¿Pensando en amortizar parte de tu hipoteca ante la subida del euríbor?
Antes de tomar decisiones es importante hacer unos números y conocer qué nos interesa más, tanto por el lado financiero como por el fiscal
El euríbor ha cerrado enero en el 3,33%, un nivel que no se veía desde el año 2008. Este máximo llega después de haber vivido un 2022 insólito para los mercados, especialmente para la renta fija. El anuncio de los bancos centrales de subidas de tipos de interés para combatir la inflación hizo que el euríbor empezara a correr y, desde entonces, no ha pisado el freno.
Desde 2016, hasta abril del año pasado, el principal índice de referencia para las hipotecas en España se mantuvo en negativo. Y fue unos meses antes de la primera subida de tipos en más de una década del Banco Central Europeo, que fue en julio de 2022, cuando empezó a subir.
Con el fin del dinero gratis en Europa -ahora mismo, tras la última subida de tipos el precio del dinero se sitúa en máximos de 2008-, la renta fija ha vuelto a ofrecer rentabilidades atractivas, mientras que las deudas, por su parte, se están encareciendo. Y esto último es algo que muchos ciudadanos ya están viendo en sus cuentas corrientes con la cuota mensual de su hipoteca.
La escalada del euríbor ha hecho que muchas hipotecas a tipo variable se hayan incrementado considerablemente, llegando a duplicarse en algunos casos. Así, por ejemplo, una hipoteca de 300.000 euros a veinte años, firmada en 2020, con un diferencial del 1% sobre el euríbor, tendría un aumento de 5.277 euros al año. Es decir, el consumidor con esta hipoteca y teniendo en cuenta un euríbor del 3,3%, pasaría a pagar 1.819 euros cada mes frente a los 1.379 anteriores.
O lo que es lo mismo: 440 euros más al mes. Una cantidad importante que llega en un entorno en el que la inflación, aunque ha bajado considerablemente, sigue bastante alta, lo que está llevando a muchas familias a preguntarse qué deberían hacer con su dinero para no perder poder adquisitivo en este entorno y no sufrir de más con esta alza de tipos. El primer impulso, cuando se tienen ahorros o dinero invertido, es pensar en utilizarlo para amortizar una parte de la hipoteca y así no pagar de más con las subidas de los intereses. Pero ¿es la mejor opción?
Jaime Aguilar, socio de Asesoramiento patrimonial de Abante, recuerda que antes de tomar una decisión tan importante, conviene acudir a un asesor financiero que nos ayude a contextualizar e interpretar ese incremento del euríbor en nuestro caso concreto: “Es muy importante entender que no hay una solución para cada persona, por eso es fundamental que antes de decidir si cambiar o no de hipoteca, si invertir un dinero extra que tenemos, que acudamos a un asesor financiero que ponga nuestra situación en números y que nos ayude a tener una foto global de nuestra situación, tanto por el lado financiero, el fiscal y el personal”.
¿De qué estamos hablando? Por norma general, el principal consejo que hace el equipo de Asesoramiento patrimonial de Abante es que, si se puede obtener una rentabilidad igual o superior al coste de financiación, lo más sensato es no amortizar la hipoteca y utilizar ese dinero para invertir. Y, para que esto tenga sentido y ayude al consumidor a tomar la mejor decisión, lo más recomendable es acudir a un asesor financiero que ayude a poner en números toda su situación.
Otros factores relevantes: de la fiscalidad al perfil inversor
Hay que tener en cuenta cuánto le falta al cliente por pagar de la hipoteca. Como recuerda Aguilar, “la mayoría de los préstamos de hipotecas en España se rigen por el régimen de amortización francés, por el cual, al principio se pagan muchos más intereses que capital. Esto hace que sea en los primeros años cuando más interese amortizar”.
También hay que ver, si se decide amortizar, qué es más interesante: reducir cuota o plazo. En este punto es importante conocer otras deudas que se tengan, nivel de ingresos, gastos, otras inversiones. Es decir, hay que contar con la foto global para ver si se quiere pagar lo mismo, pero durante menos tiempo o si conviene más pagar menos cuota para llegar más holgados a final de mes.
Otro factor relevante es la fiscalidad. En el caso de tratarse de la vivienda habitual, hay que tener en cuenta que, si se compró antes de 2013, existe una ventaja fiscal en el IRPF (la ley permite deducirse cada año un 15% de una cuota máxima de 9.040 euros), que puede que no interese perder.
Si el consumidor opta por ver qué rentabilidad podría obtener invirtiendo en los mercados financieros el dinero que podría usar para amortizar parte de la hipoteca, es fundamental que piense en sus objetivos, en qué plazo tiene y en su perfil inversor. ¿El motivo? Si decide invertir en productos muy conservadores, a pesar de que ya hay ciertas partes de la renta fija que ofrecen rentabilidades atractivas, es muy probable que no supere el coste de financiación del préstamo, por lo que en ese caso no interesaría amortizar.
Por ejemplo, una persona que tenga 50.000 euros ahorrados y no tenga una necesidad inmediata de liquidez, si tiene una hipoteca contratada hace 3 años y opta por amortizar cuota, con ese dinero se ahorraría 361 euros al mes. En total, hasta el año 2039, se ahorraría 13.753 euros en intereses (teniendo en cuenta que, según las previsiones de nuestros expertos, que el euríbor se mantendrá en el entorno del 3% un par de años y se moderará cerca del 2,5% después). Si, en cambio, esos 50.000 euros los invierte en una cartera de fondos de inversión que le dé una rentabilidad del 3%, en el mismo periodo obtendría una rentabilidad total de 30.235 euros, es decir, 16.500 euros más que lo que se ahorra en intereses. Y, además, no habría gastado sus ahorros.
En esos 16 años que ha estado invertido, el inversor se habría beneficiado no solo del largo plazo, sino de las ventajas del interés compuesto y de haber invertido en fondos de acumulación. La mayoría de los fondos que hay en la industria española no reparten dividendo, y esto, en periodos largos, es muy beneficioso porque los intereses que la inversión va generando se reinvierten de forma que, sin necesidad de incrementar el esfuerzo de ahorro, la cartera de inversión va creciendo exponencialmente.
Por ejemplo, invertir 20.000 euros, a un objetivo de rentabilidad del 5%, se convierten dentro de 20 años en cerca de 27.000 euros con capitalización simple y en casi 36.000 euro mediante capitalización compuesta -hablamos de euros actuales en los dos casos-. Es decir, con el interés simple el capital inicial se eleva en un 35% y mediante la capitalización compuesta la cantidad final que es casi un 80% superior
Por todo ello, analizar los diferentes escenarios y conocer en números el impacto real de una decisión tan importante es fundamental para ver qué es más conveniente para el proyecto biográfico de cada persona.