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David Tepper, el rey de la inversión en deuda basura y que ahora apuesta por Alibaba

El fundador del fondo Appaloosa Management tiene una fortuna de 18.600 millones, construida con la compra a precio de derribo de activos muy deteriorados

David Tepper, el gestor de fondos y propietario del equipo de fútbol americano Carolina Panthers.
David Tepper, el gestor de fondos y propietario del equipo de fútbol americano Carolina Panthers.Reuters (Reuters)
Miguel Moreno Mendieta

David Tepper (Pittsburgh, Pennsylvania, 1967) se ha hecho famoso en Estados Unidos no solo por ser uno de los mejores gestores de fondos de la Historia, sino por el deporte. En 2018, tras comprar un equipo de fútbol americano, empezó a ser una figura pública en los periódicos generalistas, no solo en los canales financieros. Pero su faceta como empresario deportivo no hace justicia a sus rendimientos como gestor de un fondo de inversión libre (hedge funds, en la jerga): los Carolina Panthers, equipo por el que pagó 2.200 millones de dólares (unos 2.000 millones de euros), lleva años de malos resultados y los aficionados están que trinan. Tepper llegó a lanzar cerveza a la cara a uno de ellos tras ser increpado en un partido.

Su faceta principal, la de gestor de fondos, sigue yendo sobre ruedas. Sus inversiones financieras no paran de revalorizarse, llevando su fortuna por encima de los 20.000 millones de dólares (18.600 millones de euros). Ahora, el fondo de Tepper, Appaloosa Management, tiene una fuerte exposición a los grandes gigantes tecnológicos de Estados Unidos -Amazon, Nvidia, Microsoft, que llevan dos años excepcionales- junto con una apuesta clara por el gigante chino del comercio electrónico, Alibaba, la compañía con más presencia en su cartera. Pero no siempre invirtió en gigantes conocidos por todo el mundo.

La carrera de Tepper empezó a despegar en 1985, cuando fichó por el banco Goldman Sachs como analista de deuda empresarial. Desde el principio, se convirtió en un experto en la compra de bonos basura: la adquisición de renta fija de empresas al borde de la bancarrota, que cotizan por los suelos, pero a la que se puede sacar mucho provecho si se tiene el temple adecuado.

Su prueba de fuego tuvo lugar el llamado lunes negro de Wall Street, en 1987, cuando la Bolsa de Estados Unidos se hundió un 22,6% en una sola sesión. En aquellos días, varias entidades financieras desmantelaron por completo sus mesas de negociación de bonos basura. Nadie quería comprar la deuda bancaria porque no sé sabía qué bancos iban a quebrar. Pero Tepper y su equipo de Goldman Sachs sí que lo hicieron. Empezaron a adquirir bonos a precios irrisorios. Cuando las aguas volvieron a su cauce y las valoraciones se normalizaron, este equipo de gestores había ganado una fortuna.

Curiosamente, ese éxito sentenció su futuro en Goldman. El que era su jefe directo, Jon Corzine (luego volveremos con él), no le tenía en mucha estima y evitó que se convirtiera en socio del banco de inversión. Eso empujó a Tepper a dejar la entidad y a montar su propia gestora de hedge funds, Appaloosa Management, en honor a una raza de caballos utilizada por el pueblo indígena Nez Perce, originarios de Idaho (la película del mismo nombre dirigida y protagonizada por Ed Harris llegaría años después).

Gestionando su propio vehículo de inversión David Tepper estaba en su salsa. Su ámbito de actuación, el de los bonos basura, era una de las áreas más difíciles, pero también de las que tenía más potencial en los 90. En 1998 el fondo de Tepper empezó a comprar deuda emitida por el Gobierno ruso, esperando en que no suspendiera pagos, a pesar de la terrible situación económica que provocó la Caída del Muro y la desmembración de la Unión Soviética. Al final, el 17 de agosto, Moscú decidió que no podía atender su deuda, impuso una moratoria de pagos y empezó a negociar con sus acreedores. El fondo de Appaloosa perdió cientos de millones de dólares. Tepper decidió seguir comprando bonos rusos a precio de saldo. Unos meses más tarde, la estrategia dio sus frutos y el fondo cerró el año con un retorno del 60%.

Años después, en 2003, el gestor compró bonos de las compañías que protagonizaron las mayores quiebras empresariales de la historia: Enron, WorldCom y el gigante de los seguros Conseco. Cuando salieron de la suspensión de pagos y su deuda se revalorizó, Appaloosa subió nada menos que un 148%.

Durante la crisis de las hipotecas subprime, en 2008, el magnate de los fondos de cobertura invirtió casi 2.000 millones de dólares en titulizaciones de créditos empresariales emitidas por la aseguradora AIG, un activo con mucha mayor calidad que las hipotecas basura, pero que nadie quería comprar. Cuando el Gobierno estadounidense intervino para garantizar la supervivencia de los bancos, Appaloosa ganó 7.000 millones de dólares solo con esta apuesta. Las inversiones de David Tepper durante la gran crisis financiera se consideran a menudo como unas de las mejores operaciones jamás realizadas.

Ahora bien, para aguantar la presión de comprar activos que al resto le queman en las manos hay que tener mucha sangre fría y mucha personalidad. Tal y como contó un colaborador a la revista New York Magazine, el gestor tenía en su despacho de Nueva York una enorme escultura de latón de un par de testículos dorados, con un cartel donde se leía: “el activo más valioso de todos los tiempos”.

A golpe de operación y de testosterona, Tepper se ha convertido en uno de los mejores gestores de su generación. De acuerdo con los últimos datos la firma LCH Investments, Appaloosa Management ha generado retornos para sus clientes por valor de 35.000 millones de dólares. Su récord lo logró en 2013, cuando Tepper ganó 3.500 millones de dólares en un solo ejercicio.

Para alcanzar la cumbre, además de su flirteos con la inversión deportiva, también ha sido donante de los dos grandes partidos y se ha convertido en un importante mecenas de varias instituciones educativas. En una trayectoria así no puede faltar una ostentosa mansión en la privilegiada zona de los Hamptons, al norte de Nueva York. Una operación inmobiliaria con una importante dosis de venganza, porque la propiedad se la compró, por 43 millones de dólares, a la ex mujer de Jon Corzine, el que fuera su jefe en Goldman Sachs, y responsable de que no se llegara a convertir en socio. En cuanto adquirió la casa, la derribó y se hizo una el doble de grande. “Sí, podríamos decir que así se ha hecho un poco de justicia”, explicó el financiero.

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Sobre la firma

Miguel Moreno Mendieta
(Madrid, 1979) es licenciado en Derecho y Economía por la Universidad Carlos III. También cursó el Máster de Periodismo de El País. Se incorporó al periódico Cinco Días en 2006, tras pasar por la web de El País y Mi cartera de Inversión. Escribe sobre el sector financiero, con un foco especial en fondos de inversión y los seguros.
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