La diversidad se abre camino en el cine
Las productoras saben que atender estos reclamos es una cuestión de negocio
En la madrugada del domingo al lunes, Hollywood volverá a desplegar su alfombra roja. Las estrellas podrán disfrutar por fin de la gala de los Oscar después de que la del año pasado se tuviera que realizar fuera del Dolby Theatre como medida de contención de la pandemia. Pero, con la vuelta a la normalidad, vuelven también las polémicas: la organización ha decidido que entregará las estatuillas de ocho categorías antes de que comience la retransmisión de la gala, con el objetivo de agilizar la misma. Esta división entre premios de primera y de segunda no ha sentado bien a muchos, como Jessica Chastain, que ha anunciado que no desfilarán por la alfombra roja en señal de protesta.
Entre las categorías que sí se verán por televisión, la de mejor película es la reina. Los 10 filmes que optan a hacerse con el galardón cubren desde la ciencia ficción a las biografías, pero la mayoría con un importante foco en los problemas sociales. Desde el racismo en el método Williams a la integración de las personas sordas en CODA, pasando por la masculinidad en El poder del perro. No es casualidad. El cine recoge las nuevas sensibilidades y las traslada a la gran pantalla con cada vez más frecuencia. La Academia ha tomado nota y, a partir de 2025, las películas nominadas deberán contar con una pequeña cuota de diversidad en dos de cuatro categorías (representación en la pantalla, equipo que participa en el proyecto, programas de inclusión o plantilla del departamento de publicidad y distribución).
Unos requisitos que también levantaron ampollas, pero que, según asegura Lucía Tello, profesora e investigadora experta en cine de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), no van a dejar a ninguna película atrás, pues prácticamente todas las producciones ya cumplen con ellos. “Hollywood atrae al talento de todo el mundo, estamos hablando de profesionales de primer nivel, lo extraño es que no contara ya con esa diversidad. Eso era lo verdaderamente artificial”, justifica.
El cine no deja de ser un negocio, con lo que, si estas cuotas no existieran, Hollywood se regularía por sí solo para adaptarse a las nuevas demandas sociales. “En el momento en el que la sociedad comienza a pedirlo, va a ser rentable para las productoras contar con mujeres en puestos de dirección o algún tipo de diversidad en las historias”, ilustra el director de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, Jordi Sánchez-Navarro.
Una visión con la que coincide Jaime Gallut, del Colegio de Sociología de Madrid y experto en tendencias culturales. “El cine no produce transformaciones, pero sí las refuerza. Cuando ya existe una corriente social, como pedir que haya más mujeres protagonistas, el cine la recoge y la potencia”, apunta el sociólogo. Esto hace, sin embargo, que siempre vaya con un poco de retraso, pues un rodaje medio puede prolongarse hasta dos años y estos reclamos no se incorporan nada más observarse. “Tienen que asegurarse de que lo que es una moda hoy va a seguir siéndolo en unos años”, prosigue. Un reto que cobra especial complicación en un contexto en el que las tendencias van más rápido que nunca. Esto favorece a las series, con tiempos de producción mucho más cortos, que pueden recoger más rápido la evolución en las demandas sociales.
El salto a la producción que han dado las plataformas de entretenimiento (Netflix, Filmin, Amazon Prime...) en los últimos años también ha fomentado la diversidad de historias. Pero siempre conviene recordar que hay vida más allá de Hollywood. “Los Ángeles es el tercer foco de producción mundial, por detrás de Bollywood y Nigeria”, insiste Gallut.