Falta de liquidez y exceso de patrimonio, dos caras de una misma moneda
Las pensiones bajas y los ahorros escasos en la vejez contrastan en ocasiones con propiedades inmobiliarias a las que no se les saca ningún rendimiento
Uno de los grandes problemas por los que atraviesa la gente en su última etapa vital suele estar relacionado con su situación económica. En muchas ocasiones, llegada la vejez, las personas sufren un problema de liquidez generado, entre otros factores, por unos ahorros más bien escasos y unas pensiones muy bajas. Sin embargo, estos aprietos financieros contrastan con un patrimonio inmobiliario al que no se saca rendimiento económico alguno y que, en muchas ocasiones, suele estar valorado por encima de las necesidades económicas presentes y futuras de los más mayores. Combinando estos dos factores, se podría llegar a solucionar la falta de liquidez de este segmento de población tan importante y numeroso.
Uno de los puntos que mayor impacto tiene sobre la falta de liquidez de las personas mayores y que sería conveniente reformular, es el actual modelo de pensiones. De cara a 2022, se estima que las pensiones mínimas se revaloricen entre un 2,5% y un 3%, tomando como referente regulador el dato promedio del IPC de este año. Aun así, con este incremento de la cuantía, muchas pensiones seguirán quedando lejos de los 965 euros mensuales del (SMI), el salario mínimo interprofesional, que ya de por sí, es una cifra de mínimos.
Y es que, más allá de que las pensiones sean insuficientes, también existe un gran escepticismo, entre distintos organismos nacionales e internacionales, sobre las medidas impulsadas para garantizar la sostenibilidad del sistema público de prestaciones. Expertos del sector aseguran que las medidas son insuficientes para garantizar la sostenibilidad a medio plazo. Por lo tanto, si la solvencia del sistema peligra, la liquidez y el poder adquisitivo de los pensionistas también.
Según datos publicados por la OMS en 2019, España es uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo, factor que compromete la sostenibilidad del sistema de pensiones, pues cada vez hay más personas a la espera de recibir prestaciones y que no forman parte de la población activa. La aceleración de la tasa de dependencia actual –el índice demográfico que expresa la proporción de personas dependientes sobre la población activa– también supone un riesgo para la liquidez de los mayores de 65 años en tanto en cuanto el sistema pierde progresivamente base de cotizantes. Según datos publicados por el INE, desde 2012 hasta la actualidad, esta tasa se ha incrementado a nivel nacional un 4,4%. De este modo, la carga para mantener económicamente a la parte inactiva de la población ha aumentado.
Según advirtió el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce, durante la sesión inaugural del I Foro de Envejecimiento Edad & Vida, “España experimentará en los próximos años el mayor aumento de la tasa de dependencia en Europa, de tal manera que, por cada tres personas en edad de trabajar en 2050, habrá casi dos mayores de 65 años”. En este sentido, se prevé que la jubilación masiva de la generación de baby boomers tensione las cuentas del sistema público en el período 2027 y 2050. Así lo reconoció el propio ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones; “la generación del ‘baby boom’ tendrá que encajar un ajuste moderado en su pensión o bien optar por alargar su edad de retiro”. Lo que no significa otra cosa, que el hecho de que tendrán que afrontar una disminución en la cantidad de las pensiones a recibir o alargar hasta no se sabe cuantos años la edad de jubilación.
En materia de fiscalidad, otro de los factores que influye en la disponibilidad de liquidez es la reducción del tope de aportación con desgravación en los planes de pensiones individuales. La medida consistente en reducir a 1.500 euros anuales, frente a los 8.000 euros que había hasta 2020, incide negativamente sobre la liquidez de los mayores de 65, ya que desincentiva el ahorro de cara a la jubilación.
Durante la crisis financiera global de 2008 –y con la crisis sanitaria de la Covid-19 también– se demostró que las pensiones actuaron como red de seguridad para miles de familias y se establecieron, en muchos casos, como la principal fuente de ingresos para el sostenimiento familiar. En este sentido, muchos hogares pudieron soportar los estragos de la crisis global gracias a una significativa transferencia generacional, pues los pensionistas contribuyeron económicamente al sustento de sus descendientes. Y no solo esto, el consumo solo creció en los hogares donde el cabeza de la familia era mayor de 65.
Ante esta situación, la solución puede encontrarse en el patrimonio inmobiliario de los españoles. De hecho, algunos estudios señalan que cuanto mayores somos, más propiedades acumulamos. Y es que, según el CSIC, España es un país de propietarios. Un 89% de los mayores de 65 posee, como mínimo, una vivienda en propiedad. Es más, según datos del sector, los mayores de 65 en España tienen un ahorro acumulado en vivienda seis veces superior al acumulado en todos los planes de pensiones privados. En este sentido, las personas mayores acostumbran a acumular su ahorro en vivienda en vez de destinarlo a planes de pensiones o planes de ahorro privados, un bien inmueble que en muchos casos no genera ningún tipo de rentabilidad económica.
Por lo tanto, las personas de mayor edad acostumbran a no sacarle ningún rendimiento económico a su patrimonio inmobiliario y, en cambio, su valoración económica podría cubrir satisfactoriamente sus necesidades. La tecnología permite ofrecer soluciones financieras innovadoras, justas y transparentes que posibiliten convertir en líquido el valor que representa el inmueble, manteniendo el derecho a seguir viviendo en él, con la finalidad de facilitar la situación económica de este segmento de la población. Además, los mayores de 65 años se pueden beneficiar de exenciones fiscales, pues no tienen que declarar la ganancia patrimonial derivada de la transmisión de su vivienda habitual.
Con todo esto, aquellas personas que sufran aprietos financieros durante su última etapa, o bien, deseen contribuir al sostenimiento familiar de sus descendientes, pueden considerar esta solución financiera para complementar sus prestaciones con ingresos adicionales.
Javier Chivite es Co-fundador y CEO de Nutual