¿Será capaz España de lograr aprovechar los fondos europeos?
En los próximos meses no llegarán 140.000 millones, sino 7.000. El peso en la economía será pequeño y no resolverá deficiencias estructurales y productivas
El gobierno aprobó hace unas semanas el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, con el que España puede obtener hasta 70.000 millones de euros en transferencias directas. Para España a día de hoy, el Next Generation EU (NGEU) supondría solo 70.000 millones de euros reales hasta 2023, y no los 140 000 millones potencialmente disponibles. El Gobierno solo ha solicitado la parte del plan que corresponde a las transferencias directas, renunciando –por el momento– a la vía de los préstamos.
Se había previsto que los primeros fondos (un 10%) llegaran a nuestro país en julio, pero la lentitud en el procedimiento hace pensar que no los tendremos hasta finales de 2021. El tiempo juega a la contra no solo por la urgencia en recibir estos fondos para empezar a acometer los proyectos de transformación, sino porque también condiciona el desbloqueo de pagos a medida que se van ejecutando las distintas fases de los proyectos. Todos ellos deben estar finalizados y entregados antes de 2026 para poder recibir la totalidad de los fondos solicitados y aprobados. Es decir, durante los próximos meses no llegarán 140.000 o 70.000 millones sino 7.000 millones, aunque el Gobierno ya ha reservado 28.000 con cargo al NGEU en sus presupuestos de 2021.
El NGEU tampoco resultará una entrada neta de recursos, ya que para poder crear este instrumento la Comisión emitirá deuda mancomunada de la que España también será responsable. Es decir, en buena parte, los fondos que recibamos del NGEU provienen de nuestro propio endeudamiento o, técnicamente, del endeudamiento mancomunado de la Comisión en nuestro nombre y el del resto de estados miembros.
El plan europeo busca transformar la economía, no recuperar actividades previas al Covid-19 que no sean rentables. Solo se admiten proyectos transformadores alineados con las recomendaciones del semestre europeo para cada uno de los países. En el caso de España, se pide “tomar las medidas necesarias para sostener la economía y garantizar la sostenibilidad de la deuda”, así como “apoyar el empleo a través de acuerdos para preservarlo, reforzar la protección, mejorar la cobertura y la adecuación de los programas de ingresos mínimos, así como el acceso al aprendizaje digital”. También se recomienda a España “garantizar liquidez a las pequeñas y medianas empresas y a los autónomos. Centrar la inversión en la transición verde y digital, en particular en el fomento de la I+D+i, la producción limpia y eficiente”; así como “mejorar la coordinación entre los diferentes niveles de gobierno”.
Ahora no es posible dedicar los fondos a la creación o mantenimiento de infraestructuras de transporte, como en etapas anteriores. Se trata más de pensar en inversión pública (aunque el NGEU tenga un elevado grado de colaboración público-privada) que en gasto público. Los dos implican una transacción monetaria, pero no es lo mismo un gasto público que una inversión pública. El liderazgo, en esta ocasión, debe tomarlo el sector privado con apoyo de la Administración.
Otro elemento de duda sobre la capacidad de aprovechar los fondos es que nuestro país históricamente no ha sido bueno ejecutando fondos europeos. En el anterior Marco Financiero Plurianual (MFP 2014-2020), España solo ejecutó poco más del 30% de los fondos potencialmente disponibles. En el caso del NGEU los proyectos financiados deben estar 100% ejecutados y entregados llave en mano antes de finalizar 2026.
Al factor tiempo debemos sumar que en nuestro país aún no se ha realizado ninguna convocatoria real para presentar proyectos con cargo al fondo. Es decir, que aún no se ha abierto el plazo para presentar proyectos concretos, impacientando a las empresas y entidades que deben acabar liderando los proyectos.
Sobre el impacto del NGEU en la economía española, el Plan del Gobierno supone aproximadamente el 6,2% del PIB de 2020, un 1% del PIB aproximadamente por cada año de su aplicación. El peso en la economía será pequeño y no resolverá ninguna de las deficiencias estructurales y productivas. Este cometido corresponderá a los gobiernos nacionales y los agentes económicos.
En definitiva, probablemente España no será capaz de aprovechar los fondos europeos. Es necesario ser objetivos, prudentes y realistas con el fondo y la capacidad de nuestro país para absorber recursos, sin generar falsas expectativas que pueden ocasionar frustración y crispación social, y no dejarse llevar por una euforia que no se sustenta en datos reales. Ojalá me equivoque, pero no veo motivos para fiar, en un grado tan elevado, la reactivación económica española al papel del NGEU. Las transformaciones estructurales que no puedan hacer los agentes económicos del país (familias, empresas y administraciones) acabarán por no hacerse. Dependemos de nosotros mismos, no del NGEU, aunque este pueda ser de ayuda.
Albert Guivernau es Profesor de OBS Business School
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