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Faro del Inversor
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Nieblas a corto plazo y a la espera de correcciones para comprar renta variable

La falta de referencias de los bancos centrales durante las próximas semanas deja huérfanos a los inversores

Wall Street
Operadores en la Bolsa de Nueva York. ReutersSpencer Platt (Getty Images)

Dejamos atrás el primer cuarto de este ejercicio 2023, con los mismos temas e interrogantes que, en esencia, dominaron la escena económica y de mercados en 2022. Es cierto que la coyuntura siempre nos depara sorpresas, más o menos pasajeras, como ha sido el caso del toque de atención bancario, a raíz de los eventos en Silicon Valley Bank (SVB) y Credit Suisse. Pero la estructura de fondo, en el gran ámbito financiero, sigue marcada por tres puntos básicos, con perspectivas distintas.

En primer lugar, naturalmente, está la macroeconomía con la inflación como principal protagonista. A pesar de las últimas caídas en los índices generales de precios, por el efecto base del comienzo de la guerra en Ucrania –y la subsiguiente subida en vertical de los costes de la energía– es mucho lo que queda por corregir en este ámbito, como claramente podemos observar en los datos de inflación subyacente. No obstante, si bien es cierto que no es descartable la aparición de nuevos desequilibrios, esencialmente efectos de segunda ronda derivados del enquistamiento de estos niveles de precios –por los niveles de inflación subyacente mencionados– sí parece igualmente que el “pico” de subidas de precios lo hemos visto ya: la senda de contención de inflación parece marcada, por más que la victoria final no parece inmediata ni mucho menos indolora.

Entre los efectos nocivos de esta lucha general contra los precios, la variable que se ve más afectada es el crecimiento. Recientemente hemos escuchado a la directora del FMI, Kristalina Georgieva, señalando que la economía mundial crecerá menos del 3% en los próximos cinco años, algo que no ocurría desde 1990. Irónicamente, la desaceleración de la actividad no es que sea una realidad: es una necesidad, si se quiere contener a la inflación. La gran pregunta es cómo de intensa será esta desaceleración. Ello va a depender, en gran medida, de la resistencia de la inflación a bajar, algo que llevaría a los bancos centrales a subir, aún más, los niveles esperados de tipos de interés.

Porque el segundo punto importante que concentra la atención de los mercados son los bancos centrales, en particular la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE). Llegaron tarde para comenzar a subir tipos, sin duda. La pregunta ahora es si se pasarán de frenada, en ese proceso de incrementos. El mercado ha ido modificando posiciones al respecto, en algunos momentos derivados de las palabras y actuaciones de los organismos monetarios, en otros debido a la publicación de datos macro consistentes con un menor o mayor crecimiento que el esperado. Es correcto afirmar que tanto la Fed como, sobre todo, el BCE han perdido parte de su credibilidad en un proceso, por cierto, bien difícil desde la aparición del Covid- 19. Pero también hay que decir que la guía que suponen para el mercado no se puede obviar. Y, en este sentido, no está de más comentar que durante el presente mes de abril no tendremos reunión de ninguno de los dos grandes bancos centrales mencionados. Es posible que ello deja un cierto sentimiento de orfandad en el mundo inversor, especialmente si las publicaciones macroeconómicas dieran muestras de que los precios siguen sin moderarse.

Dicho todo eso, no debemos olvidar que el final de este proceso, sin duda, pasará por una bajada de los tipos de interés actuales, una vez sea contenida la inflación. Es muy difícil determinar cuándo comenzará este nuevo ciclo que, sin duda, el mercado anticipará mediante una relajación de las tensiones en las curvas de deuda. Nadie descuenta, a día de hoy, una vuelta, ni mucho menos, a los tipos negativos de cotización de los bonos públicos, como era casi la norma antes de la pandemia. Pero tampoco parece probable que el precio del dinero se mantenga indefinidamente en los presentes niveles. Este escenario pondría de relieve no tanto la incapacidad de las economías y de los bancos centrales para luchar efectivamente contra la inflación –al final del día, como dijo en su momento la Fed, tal vez haya que pasar por una recesión para contener los IPC– sino, probablemente, nuevas variables no contempladas en la ecuación económica. Dentro de ellas, la geopolítica aparece como tema principal.

Si decimos “geopolítica” lo primero que nos viene a la cabeza será, sin duda, la atroz guerra derivada de la inaceptable invasión rusa de Ucrania. Este conflicto es el punto caliente de la política mundial y, su incierto devenir, enmarca una incógnita difícil de manejar por los inversores. Pero no solo es la guerra de Ucrania. También están las tensiones de occidente con China, tanto económicas como políticas y militares, con relación a Taiwán. Y, por supuesto, no debemos olvidar el recurrente problema del suministro de petróleo y las decisiones de producción de la OPEP, como ha pasado en estos días, y que han puesto algo de volatilidad y mayor precio en la cotización del barril de crudo. Estos movimientos, tanto China como el petróleo, como es lógico, cobran más fuerza en el contexto de la incertidumbre generada por la guerra.

Por todo ello, escenario nebuloso en el corto plazo, pero, con permiso de la geopolítica, más definido en el medio y largo plazo, que debería evolucionar hacia una mayor normalización de precios y tipos de interés. Ello sigue poniendo a la renta fija como un activo muy a tener en cuenta, si por perfil y plazo coincide con el inversor. En cuanto a la renta variable, salvo un cambio drástico del marco general, cualquier corrección como la habida a raíz de la crisis bancaria pasada, puede ser una oportunidad de compra futura. En este caso, los datos de crecimiento y expectativas de beneficios empresariales son determinantes…al menos, antes de llegar a ver si hacemos bueno el famoso sell in may.

Pedro del Pozo, director de Inversiones Financieras de Mutualidad de la Abogacía.

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