Plataformas digitales: la huella de carbono digital que aún parece invisible para el ciudadano
Solo las 47.000 búsquedas de Google cada segundo generan 500 kilogramos de CO2 y ver una hora Netflix supone una emisión de 55 gramos de CO2, según advierte desde la UOC
¿Cuánto le cuesta al planeta una reunión en Zoom, una hora de Netflix o una búsqueda en Google? La pregunta se la han formulado los investigadores del centro Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) con motivo del Día Internacional contra el Cambio Climático, que se celebrará este domingo. Conscientes del impacto que tiene en el medioambiente la digitalización imparable de la economía y la vida del ciudadano, hacen balance y plantean alguna recomendación.
Xavier Vilajosana y Borja Martínez, del citado centro, ofrecen un ejemplo ilustrativo. Netflix reconoce que ver una hora de sus contenidos en España supone una emisión de 55 gramos de CO2, lo mismo que hacer cuatro bolsas de palomitas en un microondas, y se compromete a intentar reducir este daño al planeta. “Es uno de los ejemplos de que las empresas tecnológicas están comenzando a preocuparse por la huella de carbono digital, que aún parece invisible para la ciudadanía pero que crece cada vez que hacemos una videollamada, vemos una serie o descargamos un documento de nuestro correo electrónico”, aseguran ambos expertos, que ponen otro ejemplo.
Según algunos estudios de impacto ambiental, las 47.000 búsquedas de Google cada segundo generan 500 kilogramos de CO2 y el consumo de Youtube de un año, diez millones de toneladas, es similar al de la ciudad escocesa de Glasgow.
Para Vilajosana y Martínez no hay que buscar un único culpable en este escenario. “El volumen de datos que se maneja en la sociedad actual es inmenso”, admiten los investigadores. “Primero fue el comercio digital y, ahora, el boom de las plataformas de streaming, y el consumo de energía a través de la tecnología seguirá creciendo: la digitalización irá abarcando todos los sectores de la sociedad, desde la educación hasta la Administración pública”, dicen.
Los expertos de la UOC creen que, aunque los ciudadanos están cada vez más enganchados a las pantallas, tanto para trabajar como para sus actividades de ocio, no son conscientes de lo que contaminan sus acciones digitales, como en cambio sí lo son cuando conducen un coche o generan basura.
“Es necesario que la toma de conciencia que poco a poco hemos ido incorporando al lado más físico de nuestra huella ambiental se traslade también a un consumo responsable de plataformas”, señala la profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC Elena Neira.
Los investigadores de esta universidad señalan que la construcción y el mantenimiento de los enormes centros de datos donde se procesan todas nuestras transacciones digitales –desde las películas que vemos de Netflix, HBO o Disney a las redes sociales de Facebook, por ejemplo– son las razones de este gasto de energía “muy elevado”. “A escala global, se estima que consumen la misma electricidad que un país de tamaño medio como España”, afirman Vilajosana y Martínez.
Desde el punto de vista individual, rechazan que se pueda hacer un cálculo exacto, ya que estos centros dan servicio a numerosas aplicaciones simultáneamente, “pero los expertos sí estiman que la visualización de contenidos multimedia, por generar gran cantidad de datos, es lo que más impacto energético tiene”. Y depende de qué tipo de acción realice el usuario, pues una videollamada de Zoom comprime al máximo la información para optimizar la fluidez de las conversaciones, mientras que una película en HBO multiplica el volumen de datos para que se disfrute en alta definición. “En la práctica, ver el contenido en streaming o descargarlo no tiene mucha importancia, lo que importa es el tipo de contenido”, dicen.
Los investigadores de la UOC consideran que la pedagogía debe ser fundamental para ser conscientes del daño al planeta, aunque también apuestan por la responsabilidad compartida con las empresas tecnológicas. Amazon, Google, Microsoft e IBM, principales proveedores de nube pública, y los gigantes de los centros de datos aseguran tener estrategias e inversiones para combatir su impacto ambiental. Amazon, por ejemplo, se comprometió este año a alcanzar cero emisiones netas de carbono para 2040 o antes. Y Microsoft dijo a CincoDías en una entrevista reciente que sus data center –más de 156 en todo el mundo– utilizan ya 100% energías renovables, y que su meta es ser negativos en carbono en 2030 y en 2050 eliminar todo el carbono que generamos desde la creación de la compañía en 1975. Pero, queda mucho por hacer.
Acciones para recortar el impacto
Opciones. Los investigadores de la UOC indican que hay acciones dentro de las aplicaciones que influyen en la huella digital. Por ejemplo, en una videollamada no activar la cámara para reducir el impacto en un 61% o escuchar música sin reproducir los vídeos, “es decir, utilizar Spotify en vez de Youtube si no nos interesa la imagen”. Vilajosana y Martínez también apuntan que TikTok es la que más contaminación genera, según informes que comparan distintas redes sociales y plataformas, al basarse exclusivamente en ver vídeos y subirlos.
Consumo. “Como nos enseñaron nuestros padres con las luces de la casa, apagar los dispositivos cuando se usan debería ser una práctica habitual”, añaden los investigadores, que destacan que un móvil consume menos que un televisor de grandes dimensiones, pero el teléfono puede estar encendido las 24 horas del día y el televisor, no.
Racionalizar. Otra recomendación, dicen, es “racionalizar el consumo de contenidos en línea”, pero entienden que es algo complicado, pues un estudio cifra en un 26% el incremento del vídeo bajo demanda en España en 2020. Lo que califican como “tóxicas” son prácticas como el llamado binge-watching, los atracones de serie. Y recomiendan desconectarse de las plataformas que se visiten para trabajar, estudiar u ocio cuando no se usan y descargar el contenido al dispositivo si se va a consultar más de una vez.