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El gasto en I+D, aún lejos de la meta deseada

Pese al Covid, la aportación pública y privada, con excepciones, no llega a niveles de 2010

Vista de un erizo de mar anillado.
Vista de un erizo de mar anillado.
Denisse Cepeda Minaya

La pandemia ha puesto en evidencia el valor que tiene la inversión en ciencias. Una necesidad que se ha dejado de lado en España en los últimos años, con las consecuencias que esto supone para combatir patologías conocidas y futuras, como la emergencia actual generada por el coronavirus.

Los datos dan cuenta de este mal estructural. En 2019 –últimos datos disponibles del INE–, el gasto en I+D representó apenas el 1,25% del PIB, por debajo del 1,32% de hace 10 años. Si bien es cierto que la evolución es positiva desde 2017, el indicador está aún lejos del objetivo europeo del 3% y de la media del conjunto de los países comunitarios (2,07%). Con todo, la inversión subió un 14,4% en 2019 respecto al año anterior, hasta los 2.040 millones de euros.

La financiación a través del capital riesgo dio un salto en 2020 tras crecer un 50%

El aporte del sector empresarial fue del 49,1% y el de la Administración, del 37,9%. La brecha es visible también respecto a socios europeos como Alemania, que invierte el 3% del PIB, o de fuera de la UE, como Israel, que destina el 4,9%.

Ion Arocena, director general de la patronal biotecnológica Asebio, avanza que en 2020 se ha producido un salto en la atracción de inversión empresarial (150 millones, un 50% más, proveniente del capital riesgo). PharmaMar, por ejemplo, ha sido una de las pocas empresas que ha seguido apostando por la inversión, poniendo en marcha una investigación puntera con uno de sus productos, plitidepsina, que demostró una gran potencia antiviral en todos los estudios preclínicos independientes realizados.

Laboratorio de PharmaMar.
Laboratorio de PharmaMar.

Sin embargo, Arocena advierte de que la inversión pública todavía no alcanza los niveles de 2010, pese a la emergencia sanitaria y a la mayor cantidad de instrumentos extraordinarios puestos sobre la mesa. “Seguimos con una década perdida”, lamenta. Y recuerda que el sistema de ayudas a la I+D no se ajusta a las necesidades de innovaciones disruptivas del sector, con largos ciclos de maduración y elevados requerimientos de inversión.“Mantenemos un modelo basado en préstamos, cuando deberían ser subvenciones, y es una singularidad española frente a otros países”.

Y refiere que Alemania, por ejemplo, invirtió cerca de 300 millones en ayudas o en forma de capital accionarial solo para el desarrollo de las vacunas contra el Covid (CureVac y BioNTech), mientras que en España el fondo a este capítulo del CDTI era apenas de 12 millones para vacunas, diagnósticos y tratamientos. El gasto en I+D crea empleo de calidad, PIB y rentabilidad a los accionistas, con salidas a Bolsa o compras por parte de multinacionales, aduce.

Buenas prácticas

Una de las empresas del sector que apuesta por la I+D es PharmaMar. En 2020, el gasto fue de 53,7 millones, un aumento del 6,2% con respecto al ejercicio anterior.

De hecho, figura en el ranking mundial de compañías españolas que más invierten en el área y que elabora Bankinter. Sus antitumorales Yondelis (trabectedina), Zepzelca (lurbinectedina) y Aplidin (plitidepsina) son ejemplos de ese esfuerzo inversor en más de 30 años.

Sobre la firma

Denisse Cepeda Minaya
Periodista especializada en energía, medio ambiente, cambio climático y salud. Máster en Economía verde y circular por el Inesem y Máster en Periodismo por la UAM/El País. Con más de 20 años de experiencia en periodismo económico. Anteriormente trabajó en República Dominicana como reportera de economía en los periódicos El Caribe y Listín Diario.

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