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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los PERTE como palancas de transformación industrial

Estos instrumentos pueden combinar lo mejor, pero también lo peor de dos mundos: la rigidez pública y la picaresca privada. Y es necesario evitarlo

Solemos centrar nuestras conversaciones en el medio y largo plazo, y podría parecer que, dedicando dos artículos a los Perte, introducimos una excepción en esa lógica. Sin embargo, es precisamente esa preocupación por las transformaciones de largo aliento que precisa nuestra economía, la que nos lleva a compartir algunas consideraciones. Mejor ahora que aún estamos a tiempo, que después para lamentarnos.

Si queremos mantener nuestro nivel de prosperidad e influencia en la economía global, Europa necesita abordar con decisión un proceso de reindustrialización basada en tecnologías y conocimiento avanzados, en innovación. Hemos aprendido que debe hacerlo también sobre bases sostenibles, y tener muy en cuenta que la globalización no garantiza ni las cadenas de suministro, ni abastecimiento de fuentes de energía externas…Sin industria del conocimiento, sin innovación, no seremos capaces de crear los empleos que necesitamos. Y sin esos empleos y la riqueza que generarían, perderemos en cohesión social y se debilitarán las bases del modelo de sociedad que con tanto esfuerzo hemos construido a lo largo de generaciones.

Los Perte representan para España una gran oportunidad de dar un paso adelante en esta reindustrialización. Para poder aprovechar todo su potencial, entendemos que hay cuatro claves fundamentales: dimensión, colaboración público-privada, comunicación y objetivos claros articulados en indicadores coherentes.

La primera es ser capaces de construir proyectos ambiciosos, sin caer en la tentación de la fragmentación. Los Perte no pueden convertirse en una especie de lotería en la que a cada empresa percibe una pedrea de pequeñas subvenciones dispersas, para hacer proyectos rutinarios. Necesitamos, por el contrario, un efecto incentivador sobre grandes proyectos que sean capaces de traccionar sobre cadenas de suministro enteras durante las próximas décadas. Si los proyectos Perte se convierten en monstruos de Frankenstein, construidos con pedazos de proyectos individuales, pero sin movilizar un compromiso colectivo en proyectos de la dimensión adecuada para competir globalmente, no cumplirán su objetivo transformador.

Interesa señalar que el reparto entre diferentes Ministerios, y la propia lógica de funcionamiento de las convocatorias puede empujar en esa dirección. El nombramiento de personas comisionadas para coordinar la acción institucional va en la dirección adecuada, pero es necesario que cuenten con medios y recursos para poder coordinar de forma ejecutiva.

La segunda clave es un elemento fundamental para conseguir la primera. Sin un diálogo constructivo y basado en la confianza entre lo público y lo privado, no conseguiremos ni proyectos de la dimensión adecuada, ni mucho menos sacarlos adelante en los ajustados plazos que manejamos. Los Perte pueden combinar lo mejor de los dos mundos, y necesitan esquivar lo peor. Si al final se activa la rigidez pública y la picaresca privada, perderemos esta oportunidad, que requiere de flexibilidad institucional y de compromiso empresarial.

La Ley de Subvenciones o los marcos fiscales no pueden convertirse en barreras infranqueables. Para reindustrializar el país no basta transformar el tejido productivo, hay que aprovechar este viaje para innovar también en los esquemas de relación público-privada. El ejemplo del programa kit digital es paradigmático: la sencillez es clave para que las ayudas lleguen a las empresas con eficacia.

La tercera clave puede parecer obvia, pero pensamos que requiere de un apoyo explícito. No transformaremos nuestro tejido productivo sin no transformamos el conjunto de nuestra sociedad. Sin duda necesitamos un sistema científico tecnológico y un sistema educativo alineados con las grandes inversiones que vamos a acometer, pero sobre todo necesitamos vocaciones, necesitamos una generación entera de jóvenes que se apasionen con el reto de construir la nueva industria que garantizará su prosperidad.

Es preciso comunicar, hablar con la sociedad, que en ocasiones únicamente está recibiendo de los medios de comunicación el ruido de estadísticas y discusiones sobre el avance o retraso en el grado de ejecución de los fondos.

Este último comentario nos lleva a una reflexión sobre la cuarta clave. El objetivo no debería reducirse a ejecutar el presupuesto disponible, y que el indicador sea el porcentaje de fondos comprometidos. Es importante acertar en los objetivos e indicadores de medio y largo plazo, que midan resultados (ex post), identificar KPI que midan con eficacia el éxito o fracaso de estos planes. A esta última clave dedicaremos de forma monográfica nuestro próximo artículo. Han pasado ya más de dos años desde que se anunciaron los fondos Next Generation, y en muchas empresas la impaciencia se junta con la decepción, y en muchas administraciones el cansancio se junta con la frustración. No es momento de desanimarse, sino de perseverar en la apuesta, de hacer las cosas bien y de trabajar juntos, porque nuestra prosperidad depende de ello: los Perte siguen siendo la mayor oportunidad de reindustrializarnos, una que no podemos dejar escapar.

Grupo de Reflexión de Ametic

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