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En colaboración conLa Ley
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Las abogadas, en el 8M: "Somos la mitad de la profesión que menos asciende y más concilia"

La presidenta del CGAE, socias de grandes despachos, abogadas autónomas y por cuenta ajena explican las situaciones de desigualdad

Una mujer cansada. Getty Images
Una mujer cansada. Getty Images

Con 21 años, Concepción Arenal (1820-1893) tuvo que disfrazarse de hombre para poder estudiar porque las mujeres lo tenían prohibido. Aunque el engaño duró poco, la gallega superó un examen de forma tan brillante que los responsables de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid tuvieron que dejarla asistir a clase. Eso sí, solo como oyente y aislada de sus compañeros. Hubo que esperar hasta 1922 para que una mujer se colegiara por primera vez en España como abogada. Fue la valenciana Ascensión Chirivella, firme defensora de los derechos de las mujeres.

Ha pasado un siglo desde entonces y afortunadamente la presencia de las mujeres en las universidades no es algo extraordinario. De hecho, en el curso pasado representaron el 56% del total de alumnos matriculados en estudios de grado y ciclos formativos, siendo mayoría particularmente en la carrera de Derecho, según recoge una estadística del Ministerio de Universidades.

Sin embargo, las cosas cambian cuando se incorporan al mercado laboral. Diferentes informes, como uno de Metroscopia para el Consejo General de la Abogacía Española (CGAE), indican que las abogadas, a pesar de que forman prácticamente la mitad de la profesión (el 44%), se concentran en los puestos con menos sueldo, prestigio y proyección. De hecho, un estudio realizado por este medio señala que las mujeres apenas representan el 20% de los socios de los grandes despachos del país. De la misma forma, muy pocas alcanzan los puestos de máxima responsabilidad en la abogacía institucional, pues aproximadamente solo un 20% llega a dirigir el decanato de los colegios de abogados de España, según datos del CGAE.

Las causas de esta situación de desigualdad son diferentes. Y aunque hombres y mujeres dentro de la profesión coinciden “de forma mayoritaria en que la igualdad debe ser un objetivo prioritario”, según el CGAE, “gran parte de los abogados tiende a considerar que la situación actual es más igualitaria de lo que piensa la mayoría de las abogadas”. Esto evidencia que “las consecuencias directas o indirectas de la desigualdad a menudo condiciona la percepción que se tiene sobre la misma”.

Brecha salarial

Sí hay unanimidad en que los abogados gozan de una mejor situación que las abogadas para compaginar la vida laboral y la personal, lo que acaba redundando en el techo de cristal que dificulta el ascenso de las mujeres a altos puestos profesionales. De hecho, ellas consideran que no tener hijos ni familiares a quienes cuidar es un aspecto importante para lograr el éxito profesional. También destacan que la pandemia ha generado un retroceso para ellas en materia de conciliación, como pone de manifiesto una encuesta realizada por el Colegio de Abogados de Madrid a finales del año pasado.

En términos económicos, las abogadas cuentan con unos ingresos mensuales 450 euros inferiores a los de sus compañeros, según recoge el último informe sobre brecha salarial del CGAE de 2017, que tiene en cuenta misma edad y puesto. Una situación que también se da en otras ocupaciones, pues los hombres españoles ganan casi un 12% más respecto a las mujeres, según datos de la Comisión Europea de 2021.

En el Día de la Mujer, abogadas con diferentes perfiles representativos de la profesión explican las dificultades a las que se enfrentan por el hecho de ser mujeres. Y ello para que se puedan corregir de una vez y por todas las situaciones de desigualdad.

Victoria Ortega, presidenta del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE)

Desde 2016, Victoria Ortega es la primera mujer que preside el CGAE. Antes fue la primera mujer decana del Colegio de Abogados de Cantabria. Sin embargo, es una excepción en la abogacía institucional. Como dice, “si hubiera un reparto más equitativo de las tareas familiares, las mujeres no tendrían que escoger entre lo profesional y lo personal”.

Además, “la ausencia de mujeres en puestos directivos o su presencia testimonial” se pone de manifiesto cada vez que se publican “las fotos de los socios que dirigen los grandes despachos. No sé si las cuotas son la solución, pero ésta pasa por que los discursos que apoyan la paridad se lleven después a los hechos. Las palabras se las lleva el viento”.

Rocío Reyero, socia líder de Tax y Law en Europe West - EY

Rocío Reyero lidera la práctica fiscal de EY en Europa occidental. Lleva más de 30 años en la firma, donde ha participado en operaciones nacionales e internacionales.

Desde su experiencia en puestos directivos, reconoce que en la abogacía “es curioso que en los primeros años de carrera se observa una paridad entre hombres y mujeres que luego desaparece en un momento posterior”. Por ello, advierte de la importancia de enfocarse en el apoyo a las mujeres en ese momento crítico, y cree firmemente en la eficacia de los role models (modelo a seguir) para inspirar a las abogadas cuando se ven tentadas a abandonar por falta de motivación o de confianza en las posibilidades de llegar a ocupar esos puestos.

Rosa Vidal, socia directora de Broseta

Antes de su incorporación a Broseta en 2006, firma que dirige desde 2016, Rosa Vidal ya tenía a sus espaldas una dilatada trayectoria como Abogada del Estado.

En su opinión, la escasa presencia de mujeres como socias directoras de las grandes firmas de abogados se debe a muchos motivos, tanto culturales como educacionales e, incluso, de autolimitación. “Tenemos que poder ofrecer planes de carrera y conciliación pensados para que ninguna persona renuncie a una trayectoria brillante por no encontrar un equilibrio personal o familiar”, propone. En cuanto a las cuotas, considera que en los casos en los hay talento y mérito es cuando hay que analizar la situación y determinar si es necesario apoyar a la candidata femenina.

Amparo Martínez, fundadora de la asesoría Agemfis y vocal de la asociación Defenda

Amparo Martínez tiene más de 25 años de experiencia como abogada, de los cuales 17 en el turno de oficio. Es socia fundadora de Agemfis, una asesoría en la que cuenta con otros tres socios.

Para ella, al entrar en un gran despacho una abogada lo tiene mucho más difícil. “La mujer siempre tiene que demostrar más su valía simplemente por el hecho de ser mujer”, opina. Además, considera que la conciliación familiar en la abogacía sigue siendo hoy en día una utopía. Un tema que conoce muy bien y defiende desde su posición de vocal de la Junta Directiva de la Asociación Defenda por los derechos de los abogados. “Somos siempre los grandes olvidados cuando se legisla y en los juzgados existe muy poca empatía”, lamenta.

Inmaculada Martín, abogada autónoma con bufete propio y del turno de oficio

Inmaculada lleva tres décadas ejerciendo la abogacía y adscrita al turno de oficio. En 1993 decidió hacerlo por cuenta propia

Aunque reconoce que la imagen o idea del abogado sigue siendo masculina, admite que es algo que está cambiando por la creciente presencia de la mujer en los juzgados. Eso sí, también cree que conciliar la profesión con la vida familiar es complicado y, comparándose con otros compañeros con despacho individual, considera que “ellos han evolucionado más al disponer de más tiempo de dedicación”. Asimismo, a pesar de que manifiesta que no se ha sentido discriminada abiertamente, sí que cuenta que en una ocasión la rechazó un cliente del turno de oficio, que no quería a una mujer defendiéndole.

Delia Rodríguez, abogada por cuenta propia, CEO de Vestalia Asociados

Antes de crear su propio despacho en 2015, Delia Rodríguez vivió “distintos episodios” durante sus prácticas “que a un hombre no le hubieran ocurrido de la misma forma: comentarios sobre mi físico, piropos fuera de contexto, alusiones a mi conocimiento o preguntas sobre si pensaba casarme”. Por eso, para ella “emprender ha sido la forma más eficaz de acabar con muchos de los obstáculos” que se encontró, aunque sigue habiendo “escenarios que nos afectan negativamente a las mujeres por serlo”.

Actualmente, una de las decisiones más “complicadas” a las que se enfrenta es la de ser madre debido a la “intensidad de trabajo”. En este sentido, apuesta por “el trabajo online y por la cooperación entre compañeras en cada asunto”.

Andrea Penedo, abogada con seis años de ejercicio por cuenta ajena

Andrea Penedo comenzó a ejercer hace seis años por cuenta ajena. Desde entonces, ha observado “actitudes machistas” que también relatan otras compañeras. “Cuando trabajaba con clientes particulares era habitual que, si en una reunión estaba un compañero, las preguntas se dirigieran a él. Siempre te exigían demostrar tu valía cuando a ellos se les presuponía”.

También destaca que se tienden a “valorar actitudes masculinas y a menospreciar la asertividad o la búsqueda del entendimiento. En muchas ocasiones se juzgan como un símbolo de debilidad, lo que obliga a una masculinización de la conducta de las abogadas”. Además, “tenemos que soportar determinados comentarios sobre nuestro físico que nunca se le harían a un hombre”.

Irene Gil Gómez, abogada joven de Caruncho, Tomé y Judel Abogados

Irene Gil lleva cinco años ejerciendo por cuenta ajena en varios despachos. Si bien en los procesos de selección no ha percibido “estar en situación de desventaja por ser mujer”, destaca que apenas hay abogadas en los cargos directivos. “Creo que, a determinada edad, el principal hándicap para el éxito profesional es la maternidad. Los horarios de oficina que tienen los despachos españoles hacen muy difícil conciliar trabajo y familia”, lamenta. Por eso, cree que la flexibilidad horaria y el teletrabajo son “muy positivos” para armonizar vida profesional y personal.

Y aunque “cada vez son menos frecuentes los comportamientos claramente machistas, siguen siendo muy habituales los micromachismos, que debemos corregir”.

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