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Así impactan en las empresas nuestras decisiones de inversión

Hay cada vez más interés en poder medir las repercusiones

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El 82% de los particulares quiere que sus inversiones se alineen con sus valores personales. Así lo afirma una encuesta de Natixis IM. “La pandemia ha acabado con los debates sobre la ASG. Ahora la convicción sobre que es necesaria es generalizada y nosotros vemos que el futuro es la inversión de impacto”, considera Sophie del Campo, directora general de Natixis IM Iberia, Latam y US Offshore.

De hecho, según los estudios de Spainsif, asociación que promueve la inversión sostenible, la estrategia centrada en los impactos ambientales y sociales es la que más crece, pasando de 1.115 millones de euros en activos gestionados en 2018 a los 29.567 millones de 2019. Un salto tremendo. Se entiende por inversión de impacto aquella que busca un retorno financiero y al mismo tiempo genera un resultado positivo que es medible.

Se utiliza el voto delegado para influir en las compañías

Carla Bergareche, directora general de Schroders para España y Portugal, señala que “es muy importante no solo tener en cuenta los aspectos sociales de una inversión, sino ser capaces de cuantificarlos para poder actuar en base a ellos. La medición del impacto de una compañía en la sociedad y en el planeta es para nosotros como una tercera dimensión en nuestros procesos de inversión, que viene a completar el perfil de riesgo y rentabilidad”.

Son muchas las entidades de gestión que con sus inversiones buscan propiciar activamente cambios en las empresas en las que son accionistas. En Fidelity han abordado el problema social de los “marineros a la deriva”, consecuencia de que muchos países prohibieron a los marineros desembarcar en los puertos debido a la pandemia. Unos 400.000 estaban varados en el mar el pasado verano, algunos tras más de 17 meses de trabajo continuado. “Se trataba de una crisis humanitaria, pero también de un enorme riesgo para la cadena de suministro: el 90% del comercio mundial se realiza por mar. Nos comprometimos con las navieras, los fletadores y las aerolíneas de nuestras carteras para tratar de encontrar soluciones”, recuerda Jenn-Hui Tan, responsable mundial de inversión sostenible de Fidelity.

La mayoría de clientes quiere inversiones que se alineen con sus valores personales

“Por ejemplo, en diciembre de 2020 nos comprometimos con una empresa de pagos online de Estados Unidos para discutir el enfoque de la gestión del capital humano durante la pandemia, con énfasis en el largo plazo. A partir de ahí, la compañía llevó a cabo mejoras”, explica Lucía Catalán, directora general de Goldman Sachs AM para Iberia y Latinoamérica, entidad que trata de demostrar su compromiso tanto en reuniones con la dirección como mediante la delegación de voto.

Efectivamente, ejercer activamente el voto para posicionarse sobre las decisiones de las participadas es cada vez más frecuente. “Precisamente, en situaciones como estas, la participación activa de los accionistas ofrece la oportunidad de iniciar un diálogo real sobre cuestiones que van más allá de los parámetros financieros tradicionales. Y si este diálogo no da los frutos deseados, los ejecutivos y los consejos de administración tendrán que atenerse a las consecuencias mediante el poder del voto delegado, que representa una parte esencial de la tenencia de acciones”, advierte Andrew Parry, responsable de inversión sostenible en Newton, parte de BNY Mellon IM.

En 2019 había 29.567 millones de euros gestionados en este tipo de estrategias

“La inversión de impacto debe poder visibilizarse, tiene que ser lo más tangible posible para que sea atractiva para los inversores”, opina Miguel Camiña, CEO y cofundador de Micappital. De hecho, han desarrollado una herramienta para “cuantificar el efecto positivo real que el dinero de nuestros clientes está generando en las áreas que ellos han elegido para invertir su dinero”.

“En España vamos con un relativo retraso con respecto a otros mercados y estamos convencidos de que, antes o después, el capital destinado a estos productos de inversión, transparentes y de impacto social puro, se incrementará significativamente”, asegura Pedro Goizueta, responsable de relación con inversores y operaciones de Global Social Impact Investments.

“Lo bonito de este tipo de inversión es que ofrece un gran abanico de posibilidades a los inversores para que puedan encontrar dónde poner su capital alineado con los problemas sociales y ambientales que más les preocupan”, concluye Margarita Albors, fundadora y presidenta de Social Nest Foundation.

Fondos que contribuyen

ODS. Desde Caser Asesores Financieros proponen una cartera de fondos de inversión de impacto para contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas relacionados con aspectos sociales. En ella ocuparía un peso del 20% el fondo CPR Invest Social Impact, un 15% el de BNP Paribas Inclusive Growth y otro 15% el de Robeco SAM Sustainable Healthy Living Equities D (relacionado con el ODS 3, centrado en salud y bienestar). Con algo menos de peso, un 12%, proponen el Robeco SAM Global Gender Equality Impact Equities (ODS 5, sobre igualdad de género) y con un 10% Sycomore Happy @ Work (ODS 8, sobre trabajo decente y crecimiento económico). También con un 10% tendríamos el fondo CPR Invest Education (ODS 4, para una educación de calidad). Para contribuir al objetivo 2, que busca hambre cero, las estrategias de inversión principales serían el Pictet Nutrition y el Allianz Food Security (8%).

En aumento. “Cada vez más vemos que nuestros clientes quieren generar un impacto positivo, mirando más allá de la materialidad financiera hacia lo social y ecológico”, señala Masja Zand­bergen, directora de integración de criterios ESG de Robeco. Como resultado, los activos de la gestora holandesa centrados en estrategias de inversión de impacto gestionados superaron a finales de 2021, por primera vez, a la gestión de activos centrada en la sostenibilidad.

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