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Las empresas apuestan por la comunicación intercultural

Tener un lenguaje común es importante, pero no más que conocer la cultura local a la hora de hacer negocios

GETTY IMAGES

La creciente internacionalización de las compañías ha dejado al descubierto que los idiomas no son suficiente. “Más allá de disponer de un lenguaje común, es importante aprender la cultura del país, tanto en términos generales como a la hora de hacer negocios”, expone el profesor de Esade Xavier Mendoza. Aspectos como la puntualidad, la manera de construir la confianza o la forma de entender la jerarquía son claves para negociar con éxito. “Si lo que se busca es establecer relaciones comerciales a largo plazo, conocer la cultura es fundamental”, apoya el director de la consultora de idiomas Kleinson, Iñaki Nieto.

Es por esto que cada vez más empresas demandan formación intercultural para sus empleados, más allá de las tradicionales clases de inglés. “El idioma ha dejado de ser una barrera, lo que puede llegar a serlo son las formas que tenemos de relacionarnos”, suscribe el director de Astex Empresas, Alfonso de la Torre. La escuela de idiomas ha detectado que el interés por este tipo de formaciones ha aumentado un 65%. Un porcentaje que coincide con el 64% de líderes empresariales que reconoce que las diferencias lingüísticas y culturales limitan sus planes de desarrollo.

La pandemia no ha eliminado la importancia de las particularidades culturales, sino todo lo contrario. “En lo virtual es más complicado generar confianza porque te pierdes parte del lenguaje no verbal, pero también hay pequeños detalles: la puntualidad a la hora de conectarse o desconectarse de una reunión, la manera de preparar y organizar estos encuentros...”, ilustra Mendoza. Mientras que las culturas anglosajonas se centran más en la propuestas, en Asia y Latinoamérica la afinidad personal lo es todo. “No empiezas a hacer negocios hasta que no te has ganado la confianza de la persona”, asegura el docente de Esade.

También lo ve así Nieto, quien comenta que “en Arabia, los tratos se realizan con las personas, no con las empresas”. Por eso, las conversaciones y comidas antes de abordar directamente el tema son cruciales. En esta línea, en Japón se debe dedicar entre dos y tres minutos a mirar detalladamente una tarjeta de visita al recibirla, lo contrario sería una ofensa para la persona que la entrega, y en India, se recogen siempre con la mano derecha. “En Asia no se pueden hacer las cosas con prisa porque todo lleva otro tempo”, prosigue. Que las conversaciones se realicen en inglés no exime del conocimiento de la cultura local. “Pueden asumir que no sepas japonés, pero sí que exigen un respeto a este comportamiento, independientemente del idioma de la reunión”, concluye el portavoz de Kleinson.

No obstante, el director ejecutivo de Ontraining y Ontranslation, Óscar Nogueras, apunta que si bien Asia era el foco principal hace unos años, esto ahora se aplica a todo el mundo. En la era de la personalización, acercarse a nuevos mercados no pasa solo por cuidar el tono de las reuniones, sino que también hay que vigilar el marketing, la publicidad y plataformas como la página web. Esa es una de las líneas de negocio de la compañía, que basa su metodología en las dimensiones de la comunicación intercultural Geert Hofstede y mezcla la traducción con la creación de contenidos. “Si quieres emocionar y conectar con la audiencia, con una simple traducción no llegas. No hay que mirar solo a las palabras, sino a todo lo que comunica”, añade. Desde los conceptos a las imágenes. Por ejemplo, modificando los colores corporativos si estos tienen alguna connotación especial en el país al que se dirigen o cambiando fotografías individuales por otras más familiares donde la comunidad tenga un mayor valor.

Un aspecto al que se debe prestar atención también cuando se habla el mismo idioma, incluso dentro de la misma organización. “No es tan sencillo como que en España se dice coche y en Latinoamérica, auto. Hay diferencias culturales y si se quiere lograr una comunicación efectiva, hay que tenerlas en cuenta”, resume Nogueras. Ahora, de hecho, están trabajando en un proyecto para una compañía donde el idioma común es el español, pero tenían problemas en cómo recibían las órdenes los empleados, pues en algunas regiones se habla de manera más brusca que en otras. En el mercado anglosajón, por ejemplo, los americanos son más directos, mientras que los británicos adornan más lo que dicen, apunta Nieto. “El problema nunca es que la otra persona no te entienda; si no lo hace es porque no estás sabiendo comunicarte bien”, insiste.

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