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Rato, ocho horas ante el tribunal para aclarar el origen de su fortuna

El exvicepresidente del Gobierno se atrinchera en su defensa y se lanza al contraataque contra la Fiscalía

rodrigo rato juicio
Rodrigo Rato sale de la Audiencia de Madrid tras afrontar su tercer día de declaración en el juicio, el pasado 15 de abril.SERGIO PEREZ (EFE)

Rodrigo Rato, exvicepresidente del Gobierno de José María Aznar (PP) y exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), ya ha tenido la oportunidad de explicarse ante el tribunal que lo juzga por el supuesto origen ilícito de su fortuna. Como viene siendo habitual desde el pasado 15 de diciembre, cuando arrancó la vista oral en la Audiencia Provincial de Madrid, en la que la Fiscalía Anticorrupción solicita cerca de 70 años de prisión para él, el expolítico llegó en moto a declarar. Así, casco en mano y antes de sentarse ante los magistrados, el exdirigente popular se enfrentó cada día a los periodistas que le esperaban a las puertas del edificio judicial en estas jornadas claves. “No quiero pinchar la noticia”, ironizó el primer día de su interrogatorio, el 10 de abril, para evitar pararse ante las cámaras. Después, una vez acomodado en el banquillo, comenzó una larga comparecencia de ocho horas, que se repartieron en tres sesiones y en las que Rato contestó a las preguntas de su abogada para intentar desmontar la causa que se inició contra él en abril de 2015.

Contra la Fiscalía. El exvicepresidente desplegó una doble estrategia para tratar de tumbar la tesis de las acusaciones. Por un lado, nada más comenzar su declaración, anunció que no contestaría a ninguna pregunta de la Fiscalía y de la Abogacía del Estado, lo que le permitía evitar que se cuestionasen sus repuestas y que le apretasen en busca de contradicciones. Pero también, desde el primer momento, el expolítico arremetió contra la credibilidad y el buen hacer de los investigadores, a los que atribuyó haber construido una “fabulación” sobre el supuesto origen ilícito de su fortuna. A lo largo de las tres jornadas se sucedieron sus reproches, sarcasmos y menosprecios hacia el ministerio público, la Abogacía y los inspectores de Hacienda. Rodrigo Rato calificó las imputaciones como “tonterías” o “literatura cursi”: “Este caso es la búsqueda del tesoro perdido”, satirizó, antes de autopreguntarse mientras miraba a las acusaciones: “¿Es que nos toman por tontos?”.

La amnistía fiscal. El exministro de Economía de Aznar centró su atención en otro episodio de calado: el proceso de regularización que activó en 2012 para acogerse a la amnistía fiscal aprobada por el Ejecutivo de Mariano Rajoy. La Fiscalía mantiene que, tras mantener una compleja estructura societaria oculta durante lustros en el extranjero con “gran cantidad de dinero y activos financieros”, solo declaró entonces una parte de su patrimonio y, además, usó ese proceso como “un vehículo de blanqueamiento de las ilícitas cuotas defraudadas que arrastraba desde hacía años por su patrimonio exterior”. El expolítico lo negó y, durante su interrogatorio, insistió en que la regularización estaba bien hecha y que nadie la cuestionó hasta 2021, cuando el ministerio público la introdujo en su escrito de acusación.

—¿Qué quería aflorar con la regularización fiscal?—le preguntó directamente su abogada.

—Yo había vuelto a España en 2008. Tenía entonces tres sociedades en el extranjero. Tenía conciencia de que una (Wescastle Corporation) venía de periodos prescritos y tenía una rentabilidad muy baja. Otra provenía de rentas exentas, Red Rose Investment. Y la tercera, Vivaway, no tenía bienes. No tenía la sensación de estar ocultando nada, más allá de la titularidad. Eso lo reconozco —se excusó Rato.

La herencia de su padre. En cuanto a parte de su fortuna en Suiza, el exvicepresidente del Gobierno se escudó en una herencia de su progenitor para explicar su origen. Según indicó, su padre pagó una “multa considerable” en 1968 por tener dinero en el extranjero, pero nunca fue obligado a repatriarlo. Fue en 2004, seis años después del fallecimiento del patriarca, cuando el dirigente del PP y sus hermanos decidieron recuperar esos fondos. De ahí, la utilización de Wescastle, expuso. Sin embargo, Anticorrupción considera que el exgerente del FMI ocultó los 2,1 millones de euros en dicha sociedad familiar. Rato cuestiona esta acusación y en el juicio insistió en que se trata de un “periodo prescrito” y que la cantidad no ha variado nunca, y que así lo declaró en 2012.

Rato, durante su declaración del 11 de abril, señala con el dedo a la Fiscalía y la Abogacía del Estado.
Rato, durante su declaración del 11 de abril, señala con el dedo a la Fiscalía y la Abogacía del Estado.

Su estancia en Washington. Desde octubre de 2004 a noviembre de 2007, Rato residió en Washington por su cargo en el FMI. Las acusaciones cuestionan que el exbanquero realmente viviera en la capital de Estados Unidos, así como sus fondos en dos cuentas bancarias. “Yo vivía en Washington a todos los efectos”, exclamó el exdirector gerente de la organización financiera, que además detalló los días exactos en los que estuvo en la ciudad en dichos años y cuántos estuvo “viajando”. También mostró al tribunal su tarjeta de la seguridad social norteamericana. Sobre las cuentas en ese país, explicó que tenía una perteneciente al FMI, donde se ingresaba su salario, y otra personal en el banco BSI, cuyo dinero procedía de la devolución de un préstamo y de la venta de un inmueble de la sociedad familiar El Manantial. En cualquier caso, aseguró que todo este dinero era “limpio” y que él “no movía nada” porque el fondo le impedía administrar directamente sus carteras, al tiempo que tenía que informar anualmente de todas sus inversiones.

En la cima de Bankia. Como parte de su contraataque, Rato colocó a una testigo en la diana: María del Pilar Trucios, ex directora adjunta de Comunicación y Marca de Bankia. Semanas antes, durante su declaración ante el tribunal, Trucios señaló al expresidente de la entidad financiera como la persona que decantó la balanza para que se hicieran con los servicios de Publicis. Unas palabras con gran importancia, ya que Anticorrupción asegura que Rato también engrosó su patrimonio mediante el cobro de comisiones ilegales a cambio de la adjudicación de contratos de publicidad de Bankia a las agencias Publicis y Zenith. Según la Fiscalía, el máximo directivo de la entidad se valió de su círculo de confianza, que había desembarcado de su mano en el banco, para crear un “grupo de presión” que otorgasen contratos a esas compañías. Sin embargo, el pasado lunes, Rato rechazó esa teoría: insistió en que no tenía relación con esas agencias; añadió que no había dado ninguna indicación a nadie (“no estaba capacitado porque no soy experto en marketing ni en publicidad”); y atribuyó las “declaraciones falsarias” de Trucios a las heridas aún “abiertas” que arrastraba por su mala salida del banco tras ser defenestrada.

Los fieles colaboradores. A lo largo de su declaración, Rato defendió a parte de su círculo de confianza, que también se encuentra acusado. El exdirigente del PP subrayó que Domingo Plazas no era su asesor fiscal y que el único trabajo personal que le solicitó fue la regularización fiscal. Asimismo, señaló que conoció el despacho de Plazas cuando adquirió de su excuñado Santiago Alarcó, en la década de los noventa del siglo pasado, la sociedad Vivaway (filial de Kradonara, que constituye el epicentro de todo el caso Rato), cuya administración la llevaba el bufete a través de Servitax, pero limitándose a hacer “un mero asesoramiento contable y fiscal”. Sobre el que fuera su familiar, no ofreció más detalles. Por último, defendió la labor de su secretaria durante más de 20 años, Teresa Arellano, con la que “nunca” tuvo “ningún problema”. Según remachó, por ello le confío la coordinación de los trabajos de comunicación de Bankia cuando Trucios salió de la entidad.

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