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Francia: un país en llamas por la feroz desigualdad y su falta de reformas

La falta de inversión en los barrios más vulnerables, donde generalmente se concentran los inmigrantes y sus descendientes, ha creado una bomba de tiempo que solo se puede desactivar con medidas que fomenten la movilidad económica y social

Un manifestante se enfrenta contra la policía francesa en el distrito parisino de Nanterre, el 29 de Junio de 2023.
Un manifestante se enfrenta contra la policía francesa en el distrito parisino de Nanterre, el 29 de Junio de 2023.ALAIN JOCARD (AFP)
Luis Alberto Peralta

La inestabilidad social y política parece haberse vuelto el común denominador en las calles francesas. Tras el estallido social por el aumento en el precio del combustible en 2022 y las recientes manifestaciones por la reforma de las pensiones; el Gobierno del presidente Emmanuel Macron enfrenta nuevas protestas por el asesinato de un adolescente que se negó a detenerse en un control policial; calificado por los manifestantes como un caso de abuso policial racista. Los daños causados ascienden a los 1.000 millones de euros, según la patronal de empresas MEDEF. En esta línea, los expertos advierten que, sin las reformas políticas y económicas necesarias que ataquen la desigualdad y la pobreza, el país podría caer en una espiral de inestabilidad sociopolítica que beneficiará solo a los extremistas.

“Francia siempre tiene una historia más belicosa frente a sus reivindicaciones que se ve desde la revolución francesa. Las protestas sociales siempre son más significativas. Los sindicatos tienen más peso y además han hecho menos reformas. Justamente ese es el problema, que tienen muchas reformas pendientes y hay mucho descontento con el Gobierno de Macron que es pro-negocio”, explica Santiago Carbó, catedrático de economía de la Universidad de Valencia a CincoDías.

Carbó, sin embargo, destaca que la virulencia que tienen las protestas en Francia si que es atípica con respecto al resto de Europa. “Todo lo que ocurre con la gente joven y con la gente inmigrante no está ocurriendo por primera vez. No están felices y lógicamente es un polvorín. No es probable que se extienda a otras países con la misma intensidad, pero ciertamente hay que estar atentos porque no se puede descartar”, señala.

Por el momento, se han reportado protestas similares en Suiza y Bélgica, dos países históricamente conectados con Francia y con un perfil similar de inmigración. No obstante, las manifestaciones han sido localizadas y de pocos cientos personas, con cerca de 48 arrestados en Bélgica. No obstante, el experto resalta que la propagación se puede hacer más probable en el contexto de una posible recesión y de una fallida reactivación del mercado de trabajo, que pueden aumentar el descontento popular.

Algunos participantes de las protestas atacaron cerca de 400 sucursales bancarias y 500 tiendas, según explicó el miércoles el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, a la cadena de televisión local BFMTV. Le Maire calculó el número total de tiendas saqueadas en 1.000 y agregó que las empresas estaban siendo apoyadas por el gobierno. En este contexto, unos 45.000 policías han sido desplegados en todo el país, según informó el ministro del Interior, Gerald Darmanin.

Como consecuencia de los daños producidos por los manifestantes, las aseguradoras francesas han recibido hasta ahora alrededor de 6.000 reclamaciones, cuyo valor se estima alrededor de los 280 millones de euros (unos 305 millones de dólares), aseguró el martes pasado Florence Lustman, presidenta del lobby de aseguradoras francesas France Assureurs, en un foro financiero en París.

Pero ¿a qué se debe realmente la brutalidad de las protestas en este país?. Los expertos afirman que es a una mezcla de políticas fallidas que se han combinado en un cóctel explosivo.

Desigualdad y barrios olvidados

Los problemas en Francia a causa de la integración fallida de los inmigrantes y las políticas de movilidad social ineficaces no son ninguna novedad. De hecho, están encarnados en los Banlieues, complejos de vivienda construidos para albergar a los trabajadores en las décadas de 1960 y 1970, y que comenzaron a atraer inmigrantes a lo largo de los años.

Los Banlieues son los barrios pobres por definición que encarnan las tensiones de clase y étnicas. Según el think tank Institut Montaigne, en Francia se clasifica como barrios de renta baja a aquellos donde la renta media es igual o inferior al 60% del salario medio nacional (1.800€/mes). En esta línea, afirman que más de la mitad de la población de estos barrios vive con menos de 11.250 euros al año.

Las personas que viven en estas comunidades tienen dos veces más probabilidades de ser inmigrantes que el promedio nacional y tres veces más probabilidades de estar desempleados. Paradójicamente, estos barrios reciben menos financiación estatal en comparación con cualquier otra zona del país, según el instituto.

“La ayuda nacional per cápita en los barrios de bajos ingresos es notablemente más baja que en cualquier otro lugar del país, con personas de bajos ingresos que ganan una media de 6.100 euros al año, mientras que la media nacional se sitúa en 6.800 euros. Por ejemplo, el departamento de Seine-Saint-Denis es el octavo contribuyente más grande a los programas de asistencia social. Sin embargo, su tasa de no utilización de las prestaciones sociales es más alta entre la población más pobre, el 43% de los cuales renuncia a su derecho a la ayuda universal a la renta”, explica Iona Lefebvre, experta de Institut Montaigne.

Lefebvre afirma en un informe que estos barrios también sufren de una falta de inversión pública crónica. “El gasto público total en los barrios de bajos ingresos promedia apenas 830 euros al año per cápita. Nuestros cálculos apuntan al hecho de que se necesitan otros 1.000 millones de euros solo para seguridad, educación y financiación judicial. En términos de servicios sociales básicos, estos barrios están desatendidos en comparación con el resto del país”, sentencia la experta.

En teoría, los Gobiernos llevan décadas tratando de implementar planes para reducir la pobreza y el desempleo, así como mejorar la educación y el bienestar. De hecho, Cour des Comptes, la entidad suprema de auditoría francesa, estimó en un informe de 2020 que el gobierno gasta alrededor de 10.000 millones de euros al año para cerrar la brecha económica entre las clases sociales, sin incluir los gastos en saneamiento, infraestructura y otros servicios para las zonas marginales.

Sin embargo, Human Rights Watch informa que una encuesta publicada en septiembre por Secours Populaire e Ipsos encontró que el 65% de los encuestados dijeron conocer al menos a una persona que vive en la pobreza, frente al 55% en 2021. De los encuestados, el 45% dijo que tiene dificultades para pagar su transporte, un aumento de 15% en comparación con 2021, y el 41% lucha para pagar sus facturas de energía.

“Aunque la desigualdad de ingresos del país se ha mantenido en niveles relativamente bajos en comparación con otras economías avanzadas, la desigualdad de riqueza ha empeorado rápidamente en las últimas dos décadas debido al aumento de los precios de la vivienda, en detrimento de las generaciones más jóvenes. La mitad de la población concentra el 92% de la riqueza de los hogares, y el 10% superior posee la mitad de esto. Además, la riqueza promedio de los menores de 40 años es ahora la mitad de lo que era a mediados de la década de 1980 en comparación con los de 50 a 59 años”, indica Vincent Aussilloux, economista de France Strategie.

Desde l’Observatoire des inégalités, una ONG francesa que se dedica a estudiar la desigualdad, aseguran que las clases medias ganan alrededor de 1.880 euros al mes por persona después de impuestos (en contra de los cerca de 500 de los barrios pobres). No obstante, los altos ejecutivos tienen ingresos significativamente más altos.

La entidad sitúa el umbral de riqueza en el doble del nivel de vida medio (unos 3.762 euros al mes por persona) después de impuestos. “Desde 4.113 euros al mes, perteneces al 5% más rico. Y con 7.180 euros, entramos en el 1% superior. 630.000 personas están por encima de este umbral, a veces mucho más allá. Tan alto que no podemos representarlos en nuestra escala”, resaltan.

Carbó resalta que, a nivel político, se benefician de la insatisfacción generada por estos conflictos sociales los partidos extremistas; ya sea porque estén en contra de la inmigración o por sacar rédito del descontento contra Macron. Curiosamente, una encuesta realizada durante la semana de disturbios muestra una subida del 3% en el popularidad de Macron, que ahora ronda el 33%. No obstante, la popularidad de la ultranacionalista Marine LePenn ahora alcanza el 39%.

Dicho esto, el Gobierno reconoce que se necesitan reformas para evitar que el poder caiga en manos de los radicales. El Gobierno de Macron tiene pendiente realizar una reforma tributaria, en especial para desconcentrar la riqueza que se transmite por herencia, y otra del mercado inmobiliario.

“La riqueza heredada, que asciende al 20 % del ingreso total del hogar cada año, alimenta las desigualdades de ingresos intergeneracionales a medida que los legados ocurren cada vez más tarde en la vida. Una solución es, en lugar de determinar la tasa impositiva en función de la cantidad heredada, la tasa impositiva podría basarse en toda la riqueza heredada que recibe una persona a lo largo de su vida”, afirma Aussilloux.

¿Afectan las protestas a la economía?

Los principales perjudicados por los disturbios son los pequeños empresarios y el sector del turismo y la hostelería. “Nuestros miembros han sufrido una ola de cancelaciones de reservas en todos los territorios afectados por los daños y enfrentamientos”, dijo Thierry Marx, presidente de la principal asociación de empresarios de la hostelería y la restauración, según ha reportado la agencia France24.

“Los turistas asiáticos, en particular, que están muy preocupados por la seguridad, no dudan en posponer o cancelar su viaje”, dijo Franck Trouet, director de la patronal hotelera GHR, a la agencia AFP, tras criticar la difusión de las imágenes de violencia de la protestas por parte de los medios internacionales.

Didier Arino, director gerente de la firma Protourisme, dijo: “Los turistas que nos conocen bien, como los belgas o los británicos, que también tienen problemas en sus suburbios, podrán entender las cosas. Es como si estuviéramos haciendo una campaña de publicidad negativa de varias decenas de millones de euros para Francia”, añadió. En contraste, la producción manufacturera francesa se recuperó en mayo, alcanzando el nivel más alto desde antes de la pandemia del coronavirus.

No obstante, otros sectores parecen ajenos a la crisis política. Por ejemplo, la producción en la industria manufacturera aumentó un 1,4% desde abril, con un destacado crecimiento en la producción de automóviles, según mostraron los datos del INSEE, el instituto nacional de estadística de Francia en su último informe. “En mayo de 2023, la producción repuntó en las industrias agroalimentarias (1,6% tras -0,5%). Sube con fuerza en refinación (45,1% tras 22,1%) con el fin de las huelgas en refinerías. La producción volvió a crecer en bienes de equipo (1,5%, tras 1,5%) y en material de transporte (1,1% tras 1,8%): repuntó con fuerza en la automoción (5,8% tras -1,7%) pero retrocedió en " otros equipos de transporte” (-2,1% después de 4,3%)”, detalla el informe

En este contexto, el presidente del banco francés BNP Paribas, Jean Lemierre, descartó que los disturbios tendrán un impacto en la competitividad y el atractivo de Francia como centro financiero. “La violencia es mala y debe ser condenada. Espero que se siga reduciendo como ya lo estamos viendo. Pero seamos honestos, Francia no es el único país con problemas. Los vemos también en Estados Unidos. Esto no tiene nada que ver con el atractivo o la competitividad de Francia y los inversores lo saben”, aseguró el banquero en una entrevista televisiva para Bloomberg.

Las redes sociales: gasolina para el fuego de los disturbios

Las empresas de redes sociales están nuevamente bajo escrutinio, ya que el presidente francés culpa a TikTok, Snapchat y otras plataformas por ayudar a alimentar los disturbios generalizados.

El presidente francés, Emmanuel Macron, acusó a las redes sociales de desempeñar un “papel considerable” en el fomento de actos de violencia imitados mientras el país intenta reprimir las protestas que sacaron a la luz tensiones latentes entre la policía y los jóvenes en el país.

El Gobierno ha iniciado conversaciones con las plataformas de redes sociales, incluidos Snapchat y Twitter, con el objetivo de acelerar el proceso para eliminar el contenido que incita a la violencia, según informan fuentes de la agencia Bloomberg. El gobierno francés también está presionando para identificar a las personas que lanzan llamados a la violencia, pero aún está en la etapa de “discusión”, informa la agencia Bloomberg.


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