periodo ideal de depósitos baratos e hipotecas caras suele tener fecha de caducidad. Por limitada que sea la competencia entre las entidades, las subidas de tipos se acaban trasladando al cliente, aunque solo sea por la necesidad de contar con liquidez. Al cabo de unos dos años, apunta, el margen se normaliza. “Esto favorece el planteamiento de un impuesto temporal y no permanente”, añade.

Eso está por ver. Uno de los mantras clásicos de la administración pública es que, una vez un impuesto está en marcha, pocos responsables políticos están dispuestos a perder ingresos. Con todo, un impuesto permanente chocaría con el propio concepto de “beneficios caídos del cielo” que justifica esa aplicación de la tasa.

Es la nueva normalidad del sector bancario, para quien el colapso descontrolado de Lehman Brothers, del que se cumplirán 15 años este mes de octubre, marcó un antes y un después. Autoridades y gobiernos son desde entonces conscientes de la capacidad destructiva de una crisis bancaria. Y aunque la banca está (al menos sobre el papel) sujeta a un marcaje férreo de los supervisores, no es menos cierto que la tecnología acelera las fugas de depósitos y puede desatar un crisis de liquidez en cuestión de horas, sin que los detonantes tengan que ser necesariamente proporcionales a la magnitud del incendio: basta un castigo lo suficientemente severo del mercado para poner en jaque una entidad financiera. Y al final, si los bancos pueden remolonear con los depósitos es gracias a una configuración del sector decretada por la autoridad como reacción a la gran crisis que casi nos saca del euro.

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Sobre la firma

Nuño Rodrigo Palacios
(Barcelona, 1975) es subdirector de Cinco Días. Licenciado en Economía por la UAM, inició su carrera en CincoDías en 1998, especializándose en información financiera. Ha sido responsable de Mercados, de la edición Fin de semana y de la sección Cinco Sentidos. Redactor jefe a partir de 2007, de 2011 a 2021 se ocupó de la edición digital.

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