Gestos que reducen nuestra huella ambiental
Compre productos locales, de su barrio, en vez de kiwis de Nueva Zelanda Use el transporte público, la bici o comparta coche
Para el año 2030 hará falta el equivalente a dos veces la Tierra para poder satisfacer las demandas de consumo de la población mundial, según cálculos de la Red Global de la Huella Ecológica (GFN, por sus siglas en inglés). Y para 2050, casi tres. Por eso, cada gesto encaminado a revertir el curso actual importa. Por más pequeño que sea. A fin de cuentas, intentar salvar el planeta es, antes que nada, un reto existencial: puede que el futuro de la humanidad dependa de ello.
“Hay que ser consciente de que el que podamos seguir viviendo aquí es una cuestión de todos. Todos tenemos nuestro papel”, apunta la directora del máster en Customer Experience & Innovation de EAE Business School y experta investigadora en sostenibilidad, Bhatlem Boronat.
Los expertos creen que los comportamientos individuales son importantes
“Las personas tenemos una responsabilidad a nivel individual con el cambio climático y con los impactos ambientales”, afirma a su vez María Dolores Cima, directora del máster en Gestión Ambiental y Energética en las Organizaciones de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). “Y hay muchas acciones sencillas del día a día que pueden contribuir a reducir esos impactos”, añade.
Luis Rico, coordinador de Ecologistas en Acción, señala que, si bien el impacto de una iniciativa es mayor cuando es colectiva, las acciones individuales también son muy importantes porque dan ejemplo y demuestran que es posible cambiar nuestros hábitos de consumo.
“Esto, además de tener un impacto positivo en el medioambiente, también nos permite empoderarnos, consumir de otra manera y tomar las riendas de nuestras vidas”, comenta.
“Desarrollar un estilo de vida más sostenible es algo paulatino, que vas aprendiendo poco a poco a cómo hacerlo”, sostiene Boronat. “Lo importante es dar el primer paso”.
Alimentación
Una de las cosas más importantes que podemos hacer para reducir nuestro impacto en el medioambiente es apostar por el consumo responsable en el ámbito de la alimentación, planificando las compras para evitar el despilfarro y el sobreconsumo, conociendo el origen y las condiciones de producción de los alimentos antes de comprarlos, o evitando los productos procesados y los envases de un solo uso, como el plástico.
La educación y la información son también claves a la hora de cambiar hábitos
“Se suele pensar que para ser un consumidor sostenible hay que pagar más, y eso tiene sustento. Puedes optar por productos kilómetro cero que consigas en los alrededores de tu comarca en vez de comprar kiwis de Nueva Zelanda”, señala Bhatlem Boronat. “También puedes crear o unirte a un grupo de consumo para pedir colectivamente a productores locales, con los que te puedes relacionar, consumir productos frescos, ecológicos y reducir la ingesta de carne”, agrega Luis Rico.
Movilidad
El transporte es otra área en la que podemos contribuir a mitigar de manera importante nuestra huella ecológica, reduciendo las emisiones de CO2. “Es aconsejable que intentemos usar el transporte público o compartir vehículo con otros compañeros para ir al trabajo y así hacer un gasto menor de combustibles fósiles”, sugiere María Dolores Cima. Otras opciones recomendadas para desplazarse son las bicicletas o los vehículos eléctricos.
Energía
Edgar Imaz, confundador de Sotysolar, una startup especializada en energía solar, explica que un hogar eficiente energéticamente es fundamental para no malgastar recursos. “Cambiar las luces de casa por leds, aislar bien ventanas y puertas o no abusar de la calefacción y el aire acondicionado son algunas de las acciones que puedes tener en cuenta”, detalla.
El experto asegura que instalar placas solares ahorra hasta un 70% en la factura eléctrica. “Otros gestos que ayudan –agrega María Dolores Cima– son apagar las luces cuando no estamos en una sala, desenchufar las televisiones y los equipos informáticos, y restringir la apertura de los grifos solo a cuando los estamos utilizando”. Evite planchar o poner la lavadora en los tramos horarios de mayor demanda (entre las 10 y las 14 horas y entre las 18 y las 22).
Acciones que ayudan a la Tierra
Carne. La ganadería emite tantos gases de efecto invernadero como todo el transporte mundial, afirman desde Greenpeace. De hecho, según cálculos de la empresa Food for Tomorrow, un solo día en el que nadie consumiera carne le ahorraría al planeta más de cinco millones de piscinas olímpicas en agua y evitaría la emisión de más de 50.000 toneladas de CO2 a la atmósfera.
Moda. Fabricar unos vaqueros conlleva entre 2.100 y 3.000 litros de agua, revela un estudio reciente de la Universidad Politécnica de Madrid. “Es importante hacer un consumo más racional de la moda”, opina Bhatlem Boronat, de EAE Business School. “Es preferible comprar ropa local, de mayor calidad, que tenga más duración, que pueda heredarse o que pueda venderse de segunda mano”.
Información. Para poder hacer un consumo sostenible, la educación es imprescindible. “Los consumidores, por ejemplo, deben saber diferenciar lo que es una etiqueta certificada de lo que es un greenwashing (lavado de imagen verde), y esto pasa por una mayor divulgación de cara a la sociedad”, sostiene María Dolores Cima, de la UNIR.
Las tres erres. Un estilo de vida sostenible pasa por reducir, reciclar lo que ya no sirve y reutilizar todo aquello a lo que le podamos seguir sacando provecho. A esto último se le llama upcycling: adaptar un producto para un uso nuevo, reduciendo así los residuos.
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