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El FMI apremia a los países a ajustar cuentas antes de que los desequilibrios se enquisten

La institución advierte de que los equilibrios fiscales se utilizan como medida de último recurso y no en periodos de crecimiento, cuando son más eficaces

Deuda pública
Deuda públicaBelén Trincado Aznar
Pepe García

El gobernardor del Banco de España, la presidenta de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) o la Comisión Europea. Son solo algunos ejemplos de las figuras que llevan meses pidiendo que el proceso para equilibrar las cuentas públicas no se dilate más y comience lo antes posible. Claman por que empiece la consolidación fiscal. No obstante, el Fondo Monetario Internacional (FMI) expone en una publicación que la mayor parte de estos procesos no cumplen el objetivo que buscan de reducir la ratio de deuda del Producto Interior Bruto (PIB), más bien al contrario: la empeoran. La razón de su ineficiencia es lo que tiene a líderes como Pablo Hernández de Cos o Cristina Herrero apremiando por iniciar el proceso: la consolidación fiscal se usa como herramienta de último recurso para aliviar las cuentas públicas cuando hay vacas flacas, en lugar de iniciarlos en periodos de mayor bonanza.

En concreto, los investigadores del FMI afirman que las consolidaciones fiscales elaboradas en momentos de expansión económica y con el apoyo de medidas favorables para el crecimiento son más eficaces. En los países más desarrollados, además, el organismo precisa que las medidas de apoyo al aumento del PIB deben incluir “más medidas basadas en el gasto que en los ingresos”. Con estas recetas, las ratios de deuda se consiguen reducir un 0,7% durante el primer año de aplicación y hasta un 2,1% en los cinco siguientes al realizar una consolidación fiscal exitosa, indica la institución.

La inflación es otro componente que influye positivamente a la reducción de la deuda. Además de mejorar la recaudación de la administración pública, aumenta nominalmente el PIB, lo que en términos cuantitativos reduce en torno a un 0,5% la ratio de deuda, estima el organismo dirigido por Kristalina Georgieva.

Pero este no es el marco general de aplicación de estos ajustes de cuentas. De hecho, los análisis referenciados por el documento del FMI afirman que solo en torno a la mitad de las consolidaciones consiguen sus objetivos fiscales.

El motivo, expone la institución, es que la mayor parte de las veces que se realizan los equilibrios fiscales, las situaciones no son las más propicias. Para que sean exitosas y rebajen la ratio de deuda sobre el PIB, el contexto necesita premiar las reformas estructurales que aúpen el crecimiento y debe haber marcos institucionales fuertes, dice el FMI. Por el contrario, lo habitual es que los ajustes se apliquen tras la puesta en marcha de otras políticas para sanear las cuentas, dejando la opción del ajuste como solución de emergencia, explican.

Modelo exitoso y fallido

Una de las conclusiones del artículo sugiere que los procesos de consolidación llevados a cabo durante periodos de bonanza económica, doméstica o global, y cuando la volatilidad financiera es baja, puede aumentar la probabilidad de una reducción duradera de las ratios de deuda en un 25%: de cerca del 50% al 75%.

Las diferencias entre aquellos equilibrios en las cuentas públicas exitosos –los que reducen la ratio de deuda pública y PIB– y los no exitosos son notables: en el primero de los casos, el crecimiento cae, pero también la ratio de endeudamiento. Por el contrario, cuando no son exitosos son también más desastrosos para la economía: no solo cae el crecimiento, la ratio de deuda se eleva el doble que la caída registrada por el PIB.

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España.
Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España.juan Lazaro

El razonamiento que subyace al documento del FMI es que nunca es buen momento para llevar a cabo una consolidación fiscal, ya que los factores que propician un clima adecuado para llevarla a cabo no dependen de los legisladores, opina Diego Martínez López, profesor en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla e investigador asociado en la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).

Es por eso que, para Martínez, la rocosidad que muestra el crecimiento económico español y el endurecimiento de los tipos de interés –que aumenta el coste de la deuda– deberían de servir de acicate para abordar el proceso de consolidación fiscal. “Tenemos los fondos europeos, los tipos de interés se van a mantener relativamente altos... A mi juicio, es el momento adecuado. Si no, nunca lo será”, explica el investigador.

Reglas fiscales

Por otra parte, a lo largo de este año se articulará la reforma de las reglas fiscales. Ello implica que, desde Bruselas, se tomarán medidas para contrarrestar los déficits excesivos y las ratios de deuda elevada de los Estados miembros. Las negociaciones que están por desarrollarse marcarán cómo se alcanzan estos objetivos, por lo que España puede “adoptar una posición estratégica en la que llegue a las reuniones con los deberes hechos “, indica Martínez.

Los motivos para afrontar la deuda son varios, pero como indican los investigadores del FMI en otro estudio: “Desarrollar medidas de apoyo financiero y fiscales que ayuden a los ciudadanos a lidiar con shocks económicos es más fácil, más barato y más eficaz cuando los países tienen espacio para pedir dinero prestado”.

Ingresos y gastos

Equilibrio.

Los procesos de consolidación fiscal reducen la necesidad de financiación de las administraciones, es decir, aminoran el déficit público. Las formas más comunes de hacerlo son a través de la reducción del gasto o de un aumento de los ingresos, en las economías avanzadas, normalmente mediante el incremento de impuestos.

Bum de deuda.  

Tras la crisis financiera de 2008 y la pandemia, las ratios de deuda pública de la mayoría de países desarrollados crecieron exponencialmente. La española –junto a la italiana, francesa o portuguesa– ha sido una de las que ha sobrepasado la barrera del 100% en la ratio de deuda pública y PIB, y cerró 2022 en un 113%. 

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Sobre la firma

Pepe García
Redactor de la sección de Economía de Cinco Días. Estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y cursó el Máster de periodismo UAM - EL PAÍS.

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