Un aliado eficaz en la transición energética
Si queremos transformar el modelo energético no podemos atascarnos en debates estériles sobre el tamaño de los desarrollos fotovoltaicos
La meta marcada por la Unión Europea y por el Gobierno para impulsar la transición energética es muy clara, y lejos de ser ambiciosa, es necesaria para luchar contra el cambio climático con firmeza. Si queremos alcanzar los objetivos para 2050 y lograr la descarbonización de la economía, debemos ser conscientes de que todas las herramientas disponibles son necesarias. No estamos en condiciones de renunciar a ninguna de ellas.
Sin embargo, empiezan a extenderse voces críticas contra el supuesto impacto que los grandes proyectos renovables, especialmente los fotovoltaicos, tienen en su entorno, sobre todo, desde el punto de vista medioambiental y visual; incluso, hay quienes también ponen en duda su contribución a la economía de las comunidades locales.
Si algo está claro es que la energía solar será uno de los grandes protagonistas de la transición energética porque, a día de hoy, es uno de los recursos más eficientes que tenemos para alcanzar el objetivo de la neutralidad climática. De hecho, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) establece la obligación de construir 37 GW de energía solar en España antes de 2030.
Por este motivo, si queremos transformar el modelo energético español, no podemos detenernos en debates estériles sobre el tamaño de los desarrollos fotovoltaicos. Todos los formatos, desde los parques a los proyectos de autoconsumo, son necesarios y han de jugar su papel. Limitar cualquiera de ellos comprometería los objetivos establecidos.
Debemos tener en cuenta que el 66,5% de la población española vive en edificios y es técnicamente imposible construir 37 GW de fotovoltaica de cara a 2030, únicamente con proyectos de autoconsumo y generación distribuida. Todo suma, pero gran parte de la capacidad a instalar debe proceder de plantas cuya contribución sea superior.
Dicho esto, el debate no debería estar en el tamaño de los proyectos. Lo verdaderamente importante es que las plantas solares, se construyan y operen de manera sostenible, preservando el equilibrio medioambiental, ecológico y social de las zonas donde se instalen.
En España, contamos con un proceso de tramitación claramente garantista. Cualquier proyecto que consiga las autorizaciones pertinentes, ofrece garantías suficientes de ser totalmente sostenible desde el punto de vista medioambiental, social y económico. Pero a pesar de que contamos con un proceso de tramitación muy riguroso, debemos llamar a un entendimiento entre todas las partes implicadas para asegurar que las plantas maximicen su impacto positivo y se conviertan así en un facilitador del equilibrio de su entorno.
A día de hoy esto ya es una realidad y en España contamos con ejemplos claros de cómo una planta fotovoltaica puede contribuir a regenerar territorios gravemente dañados. Esta idea se recoge bajo el concepto de ecovoltaica, que hace referencia a aquellas plantas solares, que tienen en cuenta las condiciones ecológicas del territorio, y generan riqueza y empleo local, fomentando la economía circular.
Las plantas solares pueden convivir perfectamente con el ecosistema en el que se construyen permitiendo que la vegetación autóctona crezca, que la fauna pueda estar presente en la zona, o incluso son compatibles con actividades agrícolas y de ganadería. Esta convivencia es posible gracias a una adecuada configuración de las plantas. Además, la energía solar permite una adaptación mayor a la tipología del terreno de las plantas solares y la tecnología, de forma que la construcción de los parques se diseñe respetando el medioambiente. Una de las claves es que las plantas solares pueden distribuirse a lo largo del territorio, permitiendo elegir aquellos lugares de escaso interés ecológico.
Adicionalmente, las plantas solares pueden contribuir a preservar la biodiversidad mediante su conversión en reservas integrales de la naturaleza, tal y como defiende la Unión Española Fotovoltaica. Existen numerosas medidas que pueden incluirse en los parques para conseguir este objetivo, desde la instalación de nidales, hoteles de insectos o charcas, hasta lagunas para anfibios. Los vallados vegetales también cobran relevancia, ya que permiten el paso de aves y otros animales y evitan la fragmentación de los hábitats naturales de las especies locales.
No me gustaría dejar de destacar el hecho de que la construcción de plantas solares proporciona una inversión de gran relevancia en las localizaciones en las que se ubican, favoreciendo el desarrollo, y la economía de las comunidades locales. Entre el 60% y el 70% de la inversión en una planta fotovoltaica se destina a equipamientos y trabajos cuya procedencia puede y debe ser local, con esto me refiero a los seguidores solares, cableado, inversores, obra civil, ingeniería, transformadores, subestaciones eléctricas, personal de montaje y operación y mantenimiento, etc.
Por otra parte, no es baladí el hecho de que la energía solar fotovoltaica se trata de la energía limpia más eficiente del mercado, y junto a las demás renovables, aporta la capacidad de reducir el precio de la energía, fomentando así el ahorro tanto de familias como de empresas.
En definitiva, debemos mirar a las energías renovables como un aliado en la lucha contra el cambio climático y un compañero clave en la transición energética y en la recuperación económica. La energía solar pone sobre la mesa la solución para alcanzar la descarbonización, y dejar en herencia un futuro mejor a las próximas generaciones. Aún hay mucho por hacer. Elijamos a los buenos aliados para recorrer nuestro camino.
Raúl Morales es Consejero Delegado de Soltec Power Holdings