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Qué hacer a la hora de pedir un aumento de sueldo al jefe

Seis de cada diez empleados tienen pensado reclamar una mejora de su salario en 2023 Hay que elegir el momento adecuado del año, solicitar una reunión formal y poner en valor lo que se ha aportado

GETTY

Pensar en los objetivos del jefe al menos tanto como en los propios. Si hubiera que resumir en una frase las claves de una conversación para mejorar el salario, esas podrían ser las palabras. Como en toda negociación, su éxito dependerá directamente de la capacidad de ponerse en los zapatos del otro sin quitarse los propios.

La primera pregunta es en qué momento iniciar la conversación. No hace falta ser Sherlock Holmes para entender que la predisposición de la persona de la que depende la decisión es mejor en una coyuntura favorable que en una de crisis. “Es recomendable agendar una reunión”, explica Mónica Pérez, responsable de comunicación en InfoJobs. “Hacer la petición en un encuentro informal provocará que no sea tomada con la seriedad que requiere”.

Lo mejor es tener la conversación pocos meses antes de las evaluaciones periódicas de rendimiento y ajuste salarial. El riesgo de acercarse demasiado a la fecha es que los compañeros lo hayan pedido antes y el presupuesto para aumentos esté agotado. Pero como dice Guido Stein, profesor en el IESE, el mejor momento es siempre cuando se haya hecho algo “un poquito excepcional”. “Navidades, no; vacaciones, no... Tiene que ser un momento tranquilo y cuando se haya metido un gol”.

En España, y de acuerdo con los datos de una encuesta de ADP Research Institute, seis de cada diez empleados tienen pensado pedir una mejora salarial en 2023. Y se están preparando para hacerlo. Según N. C. Kurt, instructor de la plataforma de educación online Udemy.com, los cursos en Negociación salarial son los más demandados en todo el mundo, “con un aumento del 297% en el tercer trimestre de 2022”.

Haber metido un gol o tener forma de demostrar un desempeño superior es imprescindible para convencer a la persona que aprueba el aumento de que esa es la mejor forma de garantizar el desempeño superior del solicitante, algo que ayudará a la empresa y le hará quedar bien. “En la negociación por un aumento hay que poner el acento en lo que se ha hecho, para subrayar lo que se es capaz de hacer”, dice Silvia Guarnieri, socia fundadora de la Escuela Europea de Coaching. “Siempre en la tarea y poco en asuntos personales”.

Ahora bien, ¿cómo medir ese gol? Hay puestos en los que es fácil poner criterios objetivos, como aumentos de ventas o mejoras de productividad. Pero en otros es más subjetivo. En esos casos, dice Guarnieri, ayuda el aporte del equipo y del responsable que hagan la valoración subjetiva de la tarea.

La otra pregunta, cuánto pedir, no tiene respuesta unánime. Hay especialistas que prefieren dejarlo en manos de la otra parte, para no quedarse cortos ni generar mala impresión pasándose. Pero los que defienden hablar de una horquilla concreta de posibilidades sostienen que así se transmite claridad. No es una limosna, sino un aumento razonado por los beneficios que puede reportar a la empresa, sin abandonar la cordialidad y la empatía durante toda la conversación. De nuevo, la prueba de ponerse en los zapatos del otro: si un empleado es capaz de negociar en su propio beneficio y de buenas maneras, también lo será cuando tenga que defender los intereses de la empresa.

En lo que todos coinciden es en la necesidad de averiguar antes las bandas salariales para el cargo y la política interna. Muchas empresas cuentan con rangos salariales por categoría y normas de revisión (una información que, según Mari Cruz Vicente, secretaria confederal de Acción Sindical, de CC OO, debe estar accesible para los trabajadores en el llamado registro salarial). Por lo general, esas normas son menos flexibles cuanto mayor es la empresa, con las multinacionales como las más rígidas.

Y, por supuesto, nunca presionar por una respuesta, hacer comparaciones con compañeros, pasarse de insistente o enfadarse ante una negativa (en ese caso, el consejo es preguntar de muy buenas maneras qué habría que hacer antes de volver a hablar en un plazo acordado). Y tampoco referirse a una inflación que, según N. C. Kurt, “es la verdad más obvia”. “A cualquier persona le satisface más apoyar al que vuela que levantar al que cae, el empresario aportará con más ganas a un trabajador que, con su mejor sonrisa, hace hincapié en sus capacidades y lo que puede dar”, asegura.

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