Unos datos de empleo que no corresponden a una economía que crece
El Gobierno debe adoptar medidas dirigidas a agitar la demanda, lastrada por un consumo privado que no solo teme gastar, sino que tampoco tiene donde hacerlo
Los datos de empleo de noviembre publicados ayer arrojan un crecimiento del número de afiliados a la Seguridad Social de algo más de 30.000 nuevos cotizantes, lo que ha permitido superar la barrera de los 19 millones por primera vez desde marzo. La cifra convierte noviembre en el séptimo mes consecutivo que arroja crecimiento de ocupados desde el profundo agujero, de en torno a un millón de cotizantes, que provocó la pandemia de Covid-19 entre marzo y abril. De forma aislada, el dato de afiliación refleja la evolución de una economía que se recupera poco a poco y que está creando empleo productivo a un ritmo lento, pero constante. Pero para realizar la radiografía completa hay que tener en cuenta también el número de trabajadores que están acogidos a la protección de los ERTE, es decir, que se hallan inactivos o bajo un régimen de reducción de horario. Los rebrotes de la pandemia y el retorno de las medidas de restricción han elevado el número de trabajadores en esta situación en 18.487 personas respecto a octubre, hasta sumar 746.900. Todos ellos son ocupados nominales, pero no lo son reales, y esa circunstancia matiza y aminora el ritmo de avance de la economía que muestra el dato aislado de afiliación.
Pese a la insistencia de la vicepresidenta Nadia Calviño en mantener las previsiones de crecimiento del PIB en el cuarto trimestre del año, los datos de empleo de noviembre no se corresponden con los de una economía en crecimiento, sino que encajan con una coyuntura de frenazo y caída de la actividad, tal y como sostienen las previsiones de los organismos internacionales. Además del crecimiento de trabajadores protegidos por los expedientes de regulación de empleo, un análisis detallado revela que la mayor parte de las afiliaciones corresponden al sector público, fundamentalmente a educación, Administración pública y sanidad (servicios fuera de mercado), mientras que el sector privado pierde empleo, con los servicios de mercado ligados al turismo a la cabeza.
La OCDE, que augura una contracción en el cuarto trimestre, ha advertido de que el PIB seguirá por debajo de niveles precrisis a finales de 2022. Ante un horizonte como ese, el Gobierno debe adoptar medidas dirigidas a agitar la demanda, lastrada por un consumo privado que no solo teme gastar, sino que tampoco tiene donde hacerlo, dadas las limitaciones adoptadas para combatir la segunda ola de la pandemia. Esa tarea precisa, por un lado, del mantenimiento y extensión de las medidas de apoyo dirigidas a las empresas, como los ERTE y los créditos ICO, con especial atención a aquellas con solvencia suficiente como para superar la crisis, y por otro, de una política impositiva acorde con la situación del país y que no limite la ya debilitada demanda interna.