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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La banca tiene razones objetivas para reforzar su escudo anticrisis

CINCO DÍAS

La rentabilidad de la banca europea, que desde el final de la pandemia ha mostrado signos sostenidos de recuperación y razonable fortaleza, comienza a acusar los efectos de un entorno macroeconómico que se ralentiza y cuyo horizonte inmediato está teñido de incertidumbre. Según los resultados del ejercicio anual de transparencia del sector, publicados el viernes por la EBA (Autoridad Bancaria Europea), las entidades han rebajado su nivel de capital en los últimos meses al tiempo que han aumentado el volumen de créditos en vigilancia especial, o stage 2, paso previo antes de clasificarlos como dudosos. Aunque estos resultados a día de hoy no son todavía alarmantes ni empañan el hecho de la que la curva de rentabilidad del sector ha seguido mejorando durante la primera parte del año, la complejidad del entorno macro y los interrogantes sobre su evolución han llevado a la EBA a pedir que se refuercen los niveles de capital.

Los resultados de las pruebas han servido para reafirmar, con argumentos objetivos en la mano, las recomendaciones de prudencia que tanto la EBA como el BCE y el Banco de España han realizado en los últimos tiempos, preocupados por un contexto de menor crecimiento, de aumento de tipos de interés y de tensiones inflacionistas que pueden desembocar en una recesión técnica a principios de 2023. Los reguladores han advertido de que es necesario revisar las trayectorias de capital para incluir escenarios macroeconómicos adversos en sus peores formulaciones. También han insistido en el riesgo de confiar en exceso la rentabilidad a las alegrías de la política monetaria actual, de carácter expansivo y favorable al negocio bancario, puesto que esta puede ser neutralizada por un deterioro de activos más rápido o más grave de lo previsto.

Las pruebas publicadas por la EBA permiten vislumbrar pequeñas grietas que pueden ensancharse si no se corrigen a tiempo, y que no atañen solo a los créditos en vigilancia, sino también al aumento del nivel de exposición de los balances bancarios al sector de la energía, como consecuencia de la volatilidad de los mercados de gas y petróleo en la UE y de las necesidades de liquidez “sin precedentes” que han mostrado hasta ahora las empresas energéticas. Las recomendaciones del organismo pueden parecer un jarro de agua fría para el sector, que tras haber realizado un notable esfuerzo de provisionamiento y haber soportado largos años de estrangulamiento de márgenes por los bajos tipos de interés, confiaba ahora en una etapa de altas rentabilidades. Pes a ello, los interrogantes sobre la evolución de la crisis económica que asola Europa son una razón suficientemente seria y objetiva como para apostar, una vez más, por la preparación y la prudencia.

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