¿Qué implicaciones tendrá el inicio de la retirada de estímulos de la Fed?
Los mercados emergentes y las divisas se verán afectados
El banco central de Estados Unidos puso en marcha en 2020 una inyección colosal de fondos para tratar de paliar el impacto económico provocado por la pandemia del coronavirus. En primer lugar, fijó el tipo de interés entre el 0% y el 0,25%, para aliviar los costes de financiación. Y, en segundo lugar, activó un programa de compra de bonos del Tesoro y titulizaciones hipotecarias por valor de 120.000 millones de dólares al mes (102.000 millones de euros).
La Fed ya ha avisado de que no subirá los tipos al menos hasta 2023, pero sí que está debatiendo si empieza ya este año a rebajar las compras de deuda. Algunos de los miembros de la Fed temen que el exceso de estímulos haya sobrecalentado a la economía de Estados Unidos, disparando los precios, y defienden que ya en septiembre se anuncie la rebaja en la compra de bonos.
Este debate ha provocado ya una ligera depreciación de los bonos del Tesoro estadounidense, que se ha acelerado ante el encuentro de banqueros centrales de Jackson Hole. Si la Fed va retirando el programa de compras, esta deuda pierde a su principal valedor. En la renta fija, la pérdida de valor conlleva que hay que pagar un mayor tipo de interés. Los bonos a 10 años de Estados Unidos han pasado de ofrecer una rentabilidad del 1,24% hace una semana a cotizar ahora en el 1,346%. Es decir, que poco a poco, al país le costará más financiarse.
Las Bolsas se instalan en la duda
Los mercados bursátiles se mueven este mes de agosto mecidos por la mano de la Fed. La percepción de un adelanto o un retraso en la política de estímulos monetarios condiciona la valoración y las perspectivas de compañías de todo el mundo. Ayer, la mayoría de las Bolsas mundiales cerraron con ligeras caídas, a la espera del discurso que hoy pronunciará Powell en el seminario de Jackson Hole. El Ibex 35 cerró la sesión con una caída del 0,92%, hasta los 8.892,6 puntos. El resto de mercados europeos también acabó la sesión en números rojos. El Dax alemán perdía un 0,42%, el Cac francés un 0,16% y el Footsie británico un 0,35%. La semana pasada, de hecho, los índices europeos registraron su mayor corrección desde febrero. No fue mucho, tan solo un 1,5%, pero indica el momento de indeterminación que están viviendo los mercados, con la duda de si la variante delta echará por tierra la recuperación, de si la economía china vuelve a arrancar, si la inflación llega a la reactivación de Estados Unidos...
El precio del petróleo, que llevaba varias sesiones al alza animado por la reactivación de la demanda mundial, cerró ayer con una caída. El barril de Brent se pagaba a 67,75 dólares, un 0,9% menos que la sesión anterior. El temor a que la pandemia resurja ha enfriado la demanda.
El lingote de oro al contado, en cambio, subió ayer un 0,05% hasta los 1792 dólares, alargando la buena racha alcista de las últimas semanas.
La rentabilidad de los bonos a 10 años de EE UU, la referencia más utilizada por el mercado, cotizan a su nivel más alto de las últimas dos semanas, a la espera de si el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, da alguna pista hoy, en su intervención en el seminario de Jackson Hole, sobre el calendario de la retirada de estímulos.
“Habrá que ver qué mensajes salen de Jackson Hole. Nuestro escenario base es que será en noviembre cuando haya un anuncio formal de retirada de estímulos en noviembre, y que empezará a aplicarse en diciembre”, apunta Paolo Zanghieri, economista senior en Generali Investments Partners.
Efectos colaterales
Uno de los activos más sensibles a la evolución de los bonos de Estados Unidos son los bonos de países emergentes. El aumento de los tipos de interés en EE UU reduce el atractivo de las inversiones en otras monedas, ejerciendo presión sobre los tipos de cambio y los precios de los bonos de mercados emergentes.
En 2013, por ejemplo, la retirada de estímulos por parte de la Reserva Federal antes de lo previsto, hizo que saliera mucho dinero de deuda soberana emergente, hundiendo su valoración en varios países. También en 2018, el giro en la política monetaria de Estados Unidos restó atractivo a la inversión en emergentes.
Con todo, los economistas consideran que muchos de estos países, especialmente los asiáticos, están ahora más preparados para encajar este golpe, con unas cuentas públicas más saneadas y recibiendo inversiones y flujos de divisas gracias a la recuperación del mercado de las materias primas.
En lo que coinciden todos los economistas es que la Fed ha aprendido de sus errores de comunicación del pasado. El anuncio precipitado de 2013, con Ben Bernanke como presidente de la Reserva Federal, provocó un descalabro en los merados de renta fija, que aún se recuerda, por lo que ahora se medirán mucho más las palabras y los tiempos.
Aunque los bonos de países emergentes, en teoría, son los más expuestos al punto de inflexión de la política monetaria de Estados Unidos, también la deuda europea está reaccionando, con ligeros repuntes en los tipos de interés de los bonos soberanos. El rendimiento de los bonos españoles a 10 años subió ayer hasta el 0,315% y el de los italianos hasta el 0,675%.
Aunque el Banco Central Europeo (BCE) aún no tiene ninguna intención de recortar su propio programa de compra de deuda, los analistas indican que la futura normalización de la política monetaria de EE UU acabará añadiendo presión al otro lado del Atlántico.
La expectación por la política de la Fed también está afectando a los mercados de divisas. Una subida de tipos atraerá capitales que quieren invertir en dólares, lo que fortalecerá a la moneda norteamericana. De hecho, el dólar lleva desde mayo reforzándose respecto a una cesta con las 10 principales divisas. En lo que va de año, acumula subidas de 2% y el 8% frente a las monedas asiáticas más importantes.
El dólar alcanzó hace una semana su máxima valoración desde noviembre, pagándose el euro a 1,167 dólares. La percepción de inicios de verano de que la Reserva Federal iba a adelantar su retirada de estímulos, espoleó a la divisa americana. A ello se sumó la preocupación sobre la recuperación de la economía mundial y la expansión de la variante delta, con lo que el dinero buscó refugio en el dólar. El euro sin embargo ha recuperado de nuevo los 1,17.