Riesgo político y cuenta de resultados
En economías desarrolladas, el riesgo político ha adquirido otro cariz, vinculado al auge de los populismos, la polarización y la protesta.
El riesgo político es el conjunto de hechos, decisiones, iniciativas o acciones de naturaleza política – bien sea ejecutiva, bien sea parlamentaria- que afectan al funcionamiento de las compañías y, sobre todo, a su cuenta de resultados. Comprende el perjuicio que causa una acción ejecutiva o legislativa no prevista y no previsible conforme a las expectativas de la organización. En las economías emergentes, la expectativa de retorno de la inversión tiene que descontar del valor futuro la iniciativa política no anticipada. En economías desarrolladas, el riesgo político ha adquirido otro cariz, vinculado al auge de los populismos, la polarización y la protesta. El periodo de tiempo para consumar dicha quita oscila entre los tres y los diez años, según el tipo de operación, las inversiones o los compromisos adquiridos.
Existen multitud de riesgos políticos y no es recomendable aspirar a una taxonomía rígida de incertidumbres. La lección que nos deja la pandemia en 2020 es que el proceso de desglobalización no será tarea sencilla para la dirección estratégica. Antes, al contrario, el catálogo de riesgos ha crecido: confiscación, expropiación o nacionalización de activo; embargos; bloqueos aduaneros; ruptura de la cadena de suministros; huelgas o reivindicaciones colectivas; impagos; desinversión forzada; guerras comerciales; marañas regulatorias; boicot al arbitraje de la OMC. El impacto de los riesgos políticos es desigual en las economías. Según el informe “Riders on the storm: measuring and managing nonmarket risks”, España presenta un buen perfil internacional, poco dado a las interferencias políticas en ese sentido. Hay otros riesgos que sí aparecen en el escenario internacional y que afectan a la economía y la empresa española.
La dimensión política se concreta en la tensión entre regímenes autoritarios y democracias. Es la tentación de Siracusa: los gobiernos democráticos deben ceñirse al procedimiento y las normas parlamentarias, mientras que los iliberales pueden imponer reglas contra la libertad individual en aras del control y la salud pública, así como el levantamiento de fronteras o barreras artificiales. El riesgo es reputacional. La colaboración con regímenes iliberales puede disparar los beneficios a corto plazo (licitaciones, concursos y contratos públicos), pero arruinar el prestigio ante los consumidores o los inversores institucionales. ¿Responde la compañía ante campañas de consumidores organizados en redes sociales? ¿Podrán las diásporas obligar a cambiar determinadas políticas comerciales hacia sus países de origen? ¿Es compatible la presencia en determinados mercados con el capital financiero? Para la empresa española, este riesgo es recurrente en el Mediterráneo y en Iberoamérica.
La cooperación multilateral está en horas bajas. El Brexit es síntoma de la desglobalización como regionalización de la economía internacional, al igual que la reciente creación de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), bajo liderazgo chino y sin presencia de Estados Unidos o India. Hay espacio para nuevos acuerdos comerciales sin influencia anglosajona. El riesgo político se encuentra en el proceso de construcción de la nueva arquitectura jurídica y comercial. En el interludio, ¿debe la empresa apostar por inversiones internacionales? ¿qué paraguas jurídico protege al accionista? ¿hay que buscar acceso a cadenas de suministro globales o trocear las existentes para desconectar posibles cortocircuitos de incompatibilidad política entre áreas comerciales? Ya estamos viendo los efectos de la indefinición de los acuerdos comerciales para el entorno post-Brexit, proceso que lleva ya cinco años de negociación. La empresa española se mantiene a la expectativa, afectada de pleno en la industria agroalimentaria, el turismo y las inversiones.
El riesgo político del populismo se relaciona con el hiperliderazgo presidencialista. Sin controles parlamentarios o sin contrapesos de la tecnocracia, los hiperlíderes captura el poder y las políticas públicas sin un rumbo cierto. La capacidad de gestión de la influencia, a través de lobbies o representación de intereses, se diluye. Afecta a la toma de decisiones en materia de infraestructuras, servicios de transporte o gestión de aguas y residuos. El riesgo político consiste en que el populismo refuta el criterio profesional, emprende aventuras sin evidencias, rechaza la evaluación de las políticas públicas y vive de la estética, no de los resultados en la calidad de vida de las personas. Así, las empresas no pueden competir por la calidad de sus bienes o servicios, sino por la cercanía con el régimen. La economía española ha administrado el riesgo en Cuba y Venezuela con razonable éxito, pero está por ver si ese aprendizaje sirve para navegar en los nuevos populismos.
El futuro de Europa. Los fondos Next Generation EU y el Marco Financiero Plurianual (2021-2027) son excelentes noticias para el proyecto político europeo. Sin embargo, algunas sombras pueden enturbiar la década europea. La zona euro es un refugio sin turbulencias políticas, pero el gasto público está separado con una deuda media superior al 95% del PIB en la zona euro. Portugal, Italia, Grecia, España, Chipre, Francia y Bélgica superan el 100% de la deuda. Esto es insostenible y un riesgo político evidente de impago o quiebra. Para la economía española, este riesgo afecta al crédito y las nuevas líneas de financiación vinculadas a fondos europeos.
La incógnita de la Administración Biden & Harris. Las expectativas son altas. Demasiado. Algunas tendencias proteccionistas y aislacionistas cambiarán de enemigo, pero no de criterio. La competencia comercial con China puede agudizarse, así como los impagos mutuos. La acción contra el cambio climático puede incrementar los aranceles para dañar la expansión comercial china. La alianza con la Unión Europea facilitaría la imposición de unos criterios medioambientales -¡y sociales!- mínimos para acceder a los dos mercados. El riesgo político se observa en la ejecución efectiva de estas medidas y sus consecuencias no deseadas. En España, las energías renovables, el mercado bancario, el turismo y la agricultura observan con atención el desarrollo de acontecimientos.
Incertidumbre. Es la conclusión natural. El planeta anda inquieto y la marejada política puede contraer la economía con efectos duraderos. El riesgo se diversifica y no cabe otra opción que incluir el análisis político en el consejo de dirección. ¿Se ha preparado ya para anticipar decisiones en un mundo político?
@juanmanfredi