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Bajada generalizada

La deuda alemana cae a mínimos de febrero y aleja el fantasma de la inflación

El ‘bund’ a 10 años baja del -0,5% por primera vez en cinco meses

Los inversores redoblan su apetito por la deuda
Gema Escribano

Los inversores redoblan su apetito por la deuda, un comportamiento que se está viendo respaldado por el compromiso de los bancos centrales de mantener sin cambios sus políticas monetarias y la aparición de nuevos temores respecto a la evolución de la pandemia y su incidencia en la economía. En un escenario en el que las nuevas variantes amenazan con echar por tierra los avances en el proceso de vacunación y en el que crecen las voces que apuntan a la posibilidad de que la recuperación económica haya tocado techo, los inversores aumentan su exposición a la renta fija. Esto se traduce en una caída de los rendimientos y el consiguiente aplanamiento de las curvas de deuda.

Aunque la tendencia es generalizada, el mercado alemán es el mejor exponente con su bono a diez años, referencia para la eurozona, en el -0,5%, mínimo de hace cinco meses. Mientras la deuda con vencimiento en 2031 cae por debajo del tipo de depósito aplicado por el BCE y antiguo límite por debajo del cual la institución no compraba deuda, las rentabilidades negativas se extienden a los títulos a 30 años. El bono alemán con vencimiento en 2051 se sitúa en el -0,047%, mínimo del pasado febrero, lo que significa que toda la deuda de la locomotora de Europa cotiza ya en negativo. Lejos quedan ya el -0,1% al que llegó a cotizar la deuda a 10 años y el 0,46% que registraron los bonos a 30 años en mayo. Entre febrero y mayo el mercado de deuda se dejó arrastrar por los elevados niveles de inflación y las expectativas de una pronta retirada de los estímulos monetarios, un sentimiento que llevó a la deuda alemana a 10 años a repuntar 50 puntos básicos, ascensos que en la española y estadounidense rondaron los 40 y 70 puntos, respectivamente.

El giro experimentado en las últimas sesiones, a medida que los bancos centrales han confirmado que los tipos cero seguirán imperando aún durante un largo periodo de tiempo, ha cogido por sorpresa a muchos inversores que esperaban que la recuperación económica y el aumento de la inflación elevaran los costes de financiación. La deuda pública periférica no se desmarca de esta tendencia con el bono español a 10 años en el 0,2%, mínimos de febrero, y los títulos italianos a dos años por debajo del -0,5% por primera vez en su historia. Fuera de la zona euro, otras referencias como el bono japonés con vencimiento en 2031 se sitúa en el 0,003%, mínimos de diciembre, mientras el estadounidense al mismo plazo cotiza en el 1,2%, niveles de febrero y lejos del 1,74% de marzo.

El aplanamiento de las curvas de deuda y la entrada en negativo de nuevas referencias está contribuyendo al aumento del volumen de deuda en negativo. En la actualidad 16,5 billones de dólares (14 billones de euros) cotizan con tipos negativos, el nivel más alto en seis meses, pero a cierta distancia aún del récord de 18 billones de dólares (15,2 billones de euros) de diciembre, mes en el que España cobró por vender deuda a 10 años por primera vez en su historia.

La caída de los rendimientos en las últimas sesiones es compatible con el aumento de la oferta. Alemania colocó el martes 3.273 millones en deuda a cinco años al -0,76%, una operación en la que las órdenes de compra superaron los 5.273 millones. Ayer fue el turno de España. En la primera subasta del mes de agosto, el Tesoro vendió ayer 5.089 millones en bonos y obligaciones. El apetito y confianza de los inversores se dejó sentir en la demanda, que alcanzó los 8.380 millones, y permitió rebajar los tipos en las referencias a tres, cinco y 10 años, así como en la deuda indexada a la inflación.

Mientras los inversores vuelven a mirar a la renta fija, en el mercado siguen sobrevolando los fantasmas de la inflación. En junio la tasa interanual en EE UU repuntó al 5,4%, el dato más alto en 13 años. A pesar de este ascenso, en la pasada reunión la Reserva Federal reiteró que los niveles actuales son transitorios propiciados en su mayoría por el efecto base, los cuellos de botella en las cadenas de producción y el alza de las materias primas como el Brent, que sube un 21% en 2021.

La institución que preside Jerome Powell ha empezado a preparar el terreno para una reducción de las compras de deuda, un anuncio que se espera en la cita de septiembre. Pero no será hasta diciembre o comienzos de 2022 cuando el tapering se haga efectivo. Los expertos creen que es pronto hablar de la inflación como un riesgo estructural y consideran que el alza los precios ha tocado techo.

Sobre la firma

Gema Escribano
Periodista económica, con 13 años de experiencia como redactora. Formó parte de la web de Cinco Días desde 2010 hasta 2017 cuando pasó a integrar la sección de Mercados. Especializada en información bursátil y mercado de deuda. Estudió periodismo en Universidad Carlos III.

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