Ir al contenido
_
_
_
_

Irlanda: la economía favorita de las multinacionales se tambalea por Trump

El país se ha consolidado como uno de los principales exportadores globales en el sector farmacéutico y como la puerta de acceso de las tecnológicas a Europa. Esto le ha generado un inmenso superávit comercial con el gigante norteamericano, que ahora busca equilibrar la balanza de comercio con medidas arancelarias

Luis Alberto Peralta
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministr irlandés, Michael Martin, levantan un cuenco de tréboles antes del Día de San Patricio en la Casa Blanca

La que hasta hace unos meses era una de las economías más vibrantes de Europa se tambalea hoy por las nuevas políticas arancelarias de Estados Unidos. Irlanda, un país que durante las últimas décadas ha servido como punto de acceso para las grandes compañías estadounidenses al mercado europeo, ahora teme que las multinacionales retornen a tierras del gigante norteamericano y que se lleven consigo los empleos y los tributos que aportan. Así, el Gobierno de Dublín intenta mediar entre Washington y Bruselas para proteger la bonanza económica que les ha convertido en uno de los principales exportadores farmacéuticos del mundo y en una base de operaciones para los gigantes de Silicon Valley en el Viejo Continente. Sin embargo, la Administración de Trump quiere recuperar estas industrias.

Irlanda depende profundamente de su relación económica con EE UU. Si bien las economías europeas con mayores exportaciones de servicios fuera de la UE en términos absolutos son Irlanda, Alemania, Francia, Países Bajos y España, la isla presenta una mayor dependencia de estos flujos, con más del 60% de sus exportaciones de servicios dirigidas a mercados extracomunitarios (principalmente a EE UU). Asimismo, la proporción de exportaciones del país a Estados Unidos también es mayor que la de otros territorios europeos, como el Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, España o Países Bajos.

En este contexto, Irlanda emerge como un caso especialmente vulnerable a los caprichos de Trump. “Estados Unidos es el principal socio comercial bilateral de Irlanda, con un comercio total de bienes y servicios que supera el 50% del PIB irlandés, incluyendo exportaciones e importaciones. En 2024, Irlanda exportó 73.000 millones de euros en bienes a este país, lo que representa el 32% del valor total de las exportaciones”, expresa un análisis reciente de JP Morgan.

Dicho esto, los analistas del banco estadounidense agregan que el “nuevo orden comercial global” genera dos riesgos políticos principales para la economía irlandesa. En primer lugar, se presentan los posibles aranceles comerciales que pueden afectar al comercio entre Europa y Estados Unidos, tanto directa como indirectamente. En segundo lugar, se ubican los posibles cambios en las políticas fiscales que favorezcan el retorno de empresas a territorio estadounidense, incluyendo propuestas para reducir el tipo impositivo del 15% para la producción nacional estadounidense (frente al 21% actual).

“En nuestra opinión, Irlanda es particularmente vulnerable en el contexto europeo. EE UU es el principal socio comercial de este país, con un 32% del total de las exportaciones irlandesas de bienes, aproximadamente el 10% del PIB, en comparación con otras regiones europeas clave donde EE UU representa hasta el 15% de las exportaciones totales [aproximadamente el 3% del PIB de la UE en promedio]”, indican desde JP Morgan.

Cabe destacar que, en base a los cálculos de la Cámara de Comercio estadounidense en Irlanda, actualmente unas 970 compañías estadounidenses tienen filiales registradas en el país. Estas empresas representan 211.000 empleos directos en la economía gaélica, según la entidad.

Balanza comercial

Las medidas de Trump pueden golpear a lo largo del ecosistema celta. De hecho, el Banco Central de Irlanda (BCI) ha recortado sus pronósticos para la economía de la isla. “Los riesgos para las perspectivas de crecimiento se mantienen firmemente a la baja, dado que ha aumentado el riesgo de tensiones comerciales globales más pronunciadas. Al ser una economía pequeña y abierta con amplios víncu­los comerciales y de inversión extranjera directa (IED) con Estados Unidos, la economía, las finanzas públicas y el mercado laboral irlandeses están altamente expuestos a cambios en la política económica estadounidense y a cualquier deterioro general del entorno comercial global”, manifiestan desde la entidad.

Los republicanos tienen la mira puesta sobre todo en sectores que impulsan el desequilibrio comercial. Las cifras más recientes indican que la isla exportó 72.600 millones de euros a Estados Unidos en 2024 y que alcanzó un superávit en el apartado de bienes estimado en 50.000 millones de euros (un desbalance similar al que tiene Alemania). Sin embargo, en cuanto a servi­cios, el país presentó un déficit de 134.000 millones de euros en 2023 (último dato disponible), una desigualdad que no se considera en los calculos de Trump.

“Irlanda presenta un déficit comercial general con EE UU, dado que la magnitud del déficit en el comercio de servicios supera el superávit en el comercio de bienes. Aproximadamente la mitad del valor de las exportaciones irlandesas proviene de insumos de origen extranjero, siendo EE UU la fuente más importante de dichos insumos, especialmente en los sectores económicos más grandes”, ilustra un comunicado reciente del Banco de Irlanda.

Sectores vulnerables

Así, la exposición económica de Irlanda a una relación comercial y de inversión más fragmentada entre la UE y EE UU es significativa. Las empresas multinacionales (EMN) que operan en Irlanda, muchas de ellas de propiedad estadounidense, están integradas en las cadenas de valor globales de sectores clave como el farmacéutico, el de tecnología médica y el de fabricación y servicios de tecnologías de la información. De forma similar, las exportaciones irlandesas, los beneficios, la recaudación fiscal y el empleo derivado están intrínsecamente vinculados tanto a la inversión como a la importación de servicios estadounidenses.

Por ejemplo, Trump ha amena­zado con imponer un ­arancel del 25% a las importaciones de fármacos, un sector clave para la economía de la isla por ser su principal exportación. Irlanda se ha consolidado como el tercer mayor exportador mundial de este tipo de mercancías, y las diez mayores farmacéuticas del mundo (incluidas las estadounidenses Johnson & Johnson, Pfizer y Merck) cuenta con grandes plantas en su territorio.

Los datos del Observatorio de Complejidad Económica (OEC) corroboran el gran peso de este sector en el desequilibrio comercial. La isla exportó 92.000 millones de dólares (unos 84.700 millones de euros) en fármacos a nivel global en 2023, siendo Estados Unidos el principal destino. El valor de los envíos al país norteamericano alcanzó los 31.600 millones de dólares (29.110 millones de euros al cambio), una cifra que retrata el amplio déficit comercial en el sector cuando se compara con los 4.370 millones que se importaron desde el gigante a Irlanda. Baxter Healthcare y Amazon lideran los envíos, según el OEC.

Conociendo el inmenso desbalance en el sector, el líder republicano y sus subordinados han reiterado que reducir el desequilibrio comercial y recuperar esta industria son dos de sus prioridades. “Tenemos un déficit enorme porque Irlanda fue muy astuta. Les arrebataron nuestras compañías farmacéuticas a presidentes que no sabían lo que hacían, y es una lástima que eso sucediera”, indicó hace unos días el presidente Donald Trump, aunque, de momento, no ha declarado medidas específicas.

Sin embargo, si eventualmente la Casa Blanca decide implementar medidas, estas podrían afectar al conjunto del ecosistema farmacéutico. Un informe reciente de PwC anticipa que la industria podría enfrentar “impactos adversos inmediatos” en Estados Unidos por su dependencia de naciones extranjeras para la obtención de materias primas y la fabricación. “En concreto, el impacto podría incluir la erosión de márgenes, el aumento de precios de los medicamentos para los consumidores estadounidenses y la interrupción de la cadena de suministro”, señalan desde la consultora.

Otra de las actividades que se podría ver afectada por la coyuntura es la de las grandes tecnológicas. Esto se debe a que muchos de los titanes estadounidenses del sector ha elegido Irlanda para situar su sede europea. Entre ellos se encuentran Google, Meta, Apple y Microsoft.

“Estas empresas han establecido sus sedes europeas en el país aprovechando su régimen fiscal favorable. Sin embargo, un endurecimiento de la regulación estadounidense sobre la repatriación de beneficios o la imposición de aranceles a los servicios digitales podría impactar negativamente en los flujos de inversión y en la actividad económica de Irlanda”, explica a CincoDías Tomás Opazo, economista de Asesores Financieros Internacionales (Afi).

Finalmente, el daño a estos negocios también puede resultar mortal para las finanzas irlandesas, ya que podría afectar directamente a los ingresos que el Estado percibe por los tributos. En 2024, Irlanda recaudó 28.000 millones por impuestos corporativos, una cifra que supuso el 26% del total de la recaudación. Según informa la agencia Reuters, el organismo de control fiscal de Irlanda ha estimado que el 75% de todos los impuestos corporativos lo pagan grandes multinacionales estadounidenses, siendo tres compañías responsables de casi el 40%.

A este respecto, las fuentes consultadas concuerdan en que el atractivo de economías como Irlanda o Luxemburgo como destinos de inversión para multinacionales estadounidenses radica en políticas fiscales flexibles y tipos impositivos reducidos, pero que la estrategia fiscal de la nueva Administración Trump podría alterar este equilibrio.

“Si EE UU introduce incentivos para la repatriación de beneficios, como una reducción del impuesto corporativo al 15% para la producción local, las multinacionales podrían reestructurar sus operaciones para optimizar su carga fiscal. Este movimiento supondría una reducción de la recaudación fiscal en estos países y, potencialmente, un ajuste en sus mercados laborales”, asegura Opazo.

“Además, la salida de Estados Unidos del acuerdo fiscal global de la OCDE, que establece un impuesto mínimo del 15% para multi­nacionales, obligaría a la UE a replantear su marco ­fiscal. En un escenario en el que Irlanda y Luxemburgo pierdan su ventaja competitiva frente a EE UU, su atractivo como destino de inversión podría disminuir drásticamente, afectando tanto al empleo como a la captación de nuevas inversiones”, agrega el experto de Afi.

Incertidumbre

En cualquier caso, el destino de Irlanda está inevitablemente ligado a las decisiones de Trump, pero también a la respuesta europea. La semana pasada, la Comisión Europea eligió atrasar su respuesta arancelaria a las medidas del republicano, con el objetivo de buscar salidas diplomáticas que eviten el posible daño a las economías.

No obstante, las autoridades irlandesas parecen reconocer que el fin de su bonanza es casi inevitable. “Si bien nuestro pronóstico central actual para la economía nacional continúa apuntando a un ritmo constante de crecimiento hasta 2027, el cambio en la incertidumbre política pesa sobre las perspectivas de consumo, inversión y exportaciones, y conduce al crecimiento más lento que ahora se espera”, ha declarado Robert Kelly, director de economía y estadísticas del banco.

En cualquier caso, Irlanda se perfila como uno de los grandes intermediarios entre Washington y Bruselas en los próximos años. Recientemente, el viceprimer ministro de Irlanda, Simon Harris, comunicó que Europa estaba dispuesta a negociar una desescalada arancelaria con Washington tras el anuncio de nuevos gravámenes a productos estadounidenses por valor de hasta 26.000 millones de euros (particularmente, aquellos que se producen en estados republicanos), como respuesta a imposiciones previas del Gobierno de Trump.

La Casa Blanca respondió a esta contramedida con la amenaza de imponer un arancel del 200% a las bebidas alcohólicas procedentes de la Unión Europea, e indicó que esta escalada solo se podría evitar si la UE retira su propuesta de gravar el whisky estadounidense, una represalia comunitaria a los aranceles estadounidenses sobre el acero. “Estamos muy dispuestos a sentarnos con Estados Unidos y llegar a un acuerdo”, aseguró Harris durante una entrevista con la agencia Bloomberg. “Por el momento, esa no es la dirección que creo que quiere tomar el Ejecutivo estadounidense”, añadió.


Más información

Archivado En

_
_