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La punta del iceberg
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cronología de la batalla ganada por el equipo que defiende la inflación temporal

Los economistas han debatido si los últimos episodios de subidas de precios respondían a cuestiones permanentes o sólo fueron eventuales

Descuentos por el 'Black Friday' anunciados en los escaparates del centro de Madrid.
Descuentos por el 'Black Friday' anunciados en los escaparates del centro de Madrid.MARISCAL (EFE)

Los datos de noviembre mostraron un panorama positivo en los precios. La evolución de los precios energéticos, como el combustible y la electricidad, se unieron a los de un grupo de alimentos que, aparentemente y a la espera de más información con el dato definitivo de mitad de mes, mostraron una cierta estabilidad. Al contrario de lo que parecía apuntar hacia un final de año con indicios de aumento en la inflación, en particular por el efecto base y por el leve repunte de los precios energéticos tras el recorte de producción de la OPEP, todo parece indicar que las cifras finales serán más moderadas de lo anticipado.

Sin embargo, la moderación reciente del crecimiento de los precios no implica que la tormenta haya cesado. Dado que nos mantenemos por encima del 3% (lo que, años atrás, hubiera sido bien recibido por muchos economistas), aún no podemos afirmar que todo esté resuelto. Sin embargo, dicho esto, es evidente que este episodio inflacionario parece ir quedando atrás, siempre y cuando, como siempre alerto, no se nos presenten nuevos fantasmas.

Sobre esta cuestión, y recientemente, el nobel de economía Joseph Stiglitz escribió un artículo en el que daba el triunfo en una competición muy particular al llamado “equipo temporal” frente al contrincante “equipo permanente”. Esta competición, o debate, giraba en torno a si la inflación experimentada en estos últimos años era o no resultado de factores temporales y, por ende, una vez desaparecidos estos y siempre que no se activaran los temidos efectos de segunda ronda la inflación debería regresar a sus niveles de partida.

Los defensores de la tesis permanente sostenían, al contrario, que dichos factores eran estructurales y por lo tanto permanentes, lo que implicaba que la inflación se mantendría salvo intervención al respecto. A pesar de que los datos sugieren el fin del debate dando, como argumenta Stiglitz la victoria al equipo temporal, aún quedan reflexiones interesantes por considerar.

Inflación instantánea Gráfico
Belén Trincado Aznar

Primero observen el gráfico. En este se muestra la evolución de la inflación “instantánea” en España y en los Estados Unidos, es decir, la tasa de crecimiento intertrimestral anualizada del IPC general ajustado por estacionalidad. Esta medida, más adecuada que la tasa interanual convencional, refleja con mayor precisión los cambios en los precios en cada momento, sin arrastrar los efectos de los doce meses anteriores.

Así, el gráfico presenta los eventos que han impulsado los precios durante estos dos años. En no pocas ocasiones he mencionado que buena parte de este episodio inflacionista es el resultado de una serie de catastróficas desdichas que han mantenido durante todo este tiempo los precios desafiando la gravedad, como si de un globo lleno de aire se mantuviera volando porque le vamos dando golpecitos para que este no toque el suelo. Cada vez que un factor se retiraba después de haber impulsado algunos precios, otros llegaban o las “réplicas” de anteriores se activaban.

A modo de cronología, los cuellos de botella originados por la salida vertiginosa de los confinamientos dieron paso al aumento en el precio de la electricidad, consecuencia del encarecimiento del gas, siendo este último utilizado como medio de presión hacia Occidente en anticipación de la invasión de Ucrania. Este aumento del gas no solo se filtró a otros sectores a través de los precios de la electricidad, sino que afectó a otros productos a los cuáles influía a través de diversos canales, como los fertilizantes sobre los alimentos. Así, uniendo la subida de costes derivada del encarecimiento de los combustibles, gas y electricidad con el tiempo de tránsito entre proceso de producción y venta de productos alimenticios, se entiende el encarecimiento de los últimos, meses después de los primeros. La invasión de Ucrania, además, reactivó con intensidad el aumento de los precios, prolongando la inflación durante varios meses más, lo que finalmente terminó por contaminar todos los precios de la economía a través del encarecimiento de los combustibles. La sequía y los aumentos posteriores de costes contribuyeron a un segundo año de alzas a mediados de 2023. La ausencia de nuevos impulsos, la disminución en el precio de las materias primas que generaron los aumentos más significativos y las medidas aplicadas, especialmente en los tipos de interés, redujeron rápidamente la inflación desde la primavera de 2023. La responsabilidad sindical y, a pesar de lo que se ha dicho, la moderación en los márgenes de la mayoría de las empresas ayudó a prevenir que esta inflación temporal se convirtiera en permanente.

Sin embargo, todavía resuenan opiniones contrarias que plantean cuestiones que merecen algunos comentarios y puntualizaciones. En primer lugar, el posible carácter temporal no implica necesariamente que un episodio dure semanas o meses; incluso siendo temporal, puede durar años. En realidad, se asocia el carácter temporal con factores que no se retroalimentan, anticipando que la inflación se moderará una vez desaparezca el impulso, evitando los efectos de segunda ronda que podrían convertir este episodio en permanente, como sucedió en los sesenta y setenta. Este no ha sido el caso. Como se ha descrito, la sucesión de numerosos impactos explica la duración del episodio y no el posible carácter permanente de unos pocos.

En segundo lugar, se sigue argumentando que estamos ante un episodio permanente pues los precios no han disminuido, simplemente han dejado de crecer con intensidad. Pero esta idea tiene matices. En primer lugar, ciertos precios, debido a razones geopolíticas, no pueden regresar a niveles anteriores dado que la escasez relativa de estos no se ha resuelto. Dicha escasez relativa conlleva un aumento de los precios relativos que puede mantenerse indefinidamente, pero sin causar más inflación. Y hablamos de niveles, no de inflación, es otro debate. En segundo lugar, algunos precios sí han disminuido considerablemente, especialmente los de materias primas e industriales. Sin embargo, la histéresis provoca que los precios de los servicios no se ajusten de la misma manera, algo que sucede igualmente en los salarios nominales.

En definitiva, el crecimiento de los precios se ha moderado considerablemente hasta acercarse más rápido de lo esperado a los niveles deseados. Esto refuerza la idea de que el episodio ha sido generado por factores temporales. No obstante, y aunque pueda parecer contradictorio, es posible que otros factores, estos sí con carácter permanente y que no tienen nada que ver con los experimentados recientemente, al menos directamente, hagan acto de presencia en los próximos años, ayudando a la inflación a mantenerse en lo que queda de actual década por encima del 1 %, inflación media de la última. Pero esto es otra historia.

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