Es la hora de una mala idea: confiscar beneficios de las energéticas
Subir Sociedades a las petroleras del Mar del Norte permite recaudar algo con un mínimo de inconvenientes políticos
Los Gobiernos se alinean para golpear a las energéticas. Mario Draghi ha dicho que es razonable que las firmas beneficiarias compartan la carga de los contribuyentes. Lo difícil es cómo hacerlo. España pensó que había encontrado la manera, pero se retractó de una confiscación de 3.000 millones después de que las empresas señalaran que habían vendido ya electricidad en el mercado a plazo a precios no inflados, y que, por tanto, cualquier impuesto podría repercutirse en los clientes.
Eso apunta a un problema clave. A diferencia de EDF, la mayoría de las grandes eléctricas alemanas, españolas y británicas son propiedad de inversores. Los países que cobran impuestos sobre las ganancias inesperadas pueden considerarse destinos de inversión menos atractivos. Italia, que tiene casi un cuarto de Enel, podría ser el siguiente. La empresa ha dicho que ha vendido el 100% de su electricidad a plazo a precios no inflados. Eso no ha impedido al ex viceprimer ministro Matteo Salvini denunciar sus “márgenes de locura”.
Una alternativa, al menos en Gran Bretaña, es apuntar a los productores de petróleo y gas. Allí, un tercio de la producción del Mar del Norte está controlada por el private equity, que es un buen chivo expiatorio. Los laboristas creen que se pueden recaudar 1.400 millones elevando Sociedades del Mar del Norte del 30% al 40%. Al desincentivar la producción, se corre el riesgo de que se produzcan futuras crisis de suministro, pero también se contribuye a la descarbonización.
Recaudar impuestos sobre petróleo y gas no es el final de la partida. Las ventajas fiscales específicas del sector, que permiten a los operadores reducir los beneficios imponibles, pueden rebajar los ingresos, y los productores de gas sensatos, como Enel, venden su producto a futuro. Pero otra gran parte de la producción del Mar del Norte está controlada por petroleras como BP y Shell, que van a presentar unos resultados récord en febrero. Una confiscación que recaiga sobre todo en estas firmas permitirá recaudar algo de dinero con un mínimo de inconvenientes políticos. Basta para que una mala idea se haga realidad.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías