Kroos y la idea de jubilarse a los 34: ¿qué hacen los deportistas tras colgar las botas?
El inmobiliario suele ser uno de los sectores preferidos de los jugadores para invertir. La dificultad para compaginar formación y una carrera de élite es un problema a solucionar
Jubilarse a los 34 años. A buen seguro que más de una persona lo ha deseado al escuchar sonar el despertador a las claras del día. Es lo que va a hacer Toni Kroos, según anunció la semana pasada. El madridista ha decidido colgar las botas, tras 10 temporadas en el club blanco, una vez que acabe la Eurocopa que se juega este verano en su país de origen. Cumple así con su idea de irse cuando aún está en la cima de su carrera, y no alargarla en una competición de inferior nivel, pero mejor sueldo, en algún rico emirato. Sus planes de futuro más inmediatos, según ha contado, están ligados al fútbol, mediante una academia con su nombre en Madrid en la que se enseñe a niños y niñas a jugar, así como una liga en Alemania similar a la Kings League, que impulsó en España otro exjugador, Gerard Piqué, junto al creador de contenidos Ibai Llanos.
El aún madridista, además, fundó en 2020 Kroos Properties XXI, una empresa para la promoción y al alquiler de propiedades, entre otros fines. El ladrillo, de hecho, es una de las opciones preferidas de los exdeportistas para invertir. “Al sector inmobiliario no hay que dedicarle tanto tiempo y atención en un momento de tu carrera en la que estás centrado en la competición y en descansar para tener el mejor rendimiento”, asegura Aitor Ocio. Habla por experiencia, ya que siendo futbolista en activo fundó el grupo promotor ABU junto a Jesús Vera, actual presidente de la firma.
El que fuera jugador del Sevilla F.C y el Athletic de Bilbao se ha unido recientemente con Colliers para lanzar la línea de servicios Sports & Estates. Con ella se pretende asesorar a deportistas profesionales, y personas de su entorno, en sus inversiones inmobiliarias. “A veces una decisión equivocada puede ser un lastre durante mucho tiempo. Por eso les ofrecemos, de manera gratuita y divulgativa, que puedan escuchar a profesionales”, explica Ocio, que actualmente cuenta entre sus negocios con un centro de medicina estética, un spa y una empresa de conservas de lujo, Roi&Co.
Eric Sánchez también encontró en el ladrillo su ocupación cuando dejó las canchas de baloncesto, tras su paso por equipos como el Caja San Fernando o el Obradoiro. Pero en su caso lo ha aunado con la tecnología, gracias a su carrera de Ingeniería Informática, y ha fundado Reental, compañía dedicada a la tokenización de inmuebles. Es decir, la firma compra edificios, les da un valor y los fracciona en participaciones digitales, o tokens, para vender a inversores, que cobran una rentabilidad por los derechos económicos derivados de la explotación del inmueble, pero que no son propietarios del mismo. Por ahora, tiene 16.000 usuarios de 81 países, según los datos facilitados por la firma.
Síndrome del impostor
“La realidad es que el inmobiliario en España está unido a cualquiera con algo de dinero, que lo primero que piensa es en invertir en ladrillo. Es la inversión que todos conocemos”, asegura Sánchez. Reconoce que él emprendió “por obligación”. “A quién le iba a pedir trabajo. ¿Qué le iba a decir, que era un buen jugador de equipo? Te ves fuera del mundo real”, añade, antes de afirmar que sintió el conocido como síndrome del impostor cuando comenzó en el mundo de los negocios, y pasó de ir “todo el día en chándal a llevar chaqueta”. Y compara el “optimismo” que debe tener un emprendedor con el de un jugador. “Un deportista al nivel que yo he jugado debe ser optimista, porque tenemos contrato cada año, lo que hace que depende de cómo juegues, se decide dónde estarás la temporada siguiente y cuánto vas a cobrar. Así que o eres optimista, o aparcas las zapatillas”.
La sensación de impostor de la que habla Sánchez también la vivió Jorge Garbajosa, presidente de FIBA Europa, aunque él la compara con ser “un polizón”. El campeón del Mundial de baloncesto de Japón 2006 con la selección española sostiene que la imagen de “hombres y mujeres perfectos” que se puede tener de los deportistas ayuda “muy poco en la transición” tras la retirada. “Te ven jugando en la cancha y automáticamente dicen ‘qué majo, cómo trabaja, cómo se esfuerza, pero solo sabe jugar al baloncesto’. Muchas veces las empresas o el ecosistema fuera del baloncesto nos ven como gente maja que no tiene ese colmillo que exige la sociedad. Romper con esa imagen es complicado”.
Tanto Garbajosa como Sánchez reivindican que durante una carrera deportiva se adquieren aptitudes que hoy en día requieren las empresas, como son el liderazgo y el trabajo en equipo. “No necesitas leer libros sobre ello o hacer un curso, ya lo llevamos aprendido”, defiende el exjugador del Real Madrid y Unicaja.
En lo que están de acuerdo todos los entrevistados es en la importancia de la formación a la hora de estar preparados para afrontar una vida lejos de la competición, así como en las dificultades que se encuentran los deportistas que quieren tenerla.
Sánchez cuenta que comenzó a cursar Ingeniería de telecomunicaciones, “pero solo podía ser presencial”, y cuando empezó a jugar a nivel profesional, no sabía en qué ciudad iba a vivir cada año. “Me cambié a Informática porque era la única ingeniería que podía hacer en la Uned. Quería tener una carrera cuando terminara. Es verdad que en España no es fácil. De hecho, estuve a punto de irme a Estados Unidos, donde se compagina jugar en la universidad con los estudios. Pero empecé a ser profesional y me quedé”.
Ocio también se vio obligado a dejar sus estudios de Humanidades y Empresa en la Universidad de Deusto, por la falta de facilidades para compaginar clases y éxamenes con partidos y entrenamientos, en “años que son fundamentales”. “No había ayuda para, por ejemplo, hacer un examen en otra fecha. Era mucho esfuerzo para al final no alcanzar un objetivo, lo que genera frustración y al final te lleva al abandono”, afirma el jugador, que tiene “la espinita clavada” de no haber acabado la carrera. Para que la historia no se repita, su hija, que también juega al fútbol, va a continuar su formación académica en Estados Unidos. “El modelo allí es un ejemplo. Entre los 18 y los 22 años, el deportista tiene la oportunidad tanto de competir como de estudiar a un nivel muy alto. Les permite culminar sus estudios, sin tener que abandonar el deporte. Y luego poder continuar, si se dan las circunstancias, como profesional”.
Asegura Garbajosa, presidente de FIBA Europa, que entre las nuevas generaciones de deportistas están “bastante más concienciadas” sobre la importancia de la formación para el futuro, y que clubes y organizaciones les están ayudando. Pone como ejemplos el programa de la ACB y el Johan Cruyff Institute para que jugadores de la Liga Endesa adquieran nociones empresariales, de marketing y financieras, así como las iniciativas Wilead y Time Out, impulsadas por la FIBA.
“Prepararte te permite tomar mejores decisiones y tener más posibilidades de éxito, aunque no te lo asegure al 100%. Lo que sí es una garantía es que una mala decisión es casi una receta para el fracaso”, sostiene Luis Scola, exjugador de los Houston Rockets de la NBA y actual consejero delegado del Varese Basket italiano. Partiendo de su experiencia, defiende que “es muy difícil” dedicar varias horas al día a pensar en el futuro cuando se tiene que estar “al cien por cien” centrado en la carrera deportiva. “Lo normal es que a los 18 los chicos vayan a la universidad, se formen, hagan cosas de jóvenes, se vayan educando, creciendo, comiencen a trabajar y progresen en sus carreras. Cuando están en puestos de responsabilidad han pasado 15 años y es cuando llega el dinero, las oportunidades y las decisiones. En el deporte es lo opuesto. Primero llega todo esto, y cuando estás mentalmente preparado y eres maduro, es cuando se termina la carrera”.
A veces, ese final es más precipitado de lo esperado, a causa, por ejemplo, de una lesión. Por ello, Ocio aboga por tener siempre “una alternativa, un plan b. No tiene que ser una carrera, pero sí unas inquietudes. No todo el mundo tiene las aptitudes para ser entrenador, que es una de las salidas naturales”. Y reitera en su defensa de “no abandonar los estudios”, especialmente aquellos que en categorías como cadete o juvenil “ya tienen representantes y se les nubla la cabeza”, ya que “son pocos los que llegan a la élite”.
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