Richi Arambarri: “Agotamos todo nuestro vino de Toro”
La compañía factura 38 millones y vende a 70 países
En 2008, cuando a su padre, José Miguel Arambarri, le dio un ictus, decidió junto a uno de sus dos hermanos mayores hacerse cargo de la empresa familiar, de construcción e inmobiliaria y un negocio bodeguero. Su abuelo hacía vino prácticamente para autoconsumo, y fue su padre el que invirtió en viñedo y en construir dos bodegas, aunque fue la nueva generación la que decidió darle un giro a un negocio asentado en el territorio de La Rioja. Richi Arambarri (Logroño, 1984), CEO de Vintae, recuerda que entre sus planes estaba dedicarse al vino, pero en Estados Unidos, así como las diferentes fases por las que ha pasado la compañía. En la primera, él tenía 23 años y el formato era muy irreverente, dado que formaba parte de una generación a la que el vino no le había enganchado, ya que veía a este sector como muy endogámico.
El grupo tiene varias bodegas y viñedos: Hacienda López de Haro, El Pacto, en San Vicente de la Sonsierra; Maetierra, en Calahorra (La Rioja); Aroa, en el valle del Yerri (Navarra); Matsu, en Toro (Zamora), y Bardos, en Burgos, además del Proyecto Garnacha, en Cárdenas (La Rioja), y Atlantis, bajo cuyo paraguas elaboran vinos de tres denominaciones de origen, como son Valdeorras, Rías Baixas y Txakoli. Producen 47 vinos y exportan a más de 70 países, siendo el principal mercado Reino Unido, al que le siguen Alemania, Holanda, Suiza, Estados Unidos y Canadá, entre otros; en 2021 facturaron 38 millones de euros y para este prevén crecer por encima del 10%.
- R. Decidieron ser provocadores.
- R. Había que ponerle otro lenguaje a nuestra forma de comunicar a través de las etiquetas. Nadie nos paraba los pies, la marca era nuestra historia. Teníamos también una crisis económica, mi padre había hecho una gran inversión, de unos 10 millones, en tierras y en bodegas. Había mucho por pagar. Vintae en aquel momento no era nada, no era una bodega, pero es una forma de vivir el vino. Queríamos hablar más de paisaje, de un estilo de vida, de territorio. Hemos llegado a hacer vinos en 15 regiones diferentes, incluso en Chile. Trabajamos con viticultores de la zona y en instalaciones que no son nuestras. En Navarra tenemos bodega propia, pero en Ribera del Duero estamos plantando ahora, queremos tener viñedos e instalaciones, proyectos propios. Tenemos proyectos de rebeldía.
- R. ¿Se han equivocado con algún proyecto?
- R. Lo de Chile lo desmontamos en 2017 porque era algo que no arrancaba. Teníamos todo preparado para hacer vino en California, pero nos asustó el tipo de contratos que teníamos que firmar por las uvas en primavera.
- R. ¿Ahora en qué fase se encuentran?
- R. Ahora no necesitamos vender más, sino poner en valor el vino viejo de La Rioja. Ponerlo en valor significa que no desaparezca. Ahora nos estamos centrando en regiones en las que estamos más cómodos y podemos poner en valor lo que hacemos. El mercado nacional e internacional se ha sofisticado mucho con proyectos interesantes en otras zonas. Nos atrevemos allí donde estamos haciendo proyectos de valor añadido. En Ribera del Duero estamos en Soria y en Burgos, dos zonas bastante desconocidas.
- R. ¿Qué producción tienen?
- R. Producimos ocho millones de botellas. Y nuestras marcas están consolidadas. Hacienda López de Haro es un vino clásico de La Rioja; con El Pacto lo que estamos haciendo es volver a lo que hacían mi abuelo y mi bisabuelo, cuando se llevaban vino de cada pueblo y los vinos reflejaban el origen y su procedencia. Todas las viñas de los años setenta para atrás, hay más diversidad genética, no son monovarietales. Volvemos a plantar como lo hacían nuestros bisabuelos, esto es como un arca de Noé. Antes la viña no tenía tanto valor porque había otros cultivos que tenían más rendimiento. Pero queremos recuperar una viticultura que sea menos intervencionista y más exigente y natural. Todo esto es fruto de nuestra madurez. Buscamos más solidez.
- R. Parte del éxito se encuentra en su forma de venderlo, en la manera de vestir las botellas.
- R. Las botellas están muy solas por muchas campañas de marketing que hagas e impacto generes. Vestir las botellas es muy importante; además, somos pioneros en el uso de las redes sociales y pioneros en la venta online. Nuestros envíos siempre han tenido una temática muy original, por lo que hemos creado una red de fans de los vinos Vintae. El mayor éxito lo hemos logrado en Toro con Matsu, somos la bodega que más exporta, y las etiquetas son una serie de fotografías de agricultores, que fue idea de mi hermano. En Toro todo es austeridad, la viticultura es de mimos, y a mi hermano le impactó esa vida y decidió poner en la botella la cara de la gente del campo. Matsu, donde elaboramos 1,5 millones de botellas, se agota desde que salió al mercado. Es una denominación con mucho potencial.
- R. ¿Cómo fueron percibidos en La Rioja?
- R. Nos dieron caña. Los viticultores, al principio, no nos vendían uva porque decían que íbamos a vender la bodega. Hemos sido irreverentes, pero con el tiempo se han normalizado las cosas. El vino no es sofisticación, sino que es fiesta, es celebración. Somos pioneros del cambio en el sector. Vendemos autenticidad, esa es nuestra fórmula.