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Miedo a que Alphabet se haya vuelto autocomplaciente

Su desplome en Bolsa por un error de su IA revela las dudas, quizás exageradas, de los inversores

ChatGPT y Bard, las IA de Microsoft y Google.
ChatGPT y Bard, las IA de Microsoft y Google.getty images

El nuevo chatbot de Alphabet le ha jugado una mala pasada. El programa de inteligencia artificial cometió un error al responder a una pregunta, y la gran presentación del miércoles de las nuevas funciones de IA para las búsquedas quedó en nada. Como resultado, el mercado ha laminado unos 200.000 millones de dólares de la capitalización bursátil de la empresa, que asciende a 1,14 billones. Probablemente sea una reacción exagerada, pero la percepción de que Google se ha vuelto complaciente podría ser difícil de eliminar.

Alphabet llevaba un tiempo probando su bot Bard y, justo cuando lo presentaba, Reuters reveló que una pregunta que respondía en un anuncio era errónea. La máquina decía que el teles­copio espacial James Webb había tomado la primera imagen de un exoplaneta. En realidad, un satélite europeo había tomado la primera imagen 18 años antes.

Ello, sumado a un lanzamiento decepcionante, hizo que las acciones cayeran un 12% entre la noche del martes y el jueves. Un día antes, su rival Microsoft presentó y lanzó una versión de su motor de búsqueda, Bing, cargada de inteligencia artificial capaz de responder a preguntas complejas utilizando múltiples fuentes de información.

Microsoft, que no es un competidor menor, espera que ser mejor se traduzca en un mercado de búsquedas más competitivo. El consejero delegado, Satya Nadella, dijo en una entrevista con el Financial Times que el margen bruto en esa industria caerá para siempre. Si tiene razón, Alphabet tiene un problema existencial. El margen bruto fue del 55% el año pasado, con 157.000 millones. Si se reduce esta cifra a la mitad, los beneficios de Alphabet podrían desaparecer si no aplica un serio recorte de costes.

Aun así, un lanzamiento rompedor y exitoso de la IA en las búsquedas es en este momento teórico, y el negocio de Alphabet está asegurado por ahora. Lo domina, con más de un 90% de cuota de las búsquedas a nivel mundial, según Statcounter. La buena tecnología es un disruptor probado, pero estar ya instalado tiene desde hace tiempo fuertes ventajas. A los hábitos les cuesta morir, los clientes son perezosos y los costes de un cambio son elevados. Google, Microsoft, Amazon y Meta siguen controlando sus respectivos nichos.

Las amenazas percibidas son más difíciles de eludir. Microsoft lo sabe bien. En la década anterior a 2014, cuando Nadella se convirtió en CEO, los beneficios se duplicaron con creces. Sin embargo, los inversores temían que la firma estuviera más preocupada por exprimir a sus clientes que por vencer a sus competidores online. El múltiplo de beneficios se redujo a la mitad, hasta alrededor de 10. Las acciones apenas se movieron durante una década, hasta que el impulso de los servicios en la nube de Nadella cambió el relato.

Desde entonces, las acciones de Microsoft han subido espectacularmente: valen 10 veces más que en 2004. Un parón podría no ser tan malo en Alphabet si al final tuviera el mismo resultado, pero para los accionistas, la incertidumbre es desagradable.

Libros de texto

La IA ya está provocando una caza de ganadores y perdedores entre los inversores. La empresa de alquiler de libros de texto universitarios Chegg corre el riesgo de convertirse en uno de estos últimos. Sus acciones se desplomaron casi un quinto el martes, después de que pronosticara una reducción de sus ingresos en 2023. A pesar de que su jefe, Dan Rosensweig, dijo a los analistas que no había visto ningún efecto del auge de sofisticados chatbots como ChatGPT, de OpenAI y Microsoft, es difícil ver cómo no perjudicará la IA a una industria que ya se enfrenta a un declive generalizado.

El principal problema para firmas como Chegg es que la caída de las matrículas de alumnos universitarios ya se traduce en menos clientes futuros. Para crecer, Chegg debe ganar una cuota cada vez mayor de un mercado en contracción. ChatGPT podría tener efectos significativos en el mercado de la educación: el bot ya ha aprobado algunos exámenes de Derecho y Empresariales, aunque no con nota. Rosensweig sostiene que Chegg puede utilizar la tecnología en su propio beneficio, emparejando a los estudiantes con el contenido adecuado y elaborando planes de estudio personalizados.

Los inversores no se muestran tan confiados, a juzgar por la caída del 30% de la acción en lo que va de 2023. Es más que la rebaja del 20% en las previsiones de los analistas sobre los beneficios para 2023, según Refinitiv. En cambio, otras empresas que han empezado a poner en práctica la IA, como el portal BuzzFeed, han visto cómo sus acciones se disparaban. Todas las modas inversoras generan ganadores inesperados. Dado su enorme potencial disruptivo, el ascenso de los chatbots inteligentes también creará perdedores, tanto reales como percibidos.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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