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Alfredo Serrano (CLIA): “Los cruceros van a perder 5.000 millones por culpa del Gobierno”

“Se invitó a viajar en avión y a reservar hoteles desde julio, pero no se levantó la prohibición sobre los viajes en barco” 

Alfredo Serrano, director de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros en España (CLIA, por sus siglas en inglés).
Alfredo Serrano, director de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros en España (CLIA, por sus siglas en inglés).

Lleva más de 20 años de actividad profesional ligados a la industria del crucero, lo que le permite tener una visión objetiva del tsunami que ha sufrido el sector en los últimos nueve meses. Todo empezó con la aparición de un pasajero afectado por coronavirus en el barco Diamond Princess a principios de febrero y apenas un mes después se optó por suspender las operaciones en todo el mundo. “Fue el primer sector que decidió suspender las operaciones de formas voluntaria y el único que obliga a contar con una prueba negativa para poder embarcar en sus barcos”, recalca Alfredo Serrano (Madrid, 1963), director de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros en España (CLIA, por sus siglas en inglés).

De hecho, las empresas asociadas han pactado realizar un test de Covid-19 al 100% de los pasajeros y la tripulación en todos los barcos con capacidad para transportar a 250 o más personas. “Esto es algo pionero y un ejemplo de que la industria de cruceros está liderando el camino a una reanudación segura del sector. Consideramos que los test son un paso importante que reconoce el compromiso de la industria con la salud y la seguridad”

Sin embargo, Serrano se muestra crítico con el papel del Ejecutivo español con la industria del crucero, ya que frente a la reactivación llevada a cabo en hoteles, restaurantes o aviones con el comienzo del verano, optó por suspender las operaciones de barcos en España. “El Gobierno nos ha dejado de lado frente al resto de sectores. Queremos un marco normativo claro y justo para cuando la situación mejore”, asegura Serrano, que representa y defiende los intereses de un lobby en el que se integran las grandes firmas de los cruceros (Royal Caribbean, Carnival, MSC Cruceros, Pullmantur, Fred Olsen, Norwegian Cruise Lines o Costa Cruceros, entre otras). Muchas de ellas han podido viajar, con restricciones, por Europa y solo TUI y Hapag-Lloyd han logrado licencia para poder navegar en España, en concreto en Canarias a partir de este mes, gracias al permiso del Gobierno regional.

R. En abril pronosticaba que la pandemia duraría entre dos y tres meses y nunca estuvo entre sus cálculos más pesimistas que se prolongaría durante tanto tiempo. ¿Qué balance hace de este desastre?
R. Lo que caracteriza al sector de los cruceros es que está compuesto por compañías grandes, que operan en muchos mercados, con unos estándares de seguridad muy elevados y unos protocolos que van mucho más allá de los que cualquier autoridad puede exigir. Desde marzo, el sector se autodisciplinó desde el primer momento y tomó iniciativas desde octubre para que todo pasajero o tripulante que embarcara lo hiciera con una prueba diagnóstica negativa. Somos el único sector que lo ha hecho. Pero las autoridades españolas no nos han acompañado. Se ha producido una disociación entre el turismo de cruceros y el resto del transporte: se invitó a viajar en avión, a reservar hoteles y restaurantes a partir de julio, pero no se levantó la prohibición sobre los cruceros. Y el único resquicio que se dejó fue que algunas autonomías autorizaran cruceros en su territorio, como Canarias con Hapag-Lloyd y TUI en diciembre. Es un error y no parece oportuno, ya que es una responsabilidad del Gobierno central.
R. En paralelo se han producido miles de viajes en barco en otros países como Alemania, Italia o Grecia, ¿qué conclusión extrae de ahí?
R. La industria de cruceros reanudó sus operaciones en Alemania, Italia y Grecia o Malta, habiendo completado más de 200 viajes desde julio con más de 150.000 pasajeros sin incidentes de salud importantes. Se ha demostrado que los cruceros pueden operar de forma segura al crearse burbujas, al estilo de lo que ha sucedido en los colegios. Esto ofrece una clara evidencia de que los protocolos de salud estrictos adoptados por la industria de cruceros han funcionado. Ahora con la segunda ola y el incremento de los contagios se han parado los cruceros en Italia y los de Alemania han quedado restringidos a Canarias. Las empresas no están pidiendo un trato preferencial, pero tampoco que se nos deje de lado. Queremos tener un marco normativo claro y justo para que cuando la situación mejore, los barcos puedan operar.
R. Con tres meses de parón de la actividad auguraba unas pérdidas de 985 millones de euros y de 8.300 puestos de empleo en España. Por ahora, el frenazo se ha prolongado nueve meses y tiene visos de que durará algún trimestre más. ¿Han calculado el impacto en actividad y empleo?
R. El impacto a nivel global ha sido de dimensiones incalculables. Solo Carnival, una de las cruceristas más grandes del mundo, estaba gastando 500 millones de dolares de caja cada mes. En el caso de España, el sector de cruceros no ha podido contribuir con su aportación anual de 5.000 millones de euros de impacto económico y 33.000 puestos de trabajo. La falta de operaciones va a convertir toda esa actividad en pérdidas. Vamos a perder 5.000 millones por culpa del Gobierno y vamos a destruir 33.000 empleos, que no sabemos si vamos a recuperar. Hemos bajado la persiana desde marzo, pero cuando la levantemos, no sabremos cuántas empresas, en su gran mayoría pymes, habrán sido capaces de aguantar tanto tiempo sin ingresos. Hay una gran red de autónomos y microempresas que dependían de los cruceros y que ahora mismo están al borde de la suspensión de pagos. Nos preocupa la posibilidad de que ese tejido empresarial esté en peligro porque nosotros también dependemos de ellos. Cuando los clientes vuelvan y lleguen a un puerto para embarcar en un crucero, será necesario que siga habiendo autobuses, guías turísticos, tiendas de compras, restaurantes y agencias de viajes.
R. Al margen de autorizar que los cruceros operen, ¿que otras peticiones han trasladado a las distintas Administraciones ante la paralización del sector?
R. La gran mayoría de empresas que están integradas en CLIA no tienen base en España, por lo que creemos que lo prioritario es apoyar a todo el tejido productivo que depende de esas multinacionales. Y al mismo tiempo pedimos previsibilidad, coherencia y no separarnos de lo que hagan el resto de socios europeos. Si Alemania, Italia o Grecia vuelven a operar cruceros, España también lo tiene que hacer. Al inicio de la pandemia solicitamos también a la Comisión Europea una revisión de las tarifas de atraque.

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