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Canadá, el nuevo horizonte comercial que se abre en infraestructuras y alimentación

El Gobierno canadiense cuenta con un plan inversor de 12.400 millones en transporte público, puertos, redes y energía limpia. Hay hueco para el vino español tras la retirada del de EE UU

Comercio exterior España Canadá Gráfico
Daniel Alonso Viña

Junto a los grandes grupos de infraestructuras españoles que llevan años trabajando en Canadá, han llegado otras empresas más pequeñas. Es el caso de Rosa Tijeras, fundadora de Edge of the World, una firma de ingeniería especializada en diseño estructural y geotécnico con operaciones en Toronto. Esta firma forma parte de EWE+, con raíces en Barcelona. “Llegué en 2017 y no conseguí mi primer contrato hasta año y medio después”, recuerda Tijeras. “No es el país del pelotazo, pero tiene mucha seguridad jurídica, donde los pagos llegan religiosamente y los márgenes son más altos que en España”, afirma.

Pocas áreas simbolizan mejor la huella española en Canadá. Empresas como Acciona, FCC, Ferrovial, Sacyr o Dragados operan desde hace años en el país, especialmente en proyectos de transporte urbano y construcción subterránea. El Gobierno canadiense ha emprendido una ambiciosa estrategia de inversión en infraestructuras a través del Investing in Canada Plan, con una asignación de más de 180.000 millones de dólares canadienses (122.400 millones de euros) hasta 2028 para renovar el transporte público, los puertos; instalar energías limpias, redes inteligentes y crear espacios naturales. “Canadá ha hecho una inversión muy grande en infraestructuras, pero no tiene experiencia propia suficiente”, explica Susana Hernández, secretaria general de la Cámara de Comercio de España en Canadá.

Barreras invisibles

En un país con la segunda mayor superficie del mundo, una economía estable, una clase media consolidada y fuertes lazos con Estados Unidos y Europa, la Cámara de Comercio española en Canadá apenas acaba de obtener su reconocimiento oficial. Fue el pasado 27 de marzo de 2025. “Solo quedaba Canadá entre los grandes países de América donde España no tenía una Cámara”, apunta Hernández. La creación de esta institución refleja un cambio de ciclo: las empresas españolas miran cada vez con más atención al país que durante tantos años había quedado olvidado al norte de EE UU.

Hay seguridad jurídica, buenos márgenes y estabilidad, aseguran las compañías establecidas

Tiene poco más de 40 millones de habitantes repartidos en una extensión que multiplica por 20 la de España. Esa baja densidad poblacional, combinada con un sistema federal descentralizado, plantea retos únicos para las empresas que buscan operar a escala nacional. “Cada provincia tiene sus propias normas, su parlamento, y hasta se aplican impuestos al mover mercancías de una provincia a otra”, aclara Hernández. Esta fragmentación normativa obliga a las compañías extranjeras a elegir con cuidado su punto de entrada. La descentralización, sin embargo, no ha impedido el crecimiento del comercio bilateral. En 2024 España exportó bienes a Canadá por valor de 2.204 millones de euros, mientras que las importaciones desde ese país ascendieron a 2.306 millones, según los últimos datos del Icex. El déficit comercial se ha reducido un 84,5% frente a 2023, reflejando una mejora en la balanza comercial.

Más de 5.700 pequeñas y medianas empresas españolas exportan ya al país norteamericano

Los productos industriales y agroalimentarios concentran buena parte de las ventas, en particular maquinaria, partes de automóviles, vino, aceite de oliva y conservas. En sentido inverso, Canadá envía a España combustibles, minerales, cereales y productos farmacéuticos. El tejido empresarial es cada vez más denso: 5.753 pymes españolas exportaron a Canadá en 2023, y 4.070 importaron productos desde allí, según el Club de Exportadores.

La entrada en vigor provisional del Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA) entre la Unión Europea y Canadá en 2017 marcó un punto de inflexión en la relación bilateral. El tratado ha eliminado el 99% de los aranceles sobre productos industriales y agroalimentarios, ha facilitado el acceso a licitaciones públicas canadienses y ha simplificado muchos de los trámites aduaneros para las empresas europeas. Desde entonces, el comercio no ha dejado de crecer. “Las cifras reflejan una diversificación clara y una creciente implicación de las pymes en el comercio internacional”, señala Antonio Bonet, presidente del Club de Exportadores.

El nacionalismo abre puertas

Aunque el CETA ha facilitado el acceso a este mercado, ha sido la política exterior de EE UU la que ha abierto, de forma indirecta, una ventana de oportunidad para los productos europeos. Desde que el presidente Donald Trump impuso aranceles a ciertos bienes canadienses, el país ha experimentado un repunte del nacionalismo económico que afecta al consumo diario. “En todas las tiendas ves pegatinas que dicen made in Canada; la gente prioriza el producto nacional frente a cualquier otro”, cuenta Hernández. Esta reacción ha tenido efectos: “Un importador que vendía quesos de todo el mundo me dijo que ya no, que ahora solo compra canadienses”, añade. Pero este cierre relativo al producto estadounidense también ha dejado espacio para opciones europeas. “El vino de California ha desaparecido de las estanterías, y eso ha dejado más hueco para el vino español”, augura.

Actividad esencial

Aceite de oliva. España exporta unas 50.000 toneladas anuales de aceite de oliva a Canadá, según Rafael Pico, de Asoliva, la Asociación de Exportadores de Aceite de Oliva. Cree que el país reconoce y valora la calidad del producto español, y eso ha permitido recuperar el liderazgo frente a Túnez o Italia.  


Vino. La retirada de vinos de California por parte de los distribuidores canadienses ha abierto espacio para el vino español y pequeñas y medianas empresas venden con mucho éxito productos como la paella o el jamón, que en algunos casos se corta y se envasa allí.   


Productos gourmet. El mercado canadiense está muy sensibilizado con la salud y la sostenibilidad, valores intrínsecos del producto español. Cristina Peña, profesora de OBS Business School y directora de TuComex, opina que, precisamente por eso, el exportador español tiene que doblar su apuesta: “Aquí no tienen problema en pagar más por cosas prémium. Hay que poner los productos más caros”, sostiene.

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