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Viento y sol liderarán por primera vez el sistema eléctrico español en 2025

La eólica revalidará un año más su liderato en el sistema eléctrico español y la suma de fotovoltaica y solar térmica superará, casi con total seguridad, a la nuclear por primera vez. La electrificación, gran asignatura pendiente

Una planta fotovoltaica en Talayuela (Cáceres), a mediados de 2021.
Una planta fotovoltaica en Talayuela (Cáceres), a mediados de 2021.PACO PUENTES (EL PAIS)
Ignacio Fariza

2025 será, salvo sorpresa mayúscula, el año en el que la eólica y la solar se convertirán en las dos principales fuentes de electricidad de España. El viento revalidará, así, su condición de primer generador nacional por cuarto año —tras 2021, 2023 y 2024—, una racha solo cortada por el 2022 de la crisis energética, cuando las centrales de gas operaron a pleno rendimiento para cubrir las enormes necesidades de Francia. El sol, por su parte, tiene todo a favor para asaltar el segundo puesto por delante de la nuclear. Eso, sin contar con el autoconsumo, sobre el que Red Eléctrica de España (REE) sigue sin ofrecer datos de manera oficial: con él en la ecuación, es muy probable que la suma de fotovoltaica, térmica y paneles en tejados y cubiertas ya hayan rebasado a los reactores atómicos en 2024.

“La eólica ya lleva muchos años siendo la principal fuente de generación, y va a seguir siéndolo muchos años más. Y la suma de solar fotovoltaica y solar termoeléctrica sin ninguna duda va a superar a la nuclear en 2025″, vaticina el divulgador energético Xavier Cugat, que actualmente se desempeña en el campo de las baterías. Eleva, de hecho, su apuesta: en año móvil (los 12 últimos meses), el adelantamiento llegará incluso antes del verano. “El grado de probabilidad es total: no veo manera en que la solar no se convierta en la segunda fuente de generación este año”.

Hay, incluso, opciones de que la fotovoltaica supere por sí sola (sin la muleta de la termosolar) a la nuclear. “Ese sorpaso se va a producir en algún momento entre diciembre de este año y mayo de 2026. Hay posibilidades que suceda este año, pero no es algo 100% seguro”, remata Cugat por teléfono.

“A escala nacional, la solar superará a la nuclear en 2025″, sentencia, con igual rotundidad, Francisco Valverde, analista independiente y uno de los grandes conocedores de los entresijos del sector en España. “Que lo haga de manera tímida o potente dependerá de lo que haga la nuclear esta primavera, cuando vengan los precios bajos”. Si se repite el patrón del año recién terminado, cuando los precios bajos llevaron a los siete reactores nucleares que operan en España a bajar potencia, la brecha debería ser relativamente holgada.

Los datos de Valverde son claros. La eólica lleva ya cuatro ejercicios consecutivos cómodamente instalada por encima de los 60 teravatios hora (TWh) de producción anual. Y la nuclear, aunque suele rondar los 55 TWh al año, en 2024 han sido 52, tanto por las bajadas de potencia por razones económicas, por los precios de derribo de la luz en primavera, como por las recientes paradas no programadas. La suma de fotovoltaica y termosolar, entretanto, generó el último ejercicio 48,5 TWh, “y este año debería rondar los 55,5″, confía. En el peor caso, por tanto, unos 500 gigavatios hora (GWh) más que la nuclear.

Conviene echar la vista atrás para ver la magnitud del cambio. Hace solo un lustro, en el 2020 de la pandemia, era la nuclear la que lideraba la matriz eléctrica, con los ciclos combinados (en los que se quema gas para obtener electricidad) en segunda posición y la eólica en tercera. La fotovoltaica aún aportaba menos que el carbón, de largo la fuente más contaminante y llamada a desaparecer definitivamente del mapa español en 2025. En 2014, una década atrás, también era la nuclear la que mandaba en el mix español, seguida de la eólica y, de nuevo, del carbón.

“Está muy bien que hayamos llegado hasta aquí, pero me preocupa que lleguemos a este punto y que no avancemos. Y lo que oigo y empiezo a ver es un parón en muchos proyectos renovables”, avisa Natalia Fabra, catedrática de la Universidad Carlos III de Madrid especializada en economía de la energía y mercados eléctricos. “En 2024, en primavera, ya hemos visto precios muy preocupantes que han trastocado planes de inversión. A eso es a lo que deberían responder las políticas: al almacenamiento, a las interconexiones, el hidrógeno y las subastas”.

El debe de la electrificación

A la luz de estos datos y proyecciones, el reto de descarbonizar el sistema eléctrico parece cada vez más al alcance de la mano. Pero, como recordaba recientemente el expresidente de REE Luis Atienza, esa es “la parte más fácil” del proceso que viene. Lo verdaderamente difícil, y también lo que marcará el éxito o el fracaso en la lucha contra el cambio climático, será la electrificación del transporte, de la industria y de las calefacciones. Y, ahí, España sigue arrastrando inexplicablemente los pies: más allá de las emisiones, si una economía se vería especialmente beneficiada de desembarazarse de los combustibles fósiles (unos 40.000 millones al año) esa es la española.

“No se trata de aumentar la demanda por aumentarla, como ocurre con los centros de datos. La clave es que los usos que hasta ahora utilicen energía fósil pasen a consumir electricidad“, recuerda Fabra. “Hay que ser mucho más agresivos en las políticas de electrificación y, en particular, de electrificación del transporte”.

Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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