Credit Suisse, entre la venta de activos y la ampliación de capital para evitar el colapso
El banco necesita una inyección de liquidez para recuperar oxígeno En lo que va de año se deja un 54,9% en Bolsa, más de 13.000 millones
Credit Suisse ha hecho saltar todas las alarmas del mercado. Las dudas sobre la solvencia que el banco suizo viene arrastrando durante la primera mitad del año se dispararon este lunes después de que los seguros de impago (las coberturas de los inversores frente a posibles incumplimientos de pago del banco, conocidas como CDS) alcanzaran máximos históricos, superando incluso los niveles de 2008 cuando se desató la crisis de Lehman Brothers. En ese escenario, los analistas ya barajan una ampliación de capital o la venta de activos para lograr una inyección de fondos que permitan evitar el colapso.
Jeffereis, de hecho, considera ambas palancas: primero una venta de activos para ganar oxígeno y dar cierto margen a que las acciones se recuperen en Bolsa y posteriormente una ampliación de capital. “Es poco probable que las ventas de activos por sí solas sean la solución al problema de déficit de capital, pero podría ser un primer paso y ganar tiempo hasta que las acciones se recuperen y las perspectivas mejoren, momento en el cual sería necesario un aumento de capital”, señalan los analistas de la firma.
La semana pasada, el banco suizo ya intentó aplacar el nerviosismo del mercado, emplazando a los inversores al próximo 27 de octubre para presentar un plan de reestructuración en el que la entidad baraja la venta de activos. También estudia transformar su banca de inversión y otras áreas de negocio. En cualquier caso, Credit Suisse necesita una inyección de fondos para poder acometer la reestructuración, que los analistas de KBW cifran en 4.000 millones.
Las acciones de Credit Suisse cerraron este lunes con apenas una caída del 0,93%, pero se llegaron a dejar más de un 8% durante la mayor parte de la sesión bursátil. En lo que va de año el banco ha perdido un 54,9% de su valor Bolsa: de una capitalización de 24.000 millones de euros a principios de año ha pasado a valer 10.700 millones. Por dar una idea de la magnitud, BBVA, que cuenta un tamaño similar (un volumen de activos de unos 720.000 millones de euros) tiene un valor en Bolsa que triplica a Credit Suisse.
Negocios de alto riesgo
La crisis del banco suizo se ha agudizado en las últimas semanas ante el desplome en Bolsa, pero la caída viene de lejos, provocada por una política empresarial de baja aversión al riesgo y una sucesión de escándalos en la cúpula directiva que han erosionado tanto su liquidez como su reputación.
Esa cultura del riesgo desembocó en dos grandes agujeros milmillonarios, las quiebras de Archegos (un fondo estadounidense de inversión de alto riesgo) y de Greenshill (una firma de factoring) a principios de 2021. Ambas eran dos grandes clientes que generaban cientos de millones en comisiones para la entidad, pero que tras su colapso provocaron pérdidas de unos 4.500 millones. Tidjane Thiam, que fue consejero delegado de Credit Suisse entre 2015 y 2020, aseguró que el banco volvería a ser rentable una vez liquidase y cerrase las operaciones ruinosas que había realizado.
Pero más allá de los negocios ruinosos, Credit Suisse también ha vivido una gran crisis de gobernanza en los últimos años. El propio Thiam tuvo que dimitir a principios de 2020 tras verse envuelto en un caso de espionaje a un antiguo trabajador del banco. Thomas Gottstein le relevó en el cargo.
Ese mismo año, para completar la renovación de la cúpula, Credit Suisse contrató a Antonio Horta-Ossorio como presidente. Un fichaje estrella anunciado a bombo y platillo que llegaba al grupo para reparar el daño y poner fin a la cultura del riesgo. El banquero portugués apenas duró nueve meses en el cargo. Dimitió tras una investigación interna en la que se demostró que se había desplazado durante la pandemia del Covid-19 incumpliendo la normativa de cuarentena en Suiza y el Reino Unido.
En medio del incendio financiero y tras lidiar con una fuga masiva de banqueros, los resultados del banco no tardaron en caer en picado. En el primer semestre de 2022 Credit Suisse registró pérdidas por 1.904 millones de euros, frente al beneficio de un millón registrado entre enero y junio de 2021. Tras estos resultados, Thomas Gottstein dimitió como consejero delegado. El entonces consejero delegado reconoció que los resultados eran decepcionantes, especialmente en la banca de inversión y que se habían visto afectados por las mayores provisiones para litigios y otros elementos de ajuste.
Tras la dimisión de Gottstein, Credit Suisse nombró máximo ejecutivo a Ulrich Körner, un experto en reestructuraciones, que asumió el cargo el pasado 1 de agosto. El alto directivo anunció un programa para reducir a medio plazo su base de costes por debajo de los 16.200 millones. Para cumplir con ese plan ya se baraja un recorte de miles de puestos de trabajo.
Según Bloomberg, durante este fin de semana el propio Körner se encargó de llamar a inversores y empleados del banco para asegurar que la solvencia del grupo es sólida. Aunque reconoció que el banco se encontraba en un momento crítico, pidió cierto periodo de gracia hasta que la entidad presente su plan de reestructuración a finales de octubre.