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BTA Arquitectura, el estudio que cuida del bienestar de los mayores

Con 35 años de experiencia, se especializa en residencias asistidas y rehabilitación histórica. Empieza a exportar a Suiza su innovación en el diseño y construcción de hogares geriátricos

BTA Arquitectura
Fotos: Albert Trepat

Este estudio barcelonés, con tres décadas y media de experiencia, mantiene una doble especialización: el diseño y construcción de hogares para personas mayores dependientes y la rehabilitación de edificios patrimoniales. Y aunque en esta última cuenta en su haber con un ejemplo emblemático, como la restauración del Invernadero de la Ciutadella, el peso relevante de su facturación, que el año pasado alcanzó los 1,2 millones de euros, es el diseño de residencias asistidas. “Fundamentalmente, debido a mi trayectoria personal”, explica Marc Trepat, uno de sus socios actuales, “pues en la década de los noventa estuve vinculado al Departamento de Bienestar Social de la Generalitat de Cataluña, y visitaba decenas de estos centros”. De hecho, asegura que las conocía todas, “y, visto ahora con perspectiva, la situación era manifiestamente mejorable”.

A mediados de la década pasada, y tras las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la estructura del estudio se resentía. “Y nos dimos cuenta de que una firma de arquitectura no puede pretender sobrevivir pensando que es capaz de hacer cualquier tipo de edificio”. Así, con su socia Marta Urbiola, recuperaron los conocimientos normativos sobre las residencias que atesoraba.

Fachada posterior y patio de recreo de la Residencia de Sant Adrià de Besòs.
Fachada posterior y patio de recreo de la Residencia de Sant Adrià de Besòs.Albert Trepat

Y para ponerse al día, “como no había jornadas, ni cursos especializados sobre arquitectura para mayores, efectué hasta siete viajes geroasistenciales, a Japón, a Alemania, a Estados Unidos... Países líderes en el cuidado de esta población, para identificar las mejores prácticas e implementarlas aquí”.

En 2017, BTA Arquitectura comenzó a pensar cómo podía diseñar y construir residencias “que se pareciesen al modelo nórdico de unidades de convivencia”. Pero con los presupuestos que se manejan por estos lares, “y teniendo en cuenta que la cultura política mediterránea, es francamente diferente a la nórdica...”. Trepat recuerda que se les ocurrieron algunas soluciones para ofrecer un entorno familiar y personalizado que favoreciera el bienestar de los mayores que costó que el sector comprase.

La salida al exterior llega con el relevo generacional

Mercados. Aunque cada país tiene su normativa, BTA Arquitectura ya ha puesto una pica, no en Flandes sino en Suiza, donde mantiene un acuerdo con un estudio helvético para participar en algunos concursos y poder trasladar así su saber hacer en el terreno de las residencias asistidas: una arquitectura centrada en las personas, con espacios viables y eficientes.

Sangre joven. Esta iniciativa ha partido de Marc Romà Trepat, hijo de uno de los dos fundadores, y ahora, tras un primer relevo generacional en la composición societaria del estudio, uno de sus propietarios; junto a su padre y a Marta Urbiola. El resto del equipo lo conforman otros siete arquitectos, aunque Antoni Batllori, el otro fundador, pasa, como él mismo dice, más tiempo retirado que en activo.

“Hasta que alguien lo hizo. Las pusimos en práctica, funcionaron muy bien, y nos sorprendió la pandemia. De repente, lo que llevábamos años intentando instaurar, se volvió imprescindible: porque las unidades de convivencia han demostrado ser más resilientes, también en situaciones como aquella”.

A partir de ese momento, llegó la recompensa; en forma de encargos por toda España. “La verdad es que llevamos dos o tres años excepcionales, con alzas del 25% en nuestra facturación”, indica. “El problema es que, en el último año, los costes de construcción y los de financiación están dificultando mucho la viabilidad de nuevas operaciones”.

En todo caso, este arquitecto apasionado, que rehúye hablar de su inexorable jubilación, no tiene miedo. “Las crisis son buenas: te hacen mejorar personal y profesionalmente, porque como no tienes intención de hundirte acabas encontrando una salida, casi siempre fuera de la caja”.

El equipo de BTA Arquitectura, con sus socios fundadores al fondo, en el centro.
El equipo de BTA Arquitectura, con sus socios fundadores al fondo, en el centro.

Y además, para compensar la falta de actividad en ese segmento está su socia Urbiola, otra de las propietarias del estudio. Una profesional con experiencia que lidera el departamento de rehabilitación: un equipo pluridisciplinar de apasionados por la recuperación de edificios patrimoniales. “Cada proyecto es un viaje único al pasado, un reto para recuperar la esencia de un edificio e integrarlo en el presente con sensibilidad y respeto”.

BTA Arquitectura no solo recupera su imagen original, sino que lo lleva a cabo con materiales y técnicas tradicionales. ¿El resultado? Edificios que respiran vida, que hablan de su pasado y se adaptan al presente con elegancia, como el mencionado Invernadero de la Ciutadella. “Un ejemplo de cómo se puede dar nueva vida a la Historia, convirtiendo edificios patrimoniales en espacios vibrantes para las generaciones actuales y futuras”.

La ventaja de vivir en un piso compartido con entre 10 y 20 personas

Una unidad de convivencia es, según explican en BTA Arquitectura, como un piso compartido por entre 10 y 20 personas mayores. Solo que goza de mucha más superficie para albergar sus habitaciones. “Cada una con su baño o algunas con el aseo compartido, y un espacio de convivencia que tiene una pequeña cocina, e incluso a veces una minilavandería. El conjunto conforma una pieza aparte, por así decir, dentro de la residencia”, detallan.

Así, el edificio cuenta con una planta baja, donde habitualmente hay espacios comunes para que puedan socializar personas mayores de diferentes unidades de convivencia. Y donde se ubican también los servicios al residente, como pueden ser peluquería, podología médica, enfermería, sala de fisioterapia, de estimulación...

¿Por qué funcionan mejor las residencias asistidas que las tradicionales? Porque están pensadas para personas con un grado de dependencia relativamente elevado, que tienen aparejado un problema cognitivo, que les provoca fundamentalmente la pérdida de la capacidad de entender lo que sucede a su alrededor. “Y la única manera que de minimizar los estímulos negativos es reduciendo la cantidad de personas que conviven en un espacio, buscar entornos más amplios para evitarles el agobio que siempre ocasiona la multitud”, señalan. 

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