El halcón Lindner se suaviza
En Alemania los políticos que no defienden el freno a la deuda son vistos como derrochadores con el dinero del ciudadano
El primer paso del ministro de Finanzas Christian Lindner en el nuevo Gobierno alemán es sorprendente. El liberal había anunciado disciplina. Lo que llega es pragmatismo. En diciembre el Gabinete del nuevo canciller socialdemócrata Olaf Scholz aprobó el borrador de un segundo presupuesto adicional que implica destinar 60.000 millones de euros sobrantes de los créditos extraordinarios anticorona (se autorizaron 240.000 millones, de los que solo se han gastado 180.000) para inversiones de futuro, energéticas y climáticas. El dilema es que se trata de créditos que se autorizaron para luchar contra la pandemia porque el freno alemán a la deuda solo permite endeudarse en un 0,35% del PIB cuando se registra una situación extraordinaria.
La cartera de Finanzas fue la condición de los liberales para entrar en el Gobierno Scholz. Antes de gobernar, Lindner declaró que el ministro debía ser una figura competente en situaciones de crisis y capaz de decir que no. Los liberales deben ahora aceptar una política sanitaria que les pone contra las cuerdas en su convicción liberal. Su criterio de libertad choca contra, por ejemplo, la próxima obligatoriedad de la vacuna. Y ahora en un nuevo spagat Lindner declara que el Gobierno respetará el freno a la deuda contemplado en la Constitución; pero que el presupuesto adicional es política presupuestaria seria porque los 60.000 millones de euros se destinarán al Fondo del Clima y la Transformación. Habla de responsabilidad ante las generaciones futuras. Muchas inversiones importantes para la recuperación no se han llevado a cabo por la pandemia. La respuesta de la oposición formada por los dos partidos conservadores de La Unión ha sido dura e inmediata, porque consideran que el presupuesto es anticonstitucional y el principio del fin del freno a la deuda. Los conservadores lo llevarán al Tribunal Constitucional. ¿Prohibirá este que se transfieran los créditos para inversiones y proyectos climáticos y digitales? Los juristas piensan que la crisis climática es un problema estructural a largo plazo y no una situación de emergencia como el crac financiero global de 2008 o la actual pandemia.
En Alemania los políticos que no defienden el freno a la deuda son vistos como derrochadores, que gastan sin sentido el dinero de los contribuyentes. Ahora Lindner se endeuda en 60.000 millones de euros más de lo necesario para la lucha contra la pandemia y deposita el dinero en una caja aparte del presupuesto para poder financiar proyectos de inversión del nuevo Gobierno, en infraestructuras, en educación, en la modernización del aparato del Estado, y en el cambio hacia una economía climáticamente neutral. El crédito es ahora barato.
La protección climática es una promesa de Berlín para las próximas generaciones. El freno a la deuda, también. La deuda pública asciende a 27.477 euros por persona, según últimos cálculos de la Oficina Federal de Estadística. El freno a la deuda, anclado en la Constitución, se endureció en marzo de 2009 con un ministro de Finanzas socialdemócrata, Peer Steinbrück. La idea era que las futuras generaciones no tuvieran que destinar tanto dinero en pagar intereses. El acuerdo actual de coalición prevé que el freno vuelva a ser respetado en 2023. Y no habrá subidas de impuestos. Lo contrario, Lindner ha prometido esta semana una rebaja fiscal de 30.000 millones de euros para 2023. Así, por ejemplo, se podrán desgravar completamente las contribuciones al seguro de pensión y se suprimirá el recargo EEG sobre el precio de la electricidad. No obstante, el ministro Lindner lo tiene complicado porque el contrato de coalición entre socialdemócratas, verdes y liberales expresa que se hará todo lo posible para alcanzar el objetivo climático de 1,5 grados, para transformar la economía y recuperarse de la pandemia. La coalición está buscando otras fuentes de financiación. La respuesta son sociedades estatales y de inversión cuyo mayor endeudamiento no se contabilizará para ese límite a la deuda.
Pero no solo sus socios de la coalición tienen deseos. Su colega en París, Bruno Le Maire, le recibió en diciembre destacando la importancia de los fondos de recuperación europeos en la pandemia, por los que Alemania ha estado dispuesta a endeudarse en común. Francia quiere más. Y Lindner ha prometido por ahora consenso.
El sur pide flexibilizar el freno a la deuda. También frente a Europa Lindner practicará de nuevo el spagat. Ante la disyuntiva, estabilidad o crecimiento, el ministro habla de flexibilidad en los objetivos europeos. Siendo Alemania más propensa a poner el acento en la estabilidad y, Francia, en las inversiones. Lindner dijo en París que una economía sólida que crece es la premisa para unas finanzas públicas estables. Y cree que no solo hay que hablar de reglas, sino de la política financiera correcta para los retos actuales. El FDP de Lindner no quiere cambiar el Pacto de Estabilidad, pero apuesta por el crecimiento de Europa. ¿Cuál será el nuevo modelo de economía europea? Y, ¿de dónde saldrá el dinero? Francia quiere modernizar el pacto. Quiere contabilizar las inversiones verdes aparte de la deuda pública y quitar el límite de deuda del 60% del PIB. La respuesta de Berlín es que hay que reorientarse ante los retos de nuestro tiempo. No está todavía claro cómo. Por ahora, el halcón Lindner se suaviza. Practicando el spagat en Berlín.
Lidia Conde es Analista de economía alemana