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La lucha de la inversión sostenible por sobrevivir en la era Trump 2.0

El Gobierno de Estados Unidos está poniendo nuevos obstáculos a un sector que desde hace tres años viene recibiendo menores flujos de fondos. Los expertos, sin embargo, defienden que este segmento cuenta con una resiliencia respaldada por el crecimiento de la demanda energética a nivel global y la apuesta europea por las renovables

Un globo desinflado con forma de planeta simboliza la crisis de medio ambiente
Luis Alberto Peralta

Donald Trump ha declarado a la guerra a todo lo woke y eso incluye al sector de la sostenibilidad. Además de su reciente retiro del Acuerdo de París, la Administración estadounidense ha dado marcha atrás en las regulaciones que promovían la adopción de vehículos eléctricos y está intentando debilitar las iniciativas que favorecen a la energía verde (implementadas durante el Gobierno anterior). Asimismo, las amenazas del líder republicano han empujado a empresas como BlackRock, Bank of America, Citi, JP Morgan y Goldman Sachs a retirarse de iniciativas vinculadas a esta categoría (conocida también como ESG). En este contexto, los expertos se preguntan: ¿cuál es el futuro de la inversión sostenible en la actual coyuntura global?

“No cabe duda de que en Estados Unidos se ha producido un retroceso en las inversiones de carácter sostenible. Esto, sin embargo, venía ocurriendo antes de la elección del presidente Trump, pero está claro que su Administración lo está potenciando. Eso está provocando que el capital global busque oportunidades en otros lugares. Hasta ahora, no ha habido un impacto evidente en Europa, aunque esperamos que se traduzca en un positivo neto de inversiones para esta región”, indica a CincoDías Ivor Frisch­knecht, socio director para Asia Pacífico de Sosteneo Infrastructure Partners.

Los activos de los fondos sostenibles globales alcanzaron un máximo histórico de 3,2 billones de dólares a finales de 2024, un aumento del 8% respecto del año anterior y más del cuádruple del tamaño de 2018, según un informe de Morningstar. Sin embargo, el volumen de ingresos a estos fondos se ha reducido. A pesar de este incremento global, las entradas de capital a los fondos sostenibles en 2025 descendieron a la mitad respecto al año anterior, mientras que el resto del universo de fondos disfrutó de un auge y registró las segundas suscripciones más grandes en siete años.

El escepticismo respecto a ciertas áreas de la inversión sostenible precede al nuevo Gobierno del republicano. El informe de Morningstar corrobora que las entradas de capital hacia este tipo de fondos a nivel global alcanzaron su punto máximo de 645.000 millones de dólares en 2021. En 2022, los flujos se desplomaron un 75%, pero se mantuvieron positivos, mientras que el mercado de fondos en general registró salidas en “un contexto macroeconómico complicado que incluyó la guerra en Ucrania, una alta inflación y temores de recesión”. Finalmente, durante la mayor parte de 2023 los flujos se “mantuvieron resistentes”, excepto en Estados Unidos, aseguran desde la firma.

“Las salidas se explican principalmente por el débil rendimiento del sector, ya que la energía limpia y otras acciones ecológicas se han visto afectadas negativamente por los altos tipos de interés y la inflación. Además, la reacción contra los criterios ESG ha sido prominente en EE UU y se intensificó durante el crucial año electoral del ejercicio pasado, lo que ha llevado a un mayor escrutinio político”, manifiestan los analistas de la firma nórdica DNB AM a este diario.

Por su parte, los especialistas de la gestora Vontobel consideran que uno de los factores que ha contribuido al descenso en este tipo de inversión es que la etiqueta ESG abarca una amplia gama de segmentos distintos como “categoría general”. Así, algunas empresas e iniciativas que se vendían como verdes han sido criticadas por su opacidad o han perdido atractivo para los inversores debido a su bajo impacto. “Incluso antes de que la Administración Trump volviera a asumir el cargo, la existencia de una regulación más rigurosa y las continuas preocupaciones por el lavado verde [greenwashing, en inglés] han erosionado por completo a la media de la inversión sostenible”, apuntan desde Vontobel.

Cabe mencionar que muchas de las empresas que invierten en sostenibilidad también siguen invirtiendo en energías fósiles. “En 2024, las inversiones mundiales en proyectos de transición energética alcanzaron la cifra récord de 2 billones de dólares, de los cuales 771.000 millones se destinaron a la generación de energías renovables; 669.000 millones, a eficiencia energética, y 452.000 millones, a infraestructuras de red y almacenamiento. A pesar del aumento de la cuota de energías renovables, solo uno de cada cuatro inversores ha dejado por completo de invertir en combustibles fósiles. Esto significa que el 75% de los inversores sigue financiando proyectos de carbón, petróleo y gas”, asevera Umberto Tamburrino, socio y CEO de Sosteneo Infrastructure Partners.

Resiliencia del sector

A pesar de lo anterior, uno de los factores que puede jugar a favor de la sostenibilidad es la creciente demanda de energía a nivel global. “Aunque algunos sectores, como las energías renovables, puedan verse más afectados en el corto plazo por estas políticas, la inversión sostenible va mucho más allá de este ámbito. Existen múltiples sectores donde se puede seguir creando valor teniendo en cuenta criterios ESG: digitalización responsable, economía circular, educación, salud o gestión del ciclo del agua, entre otras”, comenta Ferrán Alcacer, director de inversiones y ESG head de Aurica Capital, quien, sin embargo, admite que en los próximos años probablemente habrá dificultades.

Asimismo, el bajo coste que supone la implementación de las fuentes renovables es otro factor relevante, sobre todo en Europa. “No podemos discutir con la economía. La energía solar y la eólica, incluso combinadas con baterías, son claramente más baratas que cualquier otra alternativa de nueva generación. Esto es cierto en casi todo el mundo. China nos está demostrando que los vehículos eléctricos pueden ser más baratos que los vehículos convencionales con motor de combustión. Estos motores económicos impulsarán la descarbonización en gran parte de la economía mundial”, observa Ivor Frischknecht.

Barbara Janosi, gestora en J. Safra Sarasin Sustainable AM (JSS), coincide con esta perspectiva, argumentando que tecnologías como la inteligencia artificial y la demanda de centros de datos generarán un aumento en la demanda energética. La experta agrega que, en el sector de la construcción, se prevé que “el afán por ahorrar energía impulse la modernización de los sistemas de calefacción y ventilación menos eficientes, así como la instalación de aislamiento para limitar la pérdida de calor, todo ello con periodos de amortización relativamente cortos”. Por otro lado, Janosi resalta el papel de la movilidad vede, y recuerda que se espera que los coches eléctricos de batería e híbridos se dupliquen de aquí a 2030.

“En última instancia, vemos incluso oportunidades potencialmente mejores para compañías centradas en la descarbonización y las estrategias de inversión en cambio climático, ya que la reducción de los gases de efecto invernadero globales debería acelerarse significativamente para mantener al mundo en una senda de calentamiento global reducido. Asimismo, creemos que las estrategias de inversión climática están mejor posicionadas para evitar los riesgos vinculados a unos impuestos sobre el carbono potencialmente más elevados”, dice la analista de JSS.

Un informe reciente de UBS también concuerda en que la sostenibilidad sigue siendo un área de inversión viable, incluso en el país de Trump. “A pesar de los cambios de política en Estados Unidos, la energía renovable tiene cada vez más sentido económico, ya que la energía solar y eólica tienen costes competitivos con el gas en muchas regiones estadounidenses. El capital privado impulsa ahora el 54% de la financiación climática global, superando a las fuentes públicas y aislando algunos de los efectos de la reducción del apoyo del Gobierno de EE UU. Creemos que todavía existen oportunidades de inversión en eficiencia energética e infraestructura, especialmente en transmisión y distribución vinculadas a la cartera de energía y recursos”, indican desde el banco suizo.

“La resiliencia de la inversión sostenible radica en su capacidad para adaptarse a los ciclos políticos. Si bien las políticas de Trump pueden suponer un desafío para algunos aspectos de la inversión ESG, es poco probable que se revierta el abrumador cambio en los mercados globales hacia la sostenibilidad. Los inversores, impulsados tanto por la gestión del riesgo como por las oportunidades, seguirán integrando factores ESG en sus carteras, incluso frente a la oposición. El segundo mandato de Trump podría incluso subrayar la urgencia del liderazgo del sector privado para impulsar el movimiento de inversión sostenible en EE UU y en otros lugares”, sentencia Deep­shikha Singh, directora de gestión de activos de Crédit Mutuel Asset Management.

Europa, trinchera verde

El consenso de los expertos consultados está de acuerdo en que, a pesar de la embestida estadounidense contra este sector, la inversión sostenible se sigue alineando profundamente con los valores y objetivos de la Unión Europea, que es su principal mercado. Según Morningstar, Europa fue líder en este tipo de inversión en 2024, con el 84% de los activos, mientras que en Estados Unidos cayó al 11% en 2024, frente al 15% en 2018.

Más aún, la alineación de la industria financiera europea con el Acuerdo de París y los objetivos de la COP29 presenta oportunidades para aquellos que priorizan las inversiones verdes. “Europa también podría tratar de influir en los mercados financieros mundiales mediante la ampliación de los requisitos de divulgación ESG para las empresas que operan a nivel internacional, lo que podría afectar a las empresas multinacionales con sede en EE UU y en otros lugares”, opina la analista de Crédit Mutuel.

Más allá de esto, la apuesta por la sostenibilidad también es para Europa un asunto geoestratégico. Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad, resalta que es muy poco probable que se vea un retroceso en las energías limpias a nivel mundial. “Las necesidades de electrificación nos llevan a tener que apostar por casi cualquier forma de generación de energía. En el caso europeo, eso es particularmente importante, porque son energías que permiten una mayor autonomía estratégica, algo de lo que hemos sido tristemente conscientes a raíz del comienzo del conflicto en Ucrania. En ese sentido, en el medio y largo plazo siguen constituyendo inversiones muy interesantes”, asegura el experto de Mutualidad.

Algunos analistas incluso consideran que la presidencia de Trump podría exacerbar la división transatlántica, impulsando a los reguladores europeos a endurecer todavía más sus normas para defender los objetivos climáticos internacionales y mantener una ventaja competitiva en el mercado mundial. Por ejemplo, Singh sugiere que para los inversores mundiales esta posible divergencia puede destacar a Europa como centro neurálgico de los activos sostenibles. “Las empresas europeas que se alineen con las estrictas normativas ESG podrían atraer más capital, mientras que las compañías estadounidenses que luchan por cumplir las normas internacionales podrían enfrentarse a costes más elevados y a un acceso reducido a los mercados extranjeros”, pondera la especialista de Crédit Mutuel.


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