La otra excepción ibérica: España duplica el PIB que los analistas fijaron para 2023
El turismo, un mercado laboral más dinámico por la entrada de extranjeros y la mejora del poder adquisitivo de los hogares lanzan la actividad hasta un 2,4% este año frente al 1,1% previsto
Te lo dije. La frase más odiosa de escuchar en una conversación no podrá reprocharla ni una sola de las 24 organizaciones nacionales e internacionales que pronosticaron hace un año que España apenas superaría el 1% de crecimiento del Producto Interior Bruto en 2023. La realidad ha sido el doble de tozuda y el avance nacional se situará en un 2,4%, de nuevo a la cabeza del rendimiento en toda la eurozona. Ni el primer invierno y segundo año de guerra en Ucrania, ni el conflicto en Oriente Próximo, ni el atracón electoral seguido de tensiones pactistas en España; tampoco los tipos de interés al nivel de la Gran Recesión. La excepción ibérica (Portugal también duplica su comportamiento en este año que se va) fue generalizada.
Nadie fue tan optimista con España cuando terminaba el pasado 2022, ya que la media de las estimaciones de crecimiento del PIB recogidas por el panel de Funcas daban un avance del 1,1% (en su informe de noviembre) y del 1,3% (ya en enero) frente al 2,4% en el que concurren prácticamente todas ahora. El más pesimista de las Navidades pasadas fue la CEOE, que no pensaba que España superase el 0,8% este ejercicio, seguida de la Comisión Europea (entre otros), que se quedó en el 1%. En el barco de los que veían el vaso lleno, el Gobierno fue el que más lejos llegó, si bien se quedó algo corto, con un 2,1%.
Había razones sobradas para cebar aquel pesimismo. “La crisis energética provocada por la guerra seguirá causando graves estragos y reducirá el crecimiento” y “en casi todas partes, el rápido aumento de los precios, en especial de los alimentos y la energía, está causando graves penurias económicas en los hogares, en particular los pobres”, escribía el Fondo Monetario Internacional a finales de otoño de 2022 en un momento en el que creía que España crecería la mitad de lo que considera en estos momentos: 1,2% frente a 2,4%. Como el FMI, servicios de estudio de todo tipo identificaban a la inflación (generada por la tensión sobre los precios energéticos) y el endurecimiento de los tipos de interés como los grandes lastres para la actividad.
Alemania tose
“El diagnóstico de hace un año no ha sido del todo equivocado. Si algo ha sucedido es que la eurozona ha tenido un crecimiento bastante bajo”, contrapone en primer lugar Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research. Así fue y así es: pocos pensaban que la eurozona mejoraría este año por encima del 0,5% que se pronosticaba en diciembre de 2022 y en ese entorno continúan las predicciones actuales a poco de cerrar el ejercicio, con la propia Comisión calculando un 0,6% final tras sus últimos ajustes en noviembre. La razón viene fundamentalmente de Berlín, donde sí se ha confirmado el enfriamiento que se temía para una Alemania alternando estancamiento y contracción a lo largo de los trimestres. Francia, Países Bajos o Italia tampoco mejorarán la media comunitaria. Para subir la nota conjunta vienen esta vez al rescate los que lastraron al continente hace 15 años: España, Grecia y Portugal, las tres economías batiendo el 2% de crecimiento, según las últimas previsiones del FMI. “Los factores que se veían hace un año (elevado precio de la energía, problemas de suministro de gas, inflación o altos tipos de interés) han dado como resultado un entorno de estancamiento y caída en algunas de las principales economías de la eurozona”, abunda Cardoso antes de señalar el primer elemento diferenciador de España: el turismo.
“Los extranjeros vinieron y los españoles se quedaron”, resume emparejando el alza del gasto de los primeros a las menores salidas de dinero de los segundos. Además, funcionó mejor de lo esperado el flujo de las exportaciones de servicios no turísticos. “Está entrando dinero. Hay empresas extranjeras que están pagando servicios a filiales españolas para realizar ciertos servicios” que van desde las digitales (por el traslado de sedes a suelo español) a las bancarias (a raíz del Brexit).
No son errores
“A los alumnos les cuento normalmente que lo normal es que haya desviaciones, porque cuando se hacen las previsiones se proyectan hacia el futuro variables que se desconocen en esos momentos. En análisis de coyuntura a los errores no los llamamos así: son innovaciones”, defiende al gremio Manuel Alejandro Hidalgo, economista y profesor de la Universidad Pablo de Olavide y analista de EsadeEcPol.
No se trata tanto de justificar las equivocaciones como de escrutar lo que ha pasado para explicar lo que indujo al error. La desviación de más de un punto del consenso para España esconde “una serie de fuerzas subyacentes que eran difíciles de prever”, abunda Hidalgo. La primera, el comportamiento anómalo del mercado de trabajo, para el que la mayoría de predicciones situaba en una mejora del 1% pareja a la del crecimiento general, y ya supera el 3%. Hidalgo subraya que en 2023 se produjo un efecto insospechado de la mano de más inmigrantes de lo imaginado. Cardoso coincide en este punto, aunque dibuja una doble entrada de mano de obra exterior: en los habituales empleos de baja cualificación y en los más especializados.
“Nos hemos encontrado con un mercado de trabajo que tira y unos salarios reales que han crecido mucho. Y pagamos más por la hipoteca pero menos por la gasolina y la luz. Al mismo tiempo, tenemos unas familias mucho menos endeudadas que hace unos años y el efecto siempre va a ser inferior”, recapitula Manuel Hidalgo cuando se recuerda que en 2023 los tipos de interés han encarecido las hipotecas como no se recordaba en una generación.
“La caída del poder adquisitivo de las familias españolas no ha sido tan importante porque ha habido otros factores que, como capas, se han superpuesto”, señala mientras que Miguel Cardoso es contundente sobre la duda de si queda algo de lo que no se gastó durante la pandemia: “Ahorro hay. Lo que no sabemos es cómo de probable es que llegue a la economía”. Eso sí, los precios energéticos parecen contenidos “y se va a arrancar 2024 con una buena noticia”.
Efecto global
La geopolítica coloca el asterisco a la prudencia para elaborar las previsiones de 2024. Guerras imprevistas y lo que pueda ocurrir desde China, que este 2023 frenó el crecimiento mundial con su estancamiento pero eso mismo adelgazó la presión sobre los precios.
Una vez más, las proyecciones se alimentan de datos y la realidad exige su explicación a toro pasado. “En la historia económica hacemos malabarismos porque los datos son peores cuanto más antiguos y combinamos fuentes distintas para ver las tendencias en el largo plazo”, tercia Gabriel Tortella, economista y autor de Capitalismo y revolución (Gadir), un ensayo canónico que repasa la historia de la economía desde poco antes de la revolución industrial y que acaba de ser revisado para añadir hasta la pandemia y la guerra de Ucrania.
Para el académico no importan tanto 2023 o 2024 como entes aislados. A Tortella, que ha estudiado el ascenso de las revoluciones sociales en el siglo XIX y de los los totalitarismos en el siglo XX y sus respectivas consecuencias en la prosperidad, le preocupan los problemas de fondo de la sociedad actual. En concreto, lamenta la deriva de la educación y esos “populismos de ignorantes que ni saben que son tan ignorantes”.
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