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Calviño repite de número dos hasta que despeje su futuro en el BEI

Sánchez opta por mantener a su vicepresidenta económica mientras que no se dilucide la presidencia del organismo, el próximo 8 de diciembre

CINCO DÍAS
Nadia Calviño
La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital en funciones, Nadia Calviño, preside la reunión informal ministerial de Telecomunicaciones.Pool PEUE/J. Casares (Pool PEUE / EFE)

Nadia Calviño se mantiene como ministra de Economía y vicepresidenta primera... de momento. Y ese momento puede ser muy breve, ya que el próximo 8 de diciembre debe dilucidarse quién presidirá el Banco Europeo de Inversiones (BEI) desde el mes de enero, un puesto al que la número dos de Pedro Sánchez aspira y a cuya recta final ha llegado con bastantes posibilidades de salir victoriosa. Después de más de cinco años en un Ejecutivo al que llegó como tecnócrata y del que sale con mucha mayor vitola política, la dirigente gallega seguirá en su puesto con un asterisco temporal. Pedro Sánchez no quiere tomar ningún riesgo con un perfil tan importante.

Será en enero, entonces, si Calviño logra ganar a la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager antes, cuando Sánchez tendrá que anunciar quién estará al frente de Economía y quién la vicepresidencia primera (ambas funciones no tienen por qué coincidir). Las quinielas, de nuevo, salen a escena: desde el ascenso de Teresa Ribera a supervicepresidenta a otro ascenso, el de José Luis Escrivá, hasta ahora responsable de Seguridad Social que pasa ahora a detentar una cartera, la de Transformación Digital, que estaba en los cometidos de Calviño en la pasada legislatura. La tercera vía, un nombre nuevo en el gabinete, tampoco se descarta, con el responsable de la Oficina Económica, Manuel de la Rocha.

“Nosotros tenemos a Nadia y ellos tienen a ... nadie”, fue uno de los eslóganes de la última campaña electoral de los socialistas, que atacaron al PP por no tener ninguna figura destacada que confrontara con Calviño sus propuestas económicas, recuerda Efe. No está afiliada al PSOE ni ha querido ir en sus listas, pero no dudó en ponerse en primera línea participando en la elaboración del programa socialista y rindiendo cuentas de la gestión económica del Gobierno de coalición, en el que algunos llegaron a considerarla una amenaza por su ortodoxia económica.

Su perfil técnico y el haber sido directora general de Presupuestos de la Comisión Europea en época todavía de austeridad despertó también recelos dentro del propio partido socialista, donde ahora le reconocen su papel en la gestión de la crisis económica provocada por la pandemia y la crisis energética derivada de la invasión de Ucrania.

Entre sus mayores logros, la coordinación del plan de recuperación, transformación y resiliencia por el que ya se han recibido más de 37.000 millones de euros en fondos europeos, la mitad de lo que le corresponde a España en transferencias no reembolsables. Menos sintonía ha tenido con el socio de coalición, Unidas Podemos.

Sonados han sido los desencuentros con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, respecto a la subida del salario mínimo, el alcance de la reforma laboral o más recientemente por la entrada de capital saudí en Telefónica, aunque ambas se abrazaron aliviadas cuando la reforma laboral fue aprobada por el Congreso tras una votación de infarto.

Su vena más política la ha sacado precisamente en el Congreso, donde empezó leyendo sus intervenciones y terminó ovacionada por una encendida respuesta al portavoz de Vox a quién reprochó no conocer a ningún español real, tras ser criticada por querer erradicar la riqueza a golpe de impuestos.

Y es que los impuestos especiales a las energéticas y la banca es lo que más desencuentros le ha traído con los empresarios, que la habían considerado una aliada durante la negociación de la reforma laboral.

El mayor enfrentamiento público lo ha tenido con Ferrovial, compañía a la que hizo rectificar tras haber cuestionado la seguridad jurídica en España, aunque no logró evitar que trasladara su sede a Países Bajos.

El cargo también le ha supuesto sinsabores en el ámbito personal, después de que su marido renunciara a incorporarse como alto cargo a Patrimonio Nacional por las presiones de la oposición, que denunció trato de favor en el proceso de selección. Pero pese a fajarse en la política nacional, su ambición es internacional.

En 2019 España presentó su candidatura a directora gerente del Fondo Monetario Internacional, pero la retiró en aras de conseguir un candidato europeo de consenso. A mediados de 2020 estuvo cerca de hacerse con la presidencia del Eurogrupo, que finalmente perdió pese a contar con el apoyo del eje francoalemán, un respaldo que ahora previsiblemente le permitirá alcanzar la presidencia del BEI.

Nacida en A Coruña en 1968, Calviño es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y en Derecho por la UNED, y pertenece desde 1994 al Cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado.

Antes de dirigir el Presupuesto europeo, Calviño había sido directora general adjunta en materia de servicios financieros en la Dirección General de Mercado Interior y Servicios de la CE (2010-2014) y ocupado este mismo cargo en Fusiones y Defensa de la Competencia, en la Dirección General de Competencia del Ejecutivo comunitario (2006-2010).

Previamente había trabajado en España como funcionaria del Estado en diferentes ministerios, y antes de entrar en el sector público fue consultora para firmas de abogados y profesora asociada en la Universidad Complutense de Madrid.

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