La estrechez de márgenes y una solvencia aún baja presionan a la construcción
Solunion ve como palancas los fondos europeos y la licitación pública, pero el sector carga con la mayor tasa de dudosidad por euro financiado
Pandemia, inflación, crisis energética, fondos europeos... El panorama que afronta el sector constructor en España viene marcado por una esperanzadora situación de demanda futura y una preocupante reducción de márgenes por el encarecimiento de las materias primas y la energía. La aseguradora de crédito y caución Solunión señala, en un informe que acaba de ver la luz, que este motor de la economía abandonó en el tercer trimestre de 2020 el puesto de sector más insolvente, cediendo ese lugar al sector servicios. Pero continúa siendo el peor en tasa de dudosidad por euro financiado: 8,7% frente al 4,9% de media en España.
Tal es así que las constructoras han pasado de captar casi el 7% de la financiación dedicada a actividades productivas en 2015, a una tasa del 4.9% a septiembre de 2021.
El número de insolvencias descendió un 13% en 2020, con influencia de la dispensa sobre la presentación del concurso de acreedores, pasando en 2021 a un alza del 25%. El informe subraya que el volumen de insolvencias fue un 8,1% superior el año pasado al de 2019, y creció un 9% y un 25% en enero y febrero de este 2022, respectivamente.
El analista Pablo Santin Filloy, autor de este trabajo, apunta que “si bien algunas de las constructoras más importantes han contado en muchos contratos con cláusulas que incluían ajustes por incrementos en materias primas, incluso en el caso de proyectos sin este tipo de controles, se han tenido en cuenta los efectos de reapertura económica y la consecuente inflación para renegociar con los clientes”.
Sufren en el corto plazo las constructoras de menor tamaño “por tener menos capacidad financiera para acarrear los sobrecostes y menos margen de renegociación con sus clientes”.
Otro desafío es el de los costes laborales ante la falta de mano de obra cualificada para trabajos como la operación de maquinaria o los relacionados con las renovables. El índice que representa el gasto en mano de obra y consumo de materiales se encuentra en máximos de los últimos ocho años, con pico a principios de 2021 y sin corrección hasta ahora.
Revisión de precios
Las constructoras con escasa capacidad para repercutir el alza de costes en los clientes se verán impactadas. El análisis de Solunion apunta especialmente al subsector de la edificación, al tiempo que ve insuficiente el mecanismo excepcional de revisión de precios instaurado para reequilibrar contratos de obra pública. Este se queda corto al obligar tan solo a la Administración Central; limitar la cuantía de compensación al 20% del valor de adjudicación, y tener en cuenta una cesta limitada de materiales y trabajos en ejecución en 2021. Solunion no ve freno aún a la inflación de los materiales.
Las restricciones a la movilidad de la pandemia supusieron un frenazo que se percibió en los ingresos. El sector pasó de una facturación de 70.715 millones en 2019 a 63.742 en 2020, con el mayor descenso de los últimos años. Al cierre del pasado ejercicio los ingresos volvieron a caer a 62.742 millones, un 1,6% menos.
Los índices adelantados muestran, sin embargo, “señales favorables”, sostiene Solunion. El consumo de cemento, que guarda directa relación con los ingresos de las constructoras, no deja de subir. También es un buen indicio el repunte en las licitaciones: tras el descenso del 20% en 2020, la cifra de 23.600 millones de 2021 supuso un alza del 59% y estar un 28% por encima de la licitación previa a la pandemia. Y el dato de enero de 2022 ya era un 72% superior al del mismo mes de 2021 gracias al tirón de la obra ferroviaria.
Con un presupuesto público que ha crecido este año un 3,2% en infraestructuras, Solunion pone el foco en la disponibilidad y ejecución de los fondos Next Generation. De la agilidad de la Administración para gestionar esta inyección dependerá la eficacia en la ejecución y la salud de las constructoras.