Filomena, una prueba más del esfuerzo colectivo
Algunas de las prácticas llevadas a cabo durante la pandemia se han vuelto a poner en marcha estos días
Llevaba semanas advirtiéndose de que la nevada del siglo estaba al caer. Finalmente, este fin de semana, Filomena descargó sobre la Península dejando imágenes insólitas. La que ha sido denominada como la mayor nevada en 50 años ha hecho estragos especialmente visibles en Madrid, donde, poco acostumbrados a este tipo de fenómenos, las instituciones públicas no daban abasto y solicitaban la colaboración ciudadana.
La solidaridad colectiva llegó incluso antes de lo demandado: grupos de Telegram con gente que ponía sus vehículos 4x4 a disposición de quien lo necesitara, personal sanitario que doblaba turnos ante la imposibilidad de que los relevos accedieran a las instalaciones, grupos de vecinos limpiando las calles con el poco material que tenían en casa... Un fenómeno que, para el profesor de Icade Business School Luis Garvía, solo ha podido ponerse en marcha por los antecedentes de este último año. “Si no hubiera sido por el aprendizaje que hemos tenido gracias al coronavirus, la situación que estamos teniendo en Madrid sería mucho más difícil”, asegura el experto. Habla de los grupos de WhatsApp de vecinos que surgieron para llevar la compra a quien lo necesitara y que se han rescatado ahora, pero también de cómo, tras el Covid, es más sencillo trasladar en cuestión de horas cualquier actividad al mundo online. “Con esta nevada hemos usado las herramientas que aprendimos a manejar durante la pandemia”, relata.
En el entorno laboral, la nevada, al igual que ocurrió en marzo, ha forzado un mayor sacrifico para tratar de mantener cierta normalidad: colegios cancelados de nuevo, el teletrabajo como una de las únicas opciones ante la falta de transporte, cambios en los horarios, desabastecimiento... “España colapsó en marzo y, ahora, Madrid ha vuelto a hacerlo. Pero con cada vuelta estamos viendo que el sistema es más flexible de lo que pensamos y que, en ocasiones, el mayor freno somos nosotros mismos”, continúa Garvía, quien insiste en que, aunque estos dos acontecimientos son hechos puntuales, no se recuperará la normalidad por completo, sino que se creará un nuevo sistema social.
A pesar de esto, conseguir una buena reacción cuando se demanda un esfuerzo mayor del habitual es una carrera de fondo, recuerda Mila Pérez, profesora de Deusto Business School: “Partimos de la base de que para que los trabajadores respondan bien ante situaciones de crisis es necesario que se les haya cuidado muy bien antes”. La experta enumera una serie de medidas que van desde un salario digno, igual o superior a la media del mercado, a ventajas y condiciones laborales adecuadas, que hagan que estén motivadas. “Si las personas que están liderando la organización están en todo momento al servicio del equipo, cuando se les pida un extra al resto de trabajadores, van a cumplir porque se van a sentir parte de la empresa. Lo van a hacer como si fuera un favor para ellos mismos”, continúa Pérez.
Ante momentos excepcionales, la comunicación es clave para conseguir que cada uno dé lo mejor de sí, pero este trabajo adicional debe ser reconocido de forma explícita, insiste la experta de Deusto Business School. “Esto se le suele pedir a quien se sabe que va a responder, hay a personas a las que directamente no se las tiene en cuenta”, continúa. Por eso también es importante fijar ciertos límites. “A veces hay que aprender a decir que no, no siempre pueden ceder las mismas personas”, justifica. Una idea con la que discrepa Garvía, quien cree que en momentos de crisis los límites se disipan. “Este tipo de acontecimientos nos enseñan que no solo está el binomio derechos y obligaciones, o arrimamos todos el hombro o el sistema no funciona. Si una persona se queja por tener que teletrabajar en momentos de extrema necesidad es que todavía se puede lamentar y aún no está tan mal”, defiende.
Derechos
No obstante, el teletrabajo sigue siendo de carácter voluntario, recuerda el socio del departamento laboral de Garrigues, Alberto Blasco. “Si una persona no puede acudir a su lugar de trabajo por el temporal, la empresa no puede cargar contra el empleado, pero tampoco tiene que correr con todo el coste por ello”, explica. En casos como este, compañía y trabajador deben llegar a un acuerdo para recuperar las horas, descontar el día como parte de las vacaciones o, en caso de no llegar a un acuerdo, descontar la remuneración correspondiente a esa jornada.