El BCE eleva los tipos al 4% y no da por terminadas las subidas
Decide un aumento de 25 puntos básicos y espera que la inflación siga siendo “demasiado alta durante demasiado tiempo”
No había lugar para la sorpresa. El BCE ha cumplido hoy con el guion que ya telegrafió en la pasada cita de mayo y su Consejo de Gobierno ha decidido hoy una nueva subida de los tipos de interés en la zona euro, la octava en menos de un año. El precio del dinero aumentará en 25 puntos básicos, hasta el 4% para el tipo de referencia y al 3,5% para la facilidad de depósito, en lo que apunta a ser uno de los últimos movimientos del ciclo ininterrumpido de ascensos iniciado el pasado julio. El BCE tiene claro sin embargo que habrá una nueva subida de tipos el próximo julio, a menos que la inflación subyacente mostrara una notable caída que la institución ahora desde luego no contempla. El organismo reconoce que “la inflación ha disminuido, pero se prevé que siga siendo demasiado alta durante demasiado tiempo”.
El comunicado no hace alusiones explícitas a próximos movimientos pero sí advierte que, aunque la escalada de precios se ha debilitado, la inflación continúa siendo demasiado elevada como para bajar la guardia. De hecho, el BCE augura una tasa subyacente del 5,1% para este año, por encima del 4,6% que estimaba en sus previsiones de marzo. La institución que preside Christine Lagarde no se permite todavía hacer pausas en las alzas de tipos, a diferencia de lo decidido ayer por la Reserva Federal, que contempla en todo caso dos subidas más para este año.
Frente a la neutralidad del comunicado, la presidenta del BCE Christine Lagarde sí ha sido clara en rueda de prensa: ha afirmado que la institución no tiene previsto hacer una pausa y ha reconocido que será muy probable una nueva subida de tipos en julio. “El viaje no ha terminado”, ha advertido Lagarde, quien ha reconocido su preocupación por la inflación subyacente. Su evolución, impulsada por el aumento de los costes salariales, ha sido el gran motivo para la subida de tipos de hoy y de no mostrar un cambio significativo, será el detonante para un nuevo aumento de tipos en julio, según ha reconocido la presidenta del BCE.
El organismo reconoce que “las presiones salariales se están convirtiendo en una fuente de inflación cada vez más importante”. Así, la remuneración por asalariado aumentó un 5,2% en el primer trimestre del año y los salarios negociados un 4,3%. Lagarde ha querido puntualizar en todo caso que el BCE no aprecia una espiral inflacionista en los salarios y que, a día de hoy, no detecta efectos de segunda ronda que puedan anticipar un nuevo repunte de la inflación. El BCE tampoco pasa por alto que, pese al alza de tipos, “las empresas de algunos sectores han podido mantener unos beneficios relativamente altos, especialmente cuando la demanda ha superado a la oferta”. Así, aunque la mayoría de los indicadores de las expectativas de inflación a largo plazo se sitúan actualmente en torno al 2%, “algunos indicadores siguen siendo elevados y deben vigilarse de cerca”, según explica el BCE. Más allá del debate de si el alza de tipos está golpeando con más dureza a la economía familiar mientras las empresas están sorteando mejor esas subidas, ampliando incluso sus márgenes de negocio y sus beneficios, Lagarde ha querido dejar claro que el objetivo innegociable del BCE es devolver la inflación de la zona euro al 2%, además de dar confianza al mercado en su voluntad de cumplir con esa meta.
El BCE insiste en que aún no está completada la tarea de endurecimiento de las condiciones monetarias a pesar de que la escalada de precios se haya frenado y de que la zona euro ha entrado en recesión técnica en el primer trimestre del año. “Las decisiones futuras del Consejo de Gobierno asegurarán que los tipos de interés oficiales del BCE se fijen en niveles lo suficientemente restrictivos para lograr que la inflación vuelva pronto a situarse en el objetivo del 2 % a medio plazo y se mantengan en esos niveles el tiempo que sea necesario”, advierte el comunicado de la institución. Los tipos quedan ahora en niveles de 2000, muy cerca de máximos históricos.
El IPC de mayo frenó con fuerza y arrojó una tasa interanual del 6,1%, frente al 7% de abril, si bien la tasa subyacente, que excluye el efecto del coste de los alimentos y la energía, se mantiene firme en niveles aún elevados. En mayo marcó una tasa interanual del 5,3%, frente al 5,6% de abril, sumando, eso sí, dos meses consecutivos de caídas. El efecto que persigue el BCE de enfriamiento de la economía para rebajar el alza de precios se va cumpliendo aunque de forma aún insuficiente, en opinión de Lagarde, mientras el impacto de las anteriores alzas de tipos acumuladas hasta el momento, por 400 puntos básicos desde el pasado julio, ya hace mella en el crecimiento y en la concesión de crédito. La gran duda está ahora en cuántas subidas más de tipos pueden quedar por delante y, sobre todo, durante cuánto tiempo estarán los tipos de interés en ese punto de llegada antes de volver a bajar. Lagarde no ha querido apuntar hasta dónde podría llegar la subida de tipos pero, por lo pronto, todo apunta a un nuevo aumento en julio. Según señala Felix Feather, analista de economía europea de abrdn, “esa subida será la última del ciclo, dado el giro a la baja de la inflación. Pero el crecimiento salarial sigue siendo muy fuerte, por lo que hay bastantes posibilidades de que acaben subiendo también en septiembre”.
El BCE también ha actualizado hoy sus previsiones de crecimiento e inflación hasta 2025, que muestran un crecimiento mínimamente más débil frente a lo pronosticado en marzo y un ligero ajuste al alza en las estimaciones para la inflación. Así, para este año, el BCE espera un IPC en tasa general del 5,4%, desde el 5,3% de marzo; del 3% en 2024, una décima más que hace tres meses, y del 2,2% en 2025. Para la inflación subyacente, la previsión para este año aumenta al 5,1%, desde el 4,6% calculado tres meses atrás. Esta tasa sería del 3% en 2024, cinco décimas por encima del pronóstico de marzo, y del 2,3% en 2025. El BCE confía en que el descenso en los precios de la energía tenga un efecto contagio sobre el conjunto de la economía que contribuya a moderar la inflación. Así, el organismo ha recortado sus previsiones para el precio del petróleo respecto a lo estimado en marzo. Si entonces apuntaba a un barril de petróleo en los 82,6 dólares este año y en los 77,8 el próximo, ahora prevé un precio en los 78 dólares para 2023 y en los 72,6 en 2024.
La nueva estimación de crecimiento en la zona euro para este año se ve recortada en solo una décima, al 0,9%, mientras que para 2024 se espera un alza del PIB del 1,5% y del 1,6% en 2025. Según explica el BCE en su comunicado, “las anteriores subidas de los tipos acordadas por el Consejo de Gobierno se están transmitiendo con fuerza a las condiciones de financiación y están afectando gradualmente a toda la economía. Los costes de financiación han aumentado de forma acusada y el crecimiento de los préstamos se está ralentizando. El endurecimiento de las condiciones de financiación es uno de los motivos principales por los que se prevé que la inflación continúe disminuyendo hacia el objetivo, ya que se espera que frene cada vez más la demanda”.
El BCE ha confirmado hoy también que a partir de julio pondrá fin a las reinversiones de la deuda que venza de su programa APP, el primero que lanzó la institución y que tiene activos por un total de 3,2 billones de euros. La decisión se enmarca en la decisión de ir reduciendo balance, dentro de su política de endurecimiento monetario, al tiempo que contribuye a ir reduciendo el exceso de liquidez en el mercado. El BCE sí mantendrá las reinversiones del programa extraordinario de compra de activos PEPP, lanzado en la pandemia, al menos hasta finales de 2024.
Lagarde: "El empleo es la buena noticia”
La ligera rebaja en las previsiones de crecimiento que maneja el BCE para este año y el próximo no se va a traducir en una mayor tasa de paro en la zona euro. “El empleo es la buena noticia en Europa”, destacó hoy Christine Lagarde. En la actualización de sus estimaciones, el BCE contempla que la tasa de paro marque nuevos mínimos en 2024 y 2025.
Para este año, prevé una tasa de desempleo del 6,5%, una décima menos de lo que calculaba en marzo. Su estimación para los dos años siguientes ha mejorado en mayor magnitud. Así, para 2024 espera una tasa de paro del 6,4%, desde el 6,6% estimado en marzo, y un descenso al 6,3% en 2025, frente al 6,6% calculado en marzo.
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