La autoestima es clave para el empleo de los séniors
Transmitir mensajes de los que se desprende que son menos válidos influye en su propia percepción
Personas mayores que cedían su puesto con un respirador en la UCI para que lo ocupara alguien más joven, abuelos que preferirían que vacunaran antes a sus nietos porque, en principio, tenían más vida por delante... Durante este año se han producido numerosos ejemplos en las que los séniors anteponían la vida de los demás por delante de la suya propia. Esta actitud no parte de la nada, sino que es la respuesta a cómo se ha portado la sociedad con ellos durante este tiempo.
“El hecho de que nosotros no les valoremos lo suficiente hace que ellos mismos no se valoren lo suficiente”, justificó Linda Naughton, investigadora de la Universidad de Coímbra, durante las jornada Medición de la economía plateada: impacto y métrica. Un enfoque interdisciplinario del envejecimiento de las sociedades, organizada este martes por la Universidad Pontificia Comillas en colaboración con el centro de investigación Ageingnomics, de Fundación Mapfre. Este sentimiento de insuficiencia, según aseguró la experta, se ha agravado con la pandemia y también tiene su impacto en el plano profesional.
Un problema que trasciende a los mayores y se aplica a todas las formas de dependencia. “Deberíamos tener una visión más holística que no sea solo fijarnos en la salud porque olvidamos aspectos que también son importantes, como son la creatividad y el conocimiento”, añadió Naughton. También Ignacio Baeza vicepresidente primero de Mapfre, ahondó en esta idea: “El profesional sénior, que hasta ahora se dejaba fuera, tiene capacidad para seguir siendo útil social y económicamente, pero es indispensable mejorar su autoestima”. Además, Naughton criticó que siempre sean presentados como “el otro, cuando, si tenemos suerte, es una fase por la que todos tendremos que pasar en algún momento, al contrario que otras formas de discriminación, como el género o la raza”.
También Jürgen Deller, de la Universidad de Leuphana, se mostró preocupado por el mensaje que se les está transmitiendo y la inseguridad que esto les podría causar: “Hacemos mucho para ayudar a que los más jóvenes se inserten en el mercado laboral, pero nada para ver de qué forma pueden salir los más mayores”. El investigador recalcó que hay muchas formas en las que los perfiles sénior aún pueden contribuir a las empresas, con lo que no prestar atención a este aspecto implica renunciar a todo ello.
Por eso, propuso un acompañamiento a estos profesionales que incluye cuestiones como hablar del momento de la jubilación con los empleados y preparar una posible transición, flexibilidad para adaptar soluciones genéricas a la necesidad de cada uno, reducir paulatinamente la jornada laboral –para que no se pase de 100 a 0 de un día para otro–, así como mantener el contacto con los extrabajadores una vez se hayan desvinculado de la empresa. Un plan en el que Deller volvió a traer a colación el problema de la autoestima: “Cómo se les trata tiene un impacto importante en el mercado laboral”.
La decana de la facultad de Economía de la Universidad Pontificia Comillas, Teresa Corzo, comparó la situación de los séniors con la de los jóvenes que deciden cambiar de trayectoria profesional al no encontrar trabajo de lo que era su primera opción o simplemente porque han encontrado una nueva pasión. “Se elige una segunda carrera profesional, quizá con menos energía, pero con mucho más juicio. Tienes mucho que aportar a los que tienes alrededor gracias a esa experiencia”, desarrolló.
Por su parte, Massimo Cermelli, profesor de Deusto, introdujo el concepto de la economía civil y animó a los ciudadanos a apoyar las prácticas corporativas socialmente responsables. “Cuando estamos consumiendo también estamos votando. Es impulsar a las compañías para que cambien y funciona en muchos casos. Los consumidores socialmente responsables votan con su bolsillo”, apuntó el docente, para quien el envejecimiento no es un problema sino una oportunidad económica. Una premisa que compartió el sociólogo Andrzej Klimczuk, quien reconoció que aún no se ha trabajado en ello, pero que poner el foco en los más mayores traería nuevas ideas de mercado. No obstante Corzo introdujo un matiz: “No hay que ver a los séniors solo como un mercado, sino como una aportación de valor en todo lo que gira alrededor de la economía”.