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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Guerra entre Ucrania y Rusia: echar gasolina al fuego

La guerra puede cambiar los patrones comerciales: Rusia mirando a China y Europa virando hacia el gas licuado de EEUU

Ya ha comenzado la guerra entre Ucrania y Rusia. Después de varias semanas de total incertidumbre y acumulación de tropas en la frontera entre los dos países, Rusia comienza la invasión de Ucrania con la justificación de “desmilitarizar y desnazificar Ucrania” y la protección de las regiones separatistas del país.

¿Qué consecuencias económicas puede tener el conflicto? Las consecuencias inmediatas ya las estamos sufriendo: desplome de las bolsas de valores y escalada del precio del petróleo y del gas. El barril de petróleo Brent supera los 100 dólares, fenómeno no observado desde 2014, y el gas subió más de un 60% este pasado jueves. Las previsiones apuntan a que la tendencia se mantendrá mientras continúe el enfrentamiento. Mientras tanto, los inversores se aferran a los valores refugio como el oro o el dólar ante la gran incertidumbre.

El impacto económico inmediato en Rusia es aún peor: la Bolsa rusa ha caído un 33% debido a las ventas masivas por parte de los inversores y el rublo cae un 6% respecto al dólar. Habrá que estar atento a la evolución de todas estas variables según avance el conflicto. El mayor peligro económico proviene de la energía, recordemos que Rusia es uno de los mayores exportadores de petróleo y el segundo productor de gas natural a nivel mundial. En Europa existe además dependencia energética de este país, ya que suministra alrededor del 40% del gas natural y del 25% del petróleo que usa el viejo continente.

Tal y como intuimos, las consecuencias económicas van a ser importantes. La mayor amenaza para la recuperación tras la grave pandemia de coronavirus llega en la forma de inflación. Si ya estábamos asistiendo a importantes subidas de precios debidas a diversos factores tales como problemas en la cadena de suministros o la descarbonización de la economía, ahora añadimos más presiones inflacionistas.

En los años setenta del pasado siglo el fuerte repunte de los precios de la energía y la inflación pusieron en jaque a la economía mundial, en las llamadas crisis del petróleo, por lo que ya conocemos la peligrosidad de estos factores.

Estados Unidos y Europa preparan importantes sanciones económicas a Rusia que van a afectar a su crecimiento económico potencial. Por otra parte, también hay que estar atentos a posibles represalias en forma de reducción de los suministros energéticos desde Rusia a Europa que pueden tener un fuerte impacto en las economías europeas.

También existen una serie de incertidumbres en torno a la duración de la guerra, su intensidad y las consecuencias que puede desencadenar el conflicto. Habrá que ver la respuesta de los bancos centrales ante la guerra. Por un lado, las subidas de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo podrían retrasarse ante la inseguridad que provoca el conflicto y también se podría hacer más lenta la retirada de los estímulos. Por otra parte, está la amenaza de una fuerte inflación, persistente en el tiempo, que obligue a todo lo contrario: la subida de los tipos para tratar de contener la espiral de los precios.

Lo que está claro es que las guerras no son buenas para la economía y que aún no podemos conocer las repercusiones de este enfrentamiento. La economía hay que estudiarla desde un enfoque sistémico y global donde las partes están interrelacionadas y son interdependientes. El mayor peligro desde la perspectiva económica es una ralentización o freno de la recuperación económica debido a una inflación persistente. Esto significaría una mayor pérdida de poder adquisitivo por parte de las familias europeas y una caída de la confianza. También podría ser el comienzo de una peligrosa espiral inflacionista precios-salarios.

El conflicto se produce al mismo tiempo en la red, hay que prestar atención a la posibilidad de ciberataques. Ucrania ha sufrido ciberataques a sitios web gubernamentales y de bancos con el objetivo de desestabilizar al país. Esto es cada vez un factor más importante en las economías digitalizadas actuales que hay que tener en cuenta al hacer cualquier análisis. La protección de las infraestructuras críticas y recursos claves ante ciberataques es una de las prioridades de cualquier país moderno.

En el ámbito económico la clave de este conflicto es la energía, más concretamente la dependencia europea del gas ruso. También hay que señalar las desastrosas consecuencias para la economía rusa de un bloqueo comercial por parte de la Unión Europea, que es el mayor socio comercial de Rusia (38% de las exportaciones rusas tienen como destino la Unión Europea) y además por las grandes inversiones europeas en el país. En este sentido también hay que tener en cuenta que Rusia ha estrechado lazos comerciales con China ante un posible bloqueo por parte de los países occidentales. Queda por ver la evolución de la inflación en este periodo de tiempo que comienza ahora. Antes del conflicto ya estábamos sufriendo un alza generalizada de los precios y esta guerra puede significar echar más gasolina al fuego. Otra de las claves es si la subida de los precios es temporal o persistente.

A largo plazo se puede esperar una diversificación y reducción de la dependencia energética europea respecto a Rusia y el impacto económico futuro de las fuertes sanciones impuestas a Rusia por esta guerra. Esto podría significar un cambio en los patrones comerciales actuales: Rusia mirando hacia oriente (China) y Europa virando hacia el gas licuado proveniente de EE UU y otros países. Además, hay que contar con la aceleración de la innovación energética y la utilización de otras fuentes de energía distintas del gas.

Jorge Hernando Cuñado es Profesor de Economía y Empresa. Universidad Nebrija

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