El valor de los planes en tiempos inciertos
Los métodos de Thomas Shelby rezuman modernidad, atrevimiento y adaptación Los roces de las operaciones hacen mella en muchos perfiles directivos que acaban arrojando la toalla
Thomas (alias Tommy) Shelby es el líder de los Peaky Blinders, una banda criminal que da nombre a esta magnífica serie que durante seis temporadas explora los rincones más profundos de un antihéroe complejo que siempre tiene un plan. Un plan que no siempre es lineal, ni evidente, ni tan siquiera siempre es lícito. Pero un plan a fin de cuentas.
Si bien la personalidad de Tommy Shelby acapara la atención del espectador en cada plano para llevárselo a su terreno y convertirlo en un simpatizante, el protagonista real de la historia no es tanto él como su plan. Ese que le hace cabalgar de una posición de criminal en sus inicios, a la de político y hombre de negocios al final. Todo ello moviéndose con soltura entre los diferentes estratos sociales de un mundo en construcción como fue el periodo de entreguerras en Reino Unido.
Todas las tramas en Peaky Blinders giran alrededor de los objetivos, los medios, los procesos, la información y la ejecución en el tiempo adecuado, para que el antihéroe haga prevalecer sus intenciones, que no son otras que sobrevivir al principio, dominar después, y perdurar en el tiempo en su etapa final. Hablan de ambición, necesidad de crecer, defensa de una posición en el mercado o de la imagen frente a los competidores. Y para ello se innova, se escogen clientes, se tejen alianzas y generan fuentes de ingresos explorando los límites de la ley. ¿Les suena todo esto? Nada más lejos que las piezas de cualquier modelo de negocio, bailando, en este caso, alrededor de un personaje que conoció el horror luchando en la Primera Guerra Mundial, pero sigue avanzando como terapia contra el miedo.
Objetivos, anticipación y atrevimiento
En nuestra época, donde las incertidumbres también son una constante, se alzan voces poniendo en cuarentena la necesidad de planes. ¿Para qué si todo cambia? ¿Por qué si mañana no servirán de nada nuestras previsiones? No están de moda y se les ha puesto cara de receta escrita con buena letra envejeciendo en cualquier nevera bajo un imán de recuerdo de una ciudad. No se les intuye una capacidad predictiva esencial para nuestros tiempos líquidos, pero Thomas Shelby, en plenos años veinte del siglo pasado, hace de sus planes un tratado avanzado de gestión ágil y métodos Lean.
Tommy no se ha formado en ninguna escuela de negocios y sus métodos no están exentos de taras y dobleces en cada esquina, pero también rezuman modernidad, atrevimiento y adaptación como exige su contexto. Así que, más que echar la culpa a los planes en épocas de inestabilidad, es preferible analizar las virtudes y los defectos de quienes los crean y gestionan.
Si nos asomamos a la fase de planificación de Tommy Shelby, vamos a encontrar una terna: objetivos concretos, anticipación y atrevimiento. Los maneja a la perfección ayudándose de un previo estudio del mercado, donde se van a desarrollar las operaciones y los jugadores con los que competirá. La información que ha recabado antes de que todo comience le ofrece esa ventaja que en entornos complejos acaba marcando la diferencia entre triunfar o ser uno más.
Aunque una cosa es planificar y otra llevar las ideas al terreno, donde alguien cómodo con los escenarios plagados de incertidumbre puede mejorar un plan. Tommy cavaba túneles durante la guerra para infiltrarse en las filas enemigas y nunca sabía si saldría vivo de la siguiente escaramuza, de modo que forjó una visión abierta a los cambios que le permite identificar nuevas oportunidades útiles para alcanzar el objetivo a pesar de las dificultades sobrevenidas.
Un líder con claroscuros
Los roces de las operaciones hacen mella en muchos perfiles directivos que acaban arrojando la toalla mientras dedican miradas de odio a las condiciones desfavorables de mercado. En esos momentos de diálogo con los demonios que susurran malos consejos, Shelby hace gala de todos sus puntos débiles. Y pese a su lucha encarnizada por controlar sus instintos animales y sus miedos, en repetidas ocasiones está a punto de acabar con todas sus aspiraciones. Esta circunstancia se produce porque el protagonista funciona en solitario. Le faltan figuras a su alrededor que aporten puntos de vista y aúpen al directivo que duda. Nadie le desatasca, porque no delega ni comparte. En todo caso, acaba encontrando alivios apoyándose en su instinto y una alta capacidad de seducción para convencerse de que su plan es el mejor y mejorará la situación de los suyos.
Por último, el capítulo de las alianzas también se ajusta a las necesidades que requiere el plan. Muy “liquido” todo. Ayer podías ser mi enemigo, pero hoy tenemos que entendernos porque así lo dictan los tiempos que corren. Nada de obsesionarse con modelos rígidos y áreas competenciales estancas. Si debemos colaborar porque suma a las partes y al cliente, hagámoslo.
En definitiva, Thomas Shelby es una figura directiva con muchos claroscuros, controvertida pero revolucionaria, en una época de cambios donde las reglas se están redefiniendo. Para sobrevivir él tiene un plan, pero, sobre todo, cuenta con un modo de adaptarlo a los retos de su época.
Borja Martín es profesor de Esade
Ascenso de la clase obrera
La serie Peaky Blinders toma su nombre de una banda criminal real que existió en la ciudad de Birmingham, Reino Unido, durante el periodo de entreguerras del siglo pasado. En la ficción, son encarnados por la familia Shelby, de origen nómada, y sus allegados, todos de clase obrera. Su actividad se desarrolla inicialmente en esta ciudad y al margen de la ley –apuestas ilegales, contrabando, y más adelante tráfico de drogas y alcohol–, aunque poco a poco los ingresos que esta reporta permiten a sus principales miembros ascender tanto en la esfera social como política, sin dejar de lado sus empresas ilícitas.
Estrenada en septiembre de 2013 por la BBC y exportada a todo el mundo a través de distintas plataformas digitales (Netflix, en España), la serie obtuvo un rápido éxito entre crítica y público gracias, entre otras, a la excelente ambientación de la época –especialmente en cuestión de vestuario, localización y fotografía–. Un retrato costumbrista, y marcadamente violento, al que acompaña una selecta banda sonora con canciones contemporáneas en la que destacan las voces y las letras de cantantes y compositores como Nick Cave, Jake White e incluso David Bowie.
La serie, que finalizó su emisión el pasado abril tras el sexto y último episodio de su sexta temporada –el primero de esta alcanzó 3,8 millones de espectadores–, podría tener prevista su continuación en una película, cuyos detalles aún no han transcendido.