Cos pide a gobiernos, banqueros y accionistas más colaboración para evitar crisis bancarias
El presidente del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea reclama no bajar la guardia en los controles internos tras la reciente crisis
Los supervisores bancarios hacen su parte pero para evitar nuevos episodios de crisis financieras como las sucedidas con Silicon Valley Bank o Credit Suisse es necesaria una mayor implicación de gobiernos, banqueros y accionistas. Ese es el mensaje que ha lanzado Pablo Hernández de Cos en su intervención de hoy en Washington en calidad de presidente del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, la máxima autoridad mundial en lo que a vigilancia de las entidades financieras se refiere. Según Cos, los riesgos que plantean una inflación elevada, un menor crecimiento y las tensiones geopolíticas van a seguir ahí, siendo “tan relevantes hoy como a principios de marzo”, lo que hace necesaria “la aplicación plena y coherente de las normas pendientes de Basilea III”, fundamental para salvaguardar la resistencia del sistema bancario.
La intervención de hoy de Cos ha sido hasta el momento la declaración más amplia por parte del BIS sobre las turbulencias financieras de las últimas semanas, que han sido en palabras de Cos, el primer test de estrés “real” para el sistema financiero global desde la Gran Crisis Financiera, teniendo en cuenta que la crisis de la pandemia tuvo un origen exógeno, no financiero.
La primera reflexión de Cos apunta a por qué algunos bancos han fallado en ofrecer unos parámetros básicos en la gestión de riesgos y el gobierno corporativo. Y en este sentido lanza una crítica por las malas prácticas bancarias de las entidades que han acabado en la quiebra. “Pasar directamente a debatir las implicaciones reguladoras y supervisoras de los últimos acontecimientos equivale a perdonar a los bancos por no cumplir con sus responsabilidades primarias y, del mismo modo, a los accionistas por no ejercer la diligencia debida”, aseguró Cos en su intervención en una mesa redonda organizada en Washington por el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF). Así, el también gobernador del Banco de España, apuntó a que los directivos bancarios deben reaccionar de manera responsable a situaciones como un rápido crecimiento del balance, una excesiva dependencia de una fuente de financiación concreta o un creciente número de incidentes de mala conducta. En definitiva, al tipo de situaciones que llevaron al colapso a SVB, que registró un fulgurante aumento de sus depósitos, para invertirlos después en deuda, y concentró su base de clientes en las fintech, o a Credit Suisse, que acumuló años de multas y escándalos financieros.
Cos no ha mencionado a entidades concretas, aunque su mensaje sí ha estado muy dirigido a los legisladores. No en vano, lo sucedido en la banca regional de EE UU es en gran parte consecuencia de la decisión del gobierno de Donald Trump por la que se rebajaron las exigencias de capital y liquidez a los bancos medianos, al reducirse el listón a partir del que se considera un banco sistémico desde los 250.000 millones de dólares de activos a los 50.000 millones. “La privatización de las ganancias de la banca y la socialización de pérdidas extremas no es un resultado aceptable. Sin embargo, los grupos de presión financieros son fuertes, y las tentaciones de una “carrera por el crecimiento” son poderosas”, ha reconocido Hernández de Cos.
El presidente del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea ha hecho un llamamiento a seguir avanzando en la supervisión bancaria, y a que no sea únicamente un deseo de los supervisores la búsqueda de fórmulas para la preservar la solidez del sistema financiero. “Me refiero a un conjunto más amplio y en la medida en que facilita, o dificulta, la capacidad de los supervisores para tomar decisiones que pueden ser impopulares”, señaló. En un mensaje para los legisladores, ha señalado que las recompensas de las duras decisiones de supervisión necesarias para evitar las crisis bancarias rara vez son visibles o claras, mientras que “el éxito de la supervisión se queda huérfano”. En este sentido, ha reclamado que “es fundamental que todos aplaudamos y apoyemos la capacidad de un supervisor para ejercer su criterio y decir a un banco que su apalancamiento o transformación de vencimientos es demasiado elevado, o que su modelo de negocio es insostenible”.
La implementación de la normativa de Basilea III; según ha recordado Hernández de Cos, ha permitido reforzar la resistencia del sistema financiero global, de modo que el apalancamiento se ha reducido a la mitad desde 2011, al tiempo que los activos líquidos de las entidades se han más que duplicado en ese tiempo, hasta los 12,5 billones actuales. “Estas reformas han contribuido a contener las consecuencias de la reciente crisis bancaria”, ha defendido.
El supervisor sí reconoce que la normativa de Basilea III no persigue crear un régimen de riesgo bancario cero pero sí defiende que tales normas “pretenden ser una base mínima mundial: las jurisdicciones son libres de ir más allá, y se les anima a hacerlo, en función de las características de sus sistemas bancarios”. Y contra el riesgo de perder en los buenos tiempos la memoria de lo sucedido en el pasado, cuando surge la falacia de “esta vez es diferente”, Cos insiste en ser fiel a la regulación bancaria. “Los beneficios de Basilea III para la estabilidad financiera sólo pueden garantizarse si las normas se aplican según lo previsto”, concluye.
El presidente del Consejo de Estabilidad Financiera, el organismo internacional surgido en 2009 tras la crisis de Lehman Brothers y que coordina a nivel global a los supervisores e instituciones financieras de los países del G20, también se ha mostrado en la línea defendida por Cos de seguir trabajando para fortalecer el sistema financiero. En una carta a los ministros de finanzas del G20, que se reúnen hoy y mañana en Washington, el presidente del FSB Klass Knot, ha reconocido que “la estabilidad financiera se ha vuelto más difícil las últimas semanas como consecuencia de las turbulencias en el sector bancario”. Y ha avanzado que el FSB trabaja de forma estrecha con el Comité de Basilea de Supervisión bancaria para extraer las lecciones que deja lo sucedido y para establecer las consiguientes prioridades en sus políticas.
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