¿Hacia unos tipos de interés del 3% en el BCE?
El mayor riesgo del endurecimiento de la política monetaria era provocar una crisis de deuda pública periférica europea. Desde ayer ese riesgo es menor
El Banco Central Europeo cumplió con las expectativas y subió los tipos al 2%. No obstante, la reacción del mercado fue inesperada y las rentabilidades de la deuda pública se desplomaron en Europa. El bono alemán a 10 años bajó en rentabilidad 20 puntos básicos, el español 30 y el italiano 45. Los bonos a largo plazo son una mezcla de las expectativas de los inversores sobre el crecimiento económico, sobre la inflación esperada y sobre el miedo al impago de la deuda.
¿Qué ha pasado? Un movimiento tan violento en la denominada renta fija es inusual y suelen influir varias variables. Primero, que los tipos de la deuda pública en EE UU también cayeron ayer más de 15 puntos básicos. Segundo, que el cambio de Liz Truss por Rishi Sunak, como primer ministro británico, ha calmado significativamente los temores de los inversores sobre el futuro de la libra y la deuda pública del Reino Unido. Tercero, que Meloni hizo un discurso de investidura populista, pero no demasiado, sin poner en cuestión la pertenencia en Europa, apoyando a Ucrania en la guerra y poniendo a un ministro de Economía razonable, para lo que podría haber sido en Hermanos de Italia y la Liga.
Pero, de nuevo, la protagonista fue Christine Lagarde. El comunicado del BCE no cambia mucho el escenario, solo habla de inflación y dedica buena parte a hablar de cambios en las subastas extraordinarias de liquidez para la banca y de los programas de compra de deuda. Pero en la rueda de prensa mostró preocupación por el crecimiento y el riesgo de recesión. Se suma al banco central de Canadá esta semana, que también advirtió de que las subidas de tipos continuarán, pero que están próximas a su fin.
Sin duda es una excelente noticia que bajen los tipos de interés de la deuda, especialmente las primas de riesgo. Como llevo advirtiendo en estas columnas a lo largo del último año, el mayor riesgo del actual endurecimiento de la política monetaria era provocar una crisis financiera global, y especialmente en deuda pública periférica europea, como la de 2008 o la de 2012. Hoy el riesgo es menor.
No obstante, conviene mantener la prudencia. La volatilidad tan elevada en la renta fija indica un mal funcionamiento del mercado y de las expectativas y no es una buena señal, aunque es mejor que la volatilidad sea de rentabilidades a la baja. La sensación es que el consejo del BCE sigue muy dividido, con los alemanes liderando a los halcones, y Lagarde, con Francia, España e Italia, liderando a las palomas. Y ya estamos acostumbrados en el último año a que la presidenta del BCE tenga que salir a matizar sus palabras de la rueda de prensa.
En segundo lugar, Europa vive el octubre más cálido de su historia y coincide con los inventarios de gas en máximos históricos en este mes. Ambas circunstancias han provocado un desplome de los precios del gas y de la electricidad. Es curioso que también han provocado que paren las quejas de los mercados marginalistas. Cuando suben los precios es por las malvadas empresas energéticas, pero cuando bajan todo el mundo está encantado con los mercados. Pero los futuros del gas para enero siguen por encima de 100 euros por megavatio hora y eso implicaría precios de la electricidad por encima de 250 euros el megavatio hora. Eso supone que este invierno es muy probable que los europeos paguemos la energía cinco veces más cara que antes de la pandemia. Por lo tanto, la crisis energética continúa y los riesgos de mayor inflación y de menor crecimiento también.
En tercer lugar, los efectos de la subida de tipos y el final de las compras de deuda sobre el consumo y la inversión se notarán en el primer semestre del 2023. El mercado esperaba la pasada semana que el BCE subiera los tipos al menos hasta el 3%. Eso son tipos de mercado interbancario efectivos del 2,5%, ya que el banco central mantiene acceso ilimitado a la liquidez y el tipo de referencia efectivo es el de la facilidad de depósito, que sigue en el 1,5%, 50 puntos básicos por debajo del tipo oficial. Ahora los inversores están corrigiendo a la baja, aunque la volatilidad es elevada.
En España las hipotecas este verano aún no habían reflejado la subida de tipos. Hasta la entrada en el euro en 1999, los plazos de las hipotecas eran habitualmente inferiores a 20 años y ya han pagado su casa. Los que pidieron su crédito hipotecario antes de 2007 seguramente lo hicieron a 30 años, pero habrán aprovechado el largo de periodo de tipos al 0% o negativos para reducir significativamente su deuda y el impacto de la subida de tipos del euríbor sobre su cuota será mínimo. Desde 2015 la mayor parte de hipotecas se han concedido a tipo fijo, y tampoco notarán la subida.
El impacto será en las hipotecas de los últimos cinco años a tipos variables y en las nuevas hipotecas. Esa subida ya ha provocado un frenazo en las compras de vivienda y debería provocar una caída de precios para ajustar las cuotas a tipos más altos. En créditos a empresas, según el BCE, los bancos españoles son los que prestan a tipos más bajos, especialmente a las pymes.
Aun así, el empleo en la encuesta de población activa se frenó en seco en el tercer trimestre. Y las perspectivas para los dos próximos trimestres no son muy halagüeñas. Veremos.
José Carlos Díez es Director de la cátedra Orfin de la Universidad de Alcalá